Hace unos cuantos años, en un Festival de Cinemateca Uruguaya hubo un desperfecto al comenzar la proyección. Amablemente, se presentó en la sala un empleado que explicó que había habido un inconveniente con el equipo pero que se resolvería en unos diez minutos. Un estúpido de esos que inspiraron esta nota le contestó a viva voz: "-¡Veinte minutos, mejor!", en lo que pretendía ser una respuesta jocosa. Molesto porque nadie le festejó el "chiste" sino todo lo contrario, el gracioso -que no era ningún jovencito- trató de justificarse: "-Claro, si nadie protesta como yo, éstos hacen lo que quieren..."
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9 de marzo de 2018
5 de diciembre de 2017
La jauría humana
Tres casos recientes de violación y posterior asesinato de niñas han provocado conmoción en la sociedad uruguaya y es entendible. Son crímenes horribles, sin ninguna duda y uno comprende la reacción primaria al conocer la noticia, de rechazo extremo a quien fue capaz de realizar semejante acción. Muy otra cosa son los habituales manijeos a los bajos instintos sociales, la mentira y la utilización de esos hechos para intentar sacar rédito electoral.
En uno de los capítulos de la muy exitosa película argentina "Relatos salvajes", un joven de clase alta atropella y mata a una mujer y su padre le paga a un empleado humilde para que cargue con el crimen. El final es conocido: el marido de la mujer mata al ficticio culpable, creyendo hacer justicia por mano propia.
En uno de los capítulos de la muy exitosa película argentina "Relatos salvajes", un joven de clase alta atropella y mata a una mujer y su padre le paga a un empleado humilde para que cargue con el crimen. El final es conocido: el marido de la mujer mata al ficticio culpable, creyendo hacer justicia por mano propia.
5 de septiembre de 2017
Venezuela nos duele (a unos pocos)
Quien quiera informarse y entender qué es lo que está pasando y por qué hay tantos problemas en Venezuela a través de los medios de comunicación masiva, sólo recibirá una cobertura muy similar a la que se realizó cuando hubo problemas (y quisieron informarlos) en Siria, en Irak o en Afganistán, transformando la multidiversa y compleja situación sociopolítica del mundo en una nebulosa opaca, donde lo único que se saca en limpio es que hay alguien "malo" que se dedica a hacer el mal porque es así y hay que sacar del medio. Creo que los villanos de los superhéroes de historietas están presentados de forma más matizada y creíble.
Cuando nos informan. Alguien que sólo consuma los noticieros -o sea muchos de
nosotros- sin duda no tendrá la menor idea de dónde queda Yemen, donde está ocurriendo una tragedia humanitaria terrible, pero, claro, allí el culpable es Arabia Saudita, proveedor generoso de Estados Unidos.
Y no es que entre en paranoias conspirativas de izquierdistas de hace 60 años. No quiero insinuar que los periodistas mayoritarios uruguayos sean meros empleados de la C.I.A. Sólo es que su ideologìa es conservadora y representa los intereses de los poderosos. En el país y en el exterior. La cobertura es simplista y unilateral. Y, en realidad, como casi siempre que hay conflictos, no hay culpables y violentos de un solo lado.
Hugo Chávez -quien intentó un golpe de Estado- llegó al poder por las urnas, siendo la esperanza de gran parte de las clases populares, eternamente olvidadas en el país que padece lo que algunos llaman la "maldición del petróleo". Le sobra el que aún es el mineral más valioso y codiciado, pero la gente pasa mal.
Con personalismos y errores, la llamada "Revolución bolivariana" trató de resolver las carencias de los más pobres. No hay duda de ello: en 2002 hubo un fracasado golpe de Estado contra él, en donde colocaron al presidente de la gremial de empresarios como primer mandatario con el rápido reconocimiento de U.S.A. y la militancia de los ahora famosos Leopoldo López y Henrique Capriles.
Muy lejos de mí está apelar al patrioterismo fácil y poner a nuestro país -que vaya si tendrá cosas para criticar- por encima de los demás pero aquí, bastante bien aunque no en un 100%, se cumple la máxima de competir electoralmente en forma limpia y que gane el mejor. Y el que pierde, tratará de revertir el resultado democráticamente en la instancia siguiente.
En Venezuela no, lamentablemente. Tampoco en muchos otros lados, como en Brasil donde Dilma ganó por poco margen su reelección y desde el primer día los demás partidos -incluídos sus propios aliados- trabajaron buscando cualquier excusa para sacarla del poder, envalentonados por la escasa diferencia. En Uruguay, en cambio, en 1994 hubo una elección donde hubo solamente menos de 3% de votos entre el ganador y el TERCER partido y nadie intentó ningún golpe de Estado.
Y este sayo le cabe a ambos bandos hoy enfrentados a muerte en la patria natal de Bolívar. Porque si la oposición estuvo totalmente en contra de todas y cada una de las medidas del chavismo y cada uno de sus actos eleccionarios, con protestas violentas en las calles, apenas consiguió un gran triunfo en las últimas legislativas, se aferró a ellas y desde allí intentó todo tipo de estratagemas para derrocar a Maduro, incluso inventando que es colombiano.
El gobernante PSUV no es mucho mejor: ha desconocido totalmente al Parlamento, simplemente porque ahora es minoría en él y ha convocado a una Asamblea Constituyente para reeemplazarlo. Ha hecho todo tipo de maniobras para que esa Asamblea fuera totalmente oficialista y dirigiera al país muy por encima de las tareas habituales de un órgano de ese estilo.
¿Qué desenlace puede tener una crisis -alimentaria, además de política- donde ambos bandos se han jurado odio eterno, que se han negado al menor diálogo incluso con la mediación de presidentes varios y del Papa?. Si además cada uno se dedica a la total destrucción del otro, sin lugar de reflexión común ni espacio para la colaboración...
No todos los que están en contra de Maduro son ultraderechistas. Buena parte de la izquierda nunca apoyó a Chavez y aún muchos que sí fueron chavistas hoy están en la oposición. Uno supone que el desgaste será en algún momento irreversible pero no sabe qué quedará en su lugar. Si asume un gobierno que no sea del PSUV, ya sea por las urnas, por una renuncia o de otra forma, nada parece que el desenlace pueda ser pacífico y sin derramamiento de sangre.
P.D.: Vistas todas las declaraciones de la derecha uruguaya, cualquier forma de llegar al poder por parte de la oposición venezolana tendrá su aprobación y cualquier muerte de chavistas, su silencio.
Cuando nos informan. Alguien que sólo consuma los noticieros -o sea muchos de
nosotros- sin duda no tendrá la menor idea de dónde queda Yemen, donde está ocurriendo una tragedia humanitaria terrible, pero, claro, allí el culpable es Arabia Saudita, proveedor generoso de Estados Unidos.
Y no es que entre en paranoias conspirativas de izquierdistas de hace 60 años. No quiero insinuar que los periodistas mayoritarios uruguayos sean meros empleados de la C.I.A. Sólo es que su ideologìa es conservadora y representa los intereses de los poderosos. En el país y en el exterior. La cobertura es simplista y unilateral. Y, en realidad, como casi siempre que hay conflictos, no hay culpables y violentos de un solo lado.
Hugo Chávez -quien intentó un golpe de Estado- llegó al poder por las urnas, siendo la esperanza de gran parte de las clases populares, eternamente olvidadas en el país que padece lo que algunos llaman la "maldición del petróleo". Le sobra el que aún es el mineral más valioso y codiciado, pero la gente pasa mal.

Muy lejos de mí está apelar al patrioterismo fácil y poner a nuestro país -que vaya si tendrá cosas para criticar- por encima de los demás pero aquí, bastante bien aunque no en un 100%, se cumple la máxima de competir electoralmente en forma limpia y que gane el mejor. Y el que pierde, tratará de revertir el resultado democráticamente en la instancia siguiente.
En Venezuela no, lamentablemente. Tampoco en muchos otros lados, como en Brasil donde Dilma ganó por poco margen su reelección y desde el primer día los demás partidos -incluídos sus propios aliados- trabajaron buscando cualquier excusa para sacarla del poder, envalentonados por la escasa diferencia. En Uruguay, en cambio, en 1994 hubo una elección donde hubo solamente menos de 3% de votos entre el ganador y el TERCER partido y nadie intentó ningún golpe de Estado.

El gobernante PSUV no es mucho mejor: ha desconocido totalmente al Parlamento, simplemente porque ahora es minoría en él y ha convocado a una Asamblea Constituyente para reeemplazarlo. Ha hecho todo tipo de maniobras para que esa Asamblea fuera totalmente oficialista y dirigiera al país muy por encima de las tareas habituales de un órgano de ese estilo.

No todos los que están en contra de Maduro son ultraderechistas. Buena parte de la izquierda nunca apoyó a Chavez y aún muchos que sí fueron chavistas hoy están en la oposición. Uno supone que el desgaste será en algún momento irreversible pero no sabe qué quedará en su lugar. Si asume un gobierno que no sea del PSUV, ya sea por las urnas, por una renuncia o de otra forma, nada parece que el desenlace pueda ser pacífico y sin derramamiento de sangre.
P.D.: Vistas todas las declaraciones de la derecha uruguaya, cualquier forma de llegar al poder por parte de la oposición venezolana tendrá su aprobación y cualquier muerte de chavistas, su silencio.
9 de octubre de 2016
Un club del que Amado es hincha
El diputado Fernando Amado se caracteriza por ser muy exitoso en sus libros que publica a razón de uno por año, en donde promete enseñarnos los secretos de gente (o más frecuentemente, organizaciones) de las que poco sabemos. Así le ha dedicado libros de investigación a la Masonería (2), al Opus Dei, a los militares en Democracia (2), a Magurno -ya comentado en este mismo blog-, a los judíos y ahora a los millonarios. Siempre a los poderosos, eso sí, pero puede ser una forma de trabajar y nada más. El problema no es ése, sino los contenidos.

Amado no repregunta, deja simplemente que los millonarios hablen de cómo hicieron su fortuna, en qué la gastan, si los dirigentes políticos los manguean o no y nada más. Nada de investigación general ni nada que se le parezca. Quizás, limitándose a ser un inventario de las respuestas dadas, podría el libro ser interesante pero termina fatigando al lector con la sucesión de declaraciones que terminan siendo apenas una lista. Así, Fulano gasta mucho en autos, Mengano guarda y Sultano compra propiedades. Y punto.
En "El club..." subyace implícita la ideología tan cara a nuestros conservadores de que quienes son adinerados lo son porque trabajaron más que los que no lo somos. El libro termina siendo absolutamente cómplice de lo que los integrantes de la clase alta vernácula quieren declarar -los que aceptaron hablar, recordamos- sin que Amado intente profundizar, ya que no contradecirlos.
Pero hay un episodio en que el libro patina ostentosamente, bordeando -tal como habíamos comentado con respecto a "El padrino", la biografía de Oscar Magurno- la deshonestidad intelectual en haras de los prejuicios ideológicos del autor. Me refiero a cuando relata la denuncia que hicieron algunas empleadas extranjeras (bolivianas, mayormente) al matrimonio Manhard-Fernández.

La verdad es que la denuncia judicial contra los explotadores fue a instancias de la central obrera, con el asesoramiento jurídico presentado generosamente y sin prestar atención a que las trabajadoras no estaban sindicalizadas, entre otras razones por la feroz política represora de toda actividad gremial por parte de los dueños de Chic Parisien e Indian Outlet, entre otros.
Amado, al igual que todos los dirigentes de los partidos tradicionales, es absolutamente anti-sindicatos. Tiene derecho, por cierto, a hacer libros de quien quiera y a criticarlos o no, según sus opiniones o simpatías. Otra cosa es cuando insulta a la inteligencia del lector.
8 de mayo de 2016
Sentado en la vereda, mirando pasar la vida
Quien se tome un par de minutos para ver mi muro en Facebook podrá comprobar que allí tengo como amigos gente de todo el espectro político y de todos los partidos. Como todo el mundo, uno más o menos tiene su forma de pensar y, como muchos, su camiseta puesta. Esto se ve reflejado en las cosas que comparto, en que si bien muchas son humorísticas, hay varias otras que son ideológicas y donde -insisto, como hacen todos- comparto las que tienen que ver con mi modo de pensar y no lo hago con las que no lo hacen.
- Hay varios que me han eliminado por no ser del partido de ellos -y solo tienen como amigos a gente que piense igual- pero nunca lo he hecho yo. Un par de personas que sí eliminé lo fueron por estupidez y oligofrenia en reiteración real, ya sea por subir todos los días fotos de la inteligencia del ejército israelí queriendo justificar burdamente sus bombardeos a hospitales y escuelas palestinas en un caso o por echarle la culpa al gobierno frenteamplista hasta de cuando llueve, mandando insultos por una decisión judicial en la que -obviamente para todos excepto para mi ex amiga facebookiana- no tiene injerencia el Poder Ejecutivo, en el otro caso.
Todos conocemos a ese especimen, que existe en todos los partidos con representación parlamentaria y también en los que no: gente que sube varias entradas al día en 300 días al año, insultando al enemigo que tanto se odia, quien por cierto tiene cosas más importantes que revisar uno de los cientos de miles de muros uruguayos por más que lo cite todo el tiempo. En el fondo, los adjetivos y las acusaciones -curiosamente formuladas en segunda persona- se repiten incesantemente sin que la cosa progrese. El raciocinio suele escasear y uno sospecha que tanto grito en la soledad del cuarto cesaría si el odiado se presentara a argumentar.
Me está ganando la idea de que pocas cosas son tan uruguayas como Facebook -o las redes sociales en
general, sucede que no tengo Twitter, porque considero que con una alcanza y sobra- un lugar donde podemos balconear y hablar (o escribir, para ser exactos) sin parar, con la tranquilidad de no tener ni por casualidad el riesgo de poder hacer algo concreto por cambiar lo que no nos gusta. Pocas cosas tan propias de nuestra sociedad que sentarse en la entrada de la casa a criticar a los demás, quejándose de todo y creyéndonos que sabemos cómo cambiar al mundo.
Pero más que esa actitud criolla de sacar la corneta sólo para hacer ruido, lo que me asombra es el empeño digno de mejor causa de embarcarse en cruzadas personales autistas: no veo ni escucho nada que no apunte en el sentido que yo quiero. No me interesa ninguna razón ni considero el menor argumento diferente. Ahora, si va en el mismo sentido que yo pienso, acepto como válida la más ridícula -o mentirosa- noticia.
Uno creería que la gente adulta no debería ver al mundo que habita como un lugar maniqueo donde de un lado están los buenos inmaculados y del otro, los que acumulan el 100 % de maldad que hay en el Universo. Pero no parece ser ése el tipo de audiencias que buscan nuestros medios de comunicación masivos.
Se me ocurre que hay un buen ejemplo argentino en estos días: aparentemente -y digo aparentemente porque todo el caso de las filtraciones se ha presentado muy vidrioso e intencionado- tanto el entorno de Cristina Fernández como el de Macri estarían directamente involucrados en el escándalo de las sociedades panameñas para lavar dinero. Supongamos que se confirmara plenamente la responsabilidad de ambos bandos... ¿qué medio de la vecina orilla publicaría AMBAS noticias de la misma manera sin tomar partido y sin pretender justificar al lavador afín?.
A diferencia de un discurso que está permeando los medios a modo de lugar común establecido, yo opino que las redes sociales -y los decadentes blogs- han venido a favorecer nuestra democracia al integrar a todo el que así lo quiera, permitiendo que se escuchen todas las voces que quieran expresarse. Como cualquier otra herramienta, hay que saber usarla. Sería bueno que nos acostumbráramos a confrontar diferentes visiones, enriquecernos escuchando a quien tiene otro punto de vista y aprender a incorporar aquello que puede incomodarnos, ampliando nuestro horizonte. El estancamiento tiene más que ver con el achanchamiento y la descomposición que con la tranquilidad.

Todos conocemos a ese especimen, que existe en todos los partidos con representación parlamentaria y también en los que no: gente que sube varias entradas al día en 300 días al año, insultando al enemigo que tanto se odia, quien por cierto tiene cosas más importantes que revisar uno de los cientos de miles de muros uruguayos por más que lo cite todo el tiempo. En el fondo, los adjetivos y las acusaciones -curiosamente formuladas en segunda persona- se repiten incesantemente sin que la cosa progrese. El raciocinio suele escasear y uno sospecha que tanto grito en la soledad del cuarto cesaría si el odiado se presentara a argumentar.

general, sucede que no tengo Twitter, porque considero que con una alcanza y sobra- un lugar donde podemos balconear y hablar (o escribir, para ser exactos) sin parar, con la tranquilidad de no tener ni por casualidad el riesgo de poder hacer algo concreto por cambiar lo que no nos gusta. Pocas cosas tan propias de nuestra sociedad que sentarse en la entrada de la casa a criticar a los demás, quejándose de todo y creyéndonos que sabemos cómo cambiar al mundo.
Pero más que esa actitud criolla de sacar la corneta sólo para hacer ruido, lo que me asombra es el empeño digno de mejor causa de embarcarse en cruzadas personales autistas: no veo ni escucho nada que no apunte en el sentido que yo quiero. No me interesa ninguna razón ni considero el menor argumento diferente. Ahora, si va en el mismo sentido que yo pienso, acepto como válida la más ridícula -o mentirosa- noticia.

Se me ocurre que hay un buen ejemplo argentino en estos días: aparentemente -y digo aparentemente porque todo el caso de las filtraciones se ha presentado muy vidrioso e intencionado- tanto el entorno de Cristina Fernández como el de Macri estarían directamente involucrados en el escándalo de las sociedades panameñas para lavar dinero. Supongamos que se confirmara plenamente la responsabilidad de ambos bandos... ¿qué medio de la vecina orilla publicaría AMBAS noticias de la misma manera sin tomar partido y sin pretender justificar al lavador afín?.
A diferencia de un discurso que está permeando los medios a modo de lugar común establecido, yo opino que las redes sociales -y los decadentes blogs- han venido a favorecer nuestra democracia al integrar a todo el que así lo quiera, permitiendo que se escuchen todas las voces que quieran expresarse. Como cualquier otra herramienta, hay que saber usarla. Sería bueno que nos acostumbráramos a confrontar diferentes visiones, enriquecernos escuchando a quien tiene otro punto de vista y aprender a incorporar aquello que puede incomodarnos, ampliando nuestro horizonte. El estancamiento tiene más que ver con el achanchamiento y la descomposición que con la tranquilidad.
16 de noviembre de 2015
Cataluña: ¿Nacionalismo o xenofobia?
Oriol Junqueras, presidente de Esquerra Republicana, la formación de izquierda que hace campaña por la independencia de Cataluña aliada a la derecha del presidente Mas justificó la opción por separarse de España con el siguiente argumento: "el voto de los soberanistas es un voto racional y el de los unionistas, un voto identitario" (Brecha, 25/9/15).
No me gustan nada los argumentos al estilo "Nosotros somos los que pensamos, los que tienen la posición contraria no piensan". Parece siempre difícil aceptar que el otro, el que opina distinto que nosotros, es alguien que tiene los mismos derechos y que es tan valioso como nosotros. En este intento catalán de independizarse de España ha habido mucho de escasez de razones y de apelaciones a lo irracional y a una descalificación del otro, lo que ha hecho confundir -en mi opinión- a buena parte de la izquierda latinoamericana.
El principal argumento de los independentistas es simplemente la posibilidad de decidir ellos mismos si se independizan o no. Uno ha escuchado atentamente a quienes están en la posición contraria -eso tan difícil- y, honestamente, lo único que he percibido ha sido ello. No ha habido quejas contundentes sobre el funcionamiento del estado central del cual quieren separarse. Mucho menos se ha argumentado -mal que le pese a la izquierda catalana que ha acompañado activa o críticamente este proceso- que con la formación de un país aparte se mejoren los numerosos problemas sociales que aquejan a toda la península.
Y es que la principal causa de esta súbita campaña por la independencia no se ha mencionado que yo sepa: la tradicional xenofobia catalana. Para un uruguayo es difícil de entender pero en España se da como en pocos lugares el odio que determinadas regiones le tienen a las otras (y eso no es privativo de los catalanes, por cierto). La autonomía que tienen las distintas regiones es enorme -muy superior a la de un departamento uruguayo- y, en realidad, si Cataluña se independizara de España, los cambios reales serían mínimos.
Yo estuve apenas una vez -vamos a decir las cosas como son- en España hace ya quince años durante un mes, de los cuales estuve paseando por Barcelona una semana. Obviamente, no soy un especialista de la realidad de aquel país. Pero sí puedo dar fe del menosprecio general que tienen los catalanes por los extranjeros, sentimiento que no sentí en ningún momento en ninguna otra parte, a pesar de haber visitado buena parte de España. Varias fuentes coincidieron en afirmar que la hostilidad frecuente no era por ser sudamericano sino por no catalán.
Los soberanistas argumentan que el Estado central no dialoga con ellos -no lo discuto, no tengo ningún interés de defender ni al PP ni al PSOE- y que no les reconoce las instancias de referendum que ellos mismos inventaron para acompañar su campaña, lo cual parece lógico. En realidad, las razones por la independencia parecen endebles más allá de la muy disimulada apelación a ser diferentes, lo que apunta a una intención de creerse superiores.
Muy significativo es que las varias instancias electorales a favor de un
pronunciamiento de independencia no ha llevado a guarismos impactantes. Si bien ha ganado el Si a la separación, hay un porcentaje muy significativo de catalanes que no quieren saber de una república autónoma, que son tan catalanes como los demás. Lo cual da que pensar, si tenemos en cuenta el viejo sentimiento de muchas regiones que detestan a las demás -muy especialmente a Madrid- y lo fácil que es enarbolar las viejas banderas de la demagogia nacionalista especialmente en épocas de crisis económicas. Y sin embargo el resultado, con todo a favor, no ha sido aplastante ni mucho menos.
¿Qué pasará si consigue Cataluña su independencia, cuando vean que los cambios mágicos no han sido tales y se han dejado llevar por oportunistas que han agitado sus instintos regionalistas?. ¿Qué dirán entonces las izquierdas cómplices, cuando siga la derecha local gobernando con la misma receta de neoliberalismo, recorte de derechos y desempleo, pero legitimados por un voto xenófobo?.
No me gustan nada los argumentos al estilo "Nosotros somos los que pensamos, los que tienen la posición contraria no piensan". Parece siempre difícil aceptar que el otro, el que opina distinto que nosotros, es alguien que tiene los mismos derechos y que es tan valioso como nosotros. En este intento catalán de independizarse de España ha habido mucho de escasez de razones y de apelaciones a lo irracional y a una descalificación del otro, lo que ha hecho confundir -en mi opinión- a buena parte de la izquierda latinoamericana.

Y es que la principal causa de esta súbita campaña por la independencia no se ha mencionado que yo sepa: la tradicional xenofobia catalana. Para un uruguayo es difícil de entender pero en España se da como en pocos lugares el odio que determinadas regiones le tienen a las otras (y eso no es privativo de los catalanes, por cierto). La autonomía que tienen las distintas regiones es enorme -muy superior a la de un departamento uruguayo- y, en realidad, si Cataluña se independizara de España, los cambios reales serían mínimos.

Yo estuve apenas una vez -vamos a decir las cosas como son- en España hace ya quince años durante un mes, de los cuales estuve paseando por Barcelona una semana. Obviamente, no soy un especialista de la realidad de aquel país. Pero sí puedo dar fe del menosprecio general que tienen los catalanes por los extranjeros, sentimiento que no sentí en ningún momento en ninguna otra parte, a pesar de haber visitado buena parte de España. Varias fuentes coincidieron en afirmar que la hostilidad frecuente no era por ser sudamericano sino por no catalán.
Los soberanistas argumentan que el Estado central no dialoga con ellos -no lo discuto, no tengo ningún interés de defender ni al PP ni al PSOE- y que no les reconoce las instancias de referendum que ellos mismos inventaron para acompañar su campaña, lo cual parece lógico. En realidad, las razones por la independencia parecen endebles más allá de la muy disimulada apelación a ser diferentes, lo que apunta a una intención de creerse superiores.
Muy significativo es que las varias instancias electorales a favor de un
pronunciamiento de independencia no ha llevado a guarismos impactantes. Si bien ha ganado el Si a la separación, hay un porcentaje muy significativo de catalanes que no quieren saber de una república autónoma, que son tan catalanes como los demás. Lo cual da que pensar, si tenemos en cuenta el viejo sentimiento de muchas regiones que detestan a las demás -muy especialmente a Madrid- y lo fácil que es enarbolar las viejas banderas de la demagogia nacionalista especialmente en épocas de crisis económicas. Y sin embargo el resultado, con todo a favor, no ha sido aplastante ni mucho menos.
¿Qué pasará si consigue Cataluña su independencia, cuando vean que los cambios mágicos no han sido tales y se han dejado llevar por oportunistas que han agitado sus instintos regionalistas?. ¿Qué dirán entonces las izquierdas cómplices, cuando siga la derecha local gobernando con la misma receta de neoliberalismo, recorte de derechos y desempleo, pero legitimados por un voto xenófobo?.
12 de agosto de 2015
Historia para nadie
Empecemos por lo primero: la objetividad no existe. El abordar un hecho y/o período histórico en un utópico punto neutral desde donde emerge la verdad incuestionable es imposible. Todo el que escribe sobre historia toma partido, ya sea que trate un tema del pasado remoto o sobre hechos recientes. Mucho más, en éste último caso.
Por otra parte, hay una indiscutible necesidad de los uruguayos de entender su historia reciente, pese a la asepsia vergonzante de los grandes medios de comunicación, que encandilados por los reality show y los programejos sobre la estúpida farándula porteña y similares, eluden como la peste cualquier tratamiento mínimamente serio de la realidad, tanto pasada como actual.
El libro histórico es negocio desde hace varios años y muchos se han subido al carro. Incluyendo al inefable Julio María Sanguinetti, el máximo representante del olvido, también se ha puesto a facturar -y mucho- con sus "recuerdos", que tampoco tienen mucho de objetivos que digamos.
Objetividad y verdad son valores que no necesariamente pasan porque el historiador tenga un punto de vista parecido al mío, sino más bien por la honestidad intelectual del que escribe. Por honestidad entiendo a quien presenta los hechos sin elegir a los que más les convengan, dejando de lado los que molestan a su tesis.
Poco hay de ello en "Patria para nadie".
EL HECHO MLN COMO PROBLEMA
Desde que volvió hace 30 años la democracia en Uruguay -o quizás, desde que comenzó el fenómeno Tupamaro- nos han dado diversas versiones extremistas, poco honestas y más cercanas al cuento de hadas donde toda la verdad está de un solo lado, que aproximaciones medianamente honestas. Al extremo del discurso oficial de la dictadura, se le opuso desde 1985 el otro extremo: la mitificación de un pasado heroico, aséptico e impoluto, si bien derrotado.
Mal o bien, el MLN fue un movimiento guerrillero que pretendió tomar el poder por las armas, oponiéndose a todo el sistema político, Frente Amplio incluído. Que ahora, como movimiento político integre la coalición de izquierdas no cambia nada. Aún recuerdo el escándalo que produjo en la inmediata reconquista democrática la publicación de la novela "El color que el infierno me escondiera", de Carlos Martínez Moreno. Fue tratada de ser una maniobra de Inteligencia (o sea, ultraderechista)... por admitir que los tupamaros habían matado a Mitrione y a Pascasio Baez, o por presentar guerrilleros que dudan o a los que les cuesta reponerse a los contratiempos de la represión y la tortura.
Por un lado, está el discurso de que en los 60 la democracia representativa era una maravilla virgen de defectos y de injusticias y fue atacada vilmente por unos infantiles imitadores de Fidel Castro, lo que desembocó naturalmente en una dictadura militar. Por el otro, el de unos luchadores sociales que no mencionan sus robos, secuestros y asesinatos y, fundamentalmente, su mesianismo de creer que ellos por la suya iban a decidir el rumbo del país.
EL LIBRO "PATRIA PARA NADIE"
En la página 155 se dice: "... La policía estaba furiosa, un hecho que se verificaba con los crecientes informes de interrogatorios violentos -los detenidos invariablemente los llamaban torturas- que tenían lugar en sus comisarías." No queda clara, por cierto, la diferencia entre "interrogatorio violento" y tortura. Brum elige usar un eufemismo vergonzoso.
El libro se dedica fundamentalmente a detallar las acciones del MLN en tanto que movimiento guerrillero y, bastante menos, su caída, su pasar de diversas maneras durante el período de la dictadura y su ingreso en la política partidaria hasta la asunción de Mujica como presidente del pais. Se regocija minuciosamente en cada error o torpeza cometido por los tupas, como si fuera posible que hubiera algún grupo de cualquier ideología que no los cometiera.
Brum odia particularmente a alguna gente y no se priva de criticarlos
duramente con argumentos o sin ellos: Wilson Ferreira Aldunate no sólo tenía contactos frecuentes con los tupamaros, también era un golpista capaz de cualquier cosa para llegar al poder; Alejandro Otero era un trepador que quiso adjudicarse todo el mérito de derrotar al MLN; Samuel Blixen es un periodista mentiroso, aunque nunca sabremos por qué. De información, nada.
Si bien Brum -que no es historiador, antropólogo o escritor sino "especialista en seguridad y terrorismo"- tiene la honestidad intelectual, producto quizás de los tiempos que corren, de reconocer que los presos políticos fueron torturados largamente -hecho que su admiradísimo Víctor Castiglione siempre negó rotundamente- no faltan en el libro los incoherentes intentos, como el mencionado arriba, de minimizar la violencia estatal, enfatizando la utilizada por los guerrilleros, que por cierto existió.
En estos últimos días apareció otra vez en escena Héctor Amodio Pérez, el conocido traidor del movimiento, reiterando el discurso presentado dos años atrás en su reaparición pública: él no traicionó a nadie, lo usan como chivo expiatorio, todos los demás líderes tupamaros fueron ineptos o deshonestos (a diferencia de él mismo), nunca mató a nadie ni robó nada... un cuento de hadas también, demasiado funcional a sus intereses para ser creíble.
No sé si es casualidad pero gran parte del relato que Brum presenta como fruto de una investigación exhaustiva y objetiva, coincide puntillosamente con el referido discurso de Amodio, incluyendo la caracterización de Sendic -el gran enemigo del resurgido ex líder de la columna 15- como un burdo incompetente, porfiado y desinteresado por la seguridad y la salud de sus comandados.
Seguiremos esperando una historia medianamente honesta sobre un período muy particular de nuestra historia, que está largamente en disputa entre varios bandos que pretenden vendernos su versión interesada de lo que verdaderamente ocurrió y que sigue influyendo aún en la historia de nuestra baqueteada democracia.
En la página 270 hay un ejemplo que define perfectamente la deshonestidad intelectual de Brum: refiriéndose a la campaña electoral de 1971, dice que hubo 150 atentados, de los cuales 143 los sufrió el Partido Colorado y sólo dos (2) la izquierda. La única fuente de tal aseveración es el diario "El país", que jamás fue un órgano de información serio y no hay ninguna otra que la afirme o la contradiga. Hasta el más salvaje antiizquierdista sabe que esa estadística es delirante.

El libro histórico es negocio desde hace varios años y muchos se han subido al carro. Incluyendo al inefable Julio María Sanguinetti, el máximo representante del olvido, también se ha puesto a facturar -y mucho- con sus "recuerdos", que tampoco tienen mucho de objetivos que digamos.
Objetividad y verdad son valores que no necesariamente pasan porque el historiador tenga un punto de vista parecido al mío, sino más bien por la honestidad intelectual del que escribe. Por honestidad entiendo a quien presenta los hechos sin elegir a los que más les convengan, dejando de lado los que molestan a su tesis.
Poco hay de ello en "Patria para nadie".
EL HECHO MLN COMO PROBLEMA
Desde que volvió hace 30 años la democracia en Uruguay -o quizás, desde que comenzó el fenómeno Tupamaro- nos han dado diversas versiones extremistas, poco honestas y más cercanas al cuento de hadas donde toda la verdad está de un solo lado, que aproximaciones medianamente honestas. Al extremo del discurso oficial de la dictadura, se le opuso desde 1985 el otro extremo: la mitificación de un pasado heroico, aséptico e impoluto, si bien derrotado.

Por un lado, está el discurso de que en los 60 la democracia representativa era una maravilla virgen de defectos y de injusticias y fue atacada vilmente por unos infantiles imitadores de Fidel Castro, lo que desembocó naturalmente en una dictadura militar. Por el otro, el de unos luchadores sociales que no mencionan sus robos, secuestros y asesinatos y, fundamentalmente, su mesianismo de creer que ellos por la suya iban a decidir el rumbo del país.
EL LIBRO "PATRIA PARA NADIE"
En la página 155 se dice: "... La policía estaba furiosa, un hecho que se verificaba con los crecientes informes de interrogatorios violentos -los detenidos invariablemente los llamaban torturas- que tenían lugar en sus comisarías." No queda clara, por cierto, la diferencia entre "interrogatorio violento" y tortura. Brum elige usar un eufemismo vergonzoso.

Brum odia particularmente a alguna gente y no se priva de criticarlos
Si bien Brum -que no es historiador, antropólogo o escritor sino "especialista en seguridad y terrorismo"- tiene la honestidad intelectual, producto quizás de los tiempos que corren, de reconocer que los presos políticos fueron torturados largamente -hecho que su admiradísimo Víctor Castiglione siempre negó rotundamente- no faltan en el libro los incoherentes intentos, como el mencionado arriba, de minimizar la violencia estatal, enfatizando la utilizada por los guerrilleros, que por cierto existió.

No sé si es casualidad pero gran parte del relato que Brum presenta como fruto de una investigación exhaustiva y objetiva, coincide puntillosamente con el referido discurso de Amodio, incluyendo la caracterización de Sendic -el gran enemigo del resurgido ex líder de la columna 15- como un burdo incompetente, porfiado y desinteresado por la seguridad y la salud de sus comandados.
Seguiremos esperando una historia medianamente honesta sobre un período muy particular de nuestra historia, que está largamente en disputa entre varios bandos que pretenden vendernos su versión interesada de lo que verdaderamente ocurrió y que sigue influyendo aún en la historia de nuestra baqueteada democracia.
En la página 270 hay un ejemplo que define perfectamente la deshonestidad intelectual de Brum: refiriéndose a la campaña electoral de 1971, dice que hubo 150 atentados, de los cuales 143 los sufrió el Partido Colorado y sólo dos (2) la izquierda. La única fuente de tal aseveración es el diario "El país", que jamás fue un órgano de información serio y no hay ninguna otra que la afirme o la contradiga. Hasta el más salvaje antiizquierdista sabe que esa estadística es delirante.
5 de agosto de 2014
La primera víctima de una guerra: la verdad
El asunto es conocido, aunque muchos hayan olvidado el origen. Tres muchachos israelíes aparecieron asesinados -todavía, que yo sepa, no se ha aclarado el crimen y parece que a nadie le importa hacerlo- y en represalia, el ejército de ese país está bombardeando día y noche la zona palestina de Gaza, ocupada desde hace décadas en un singular proceso paulatino de la razón de la fuerza y de los hechos consumados. El conflicto israelí-palestino es viejo y ya fue analizado en este blog:
EL CONFLICTO EN SÍ
El tema de hoy no es la guerra -o como se llame la situación cíclica y violenta que se vive en la zona, sino cómo la vemos acá, tan lejos.
Ya lo vimos cuando hubo enfrentamientos callejeros en Venezuela no hace mucho (¿quién se acuerda de ellos hoy?): en Facebook y similares, llovían "pruebas" de que un bando -y sólo un bando- era violento y el otro, apenas una víctima inocente. La agresividad, la virulencia y la sinrazón llegaron a niveles apocalípticos, seguramente porque nadie le rendía cuentas a nadie de lo que decía.
Muchas veces en la historia de la humanidad la indiferencia -y una supuesta "objetividad"- puede ser el más cobarde de los crímenes y una indigna complicidad con los prepotentes. Pero parece que, invento de las redes sociales mediante, tendremos que resignarnos a ver fanatismos de uno y otro lado, blanco y negro sin ningún matiz de honestidad o duda. ¿Tendremos que limitarnos a preferir entre un bando bueno a más no poder y otro bando villano por puro vicio ante cualquier conflicto cercano o lejano o deberemos intentar escondernos, pretendiendo que ninguna de esas complicaciones llegue nunca a golpear a nuestra puerta?.
Lo que opino específicamente de esta ya larga lucha entre judíos y árabes en Palestina ya lo dije en la columna citada más arriba. El episodio actual es uno de los más violentos y arbitarios: el ejército israelí -que desde siempre ocupa vastas zonas palestinas destruyendo casas, encarcelando y asesinando a sus habitantes- se ha ensañado en una operación de venganza por esos tres jóvenes compatriotas tristemente muertos. Que parece ser la chispa que varios estaban buscando para hacer explotar a la región.
Estas polémicas me suelen hacen acordar a cuando se juntan a discutir sobre Peñarol y Nacional algunos periodistas partidarios -o dirigentes- acerca de cuál equipo es más grande. Uno dice -por ejemplo- que su cuadro ganó el primer clásico y el otro se hace el gil con el argumento y responde otra cosa, por ejemplo, que tienen el clásico con más diferencia de goles, razón que también ignorará su adversario. Ambos pretenderán que su club es el único grande, que el otro no existe, buscarán cuanto mérito puedan encontrar de ellos mismos y se callarán con los méritos ajenos.
Varios uruguayos han publicado -o compartido- día tras día en Internet supuestas pruebas de que Hamas, el gobierno palestino o quien sea utiliza hospitales y escuelas con escudos humanos para generar víctimas cuando las Fuerzas Armadas israelíes se ven "obligadas" a bombardearlas. Ergo, los responsables son los mismos bombardeados y no el ejército cruel. Lástima que las fuentes sean de las mismas F.F.A.A. judías.
Nadie en su sano juicio se va a poner a defender a quienes lanzan misiles contra la población civil israelí ni a sus líderes. Tampoco es honesto hacerse el desentendido contra la existencia de un gobierno palestino corrupto como pocos.
Pero eso no legitima a un ejército que se dedica a exterminar a un país extranjero, ocupado por la fuerza y condenado a la inviabilidad por el saqueo permanente de su territorio y su agua. El odio está instalado fuertemente y en ambos bandos. Los judíos también odian irracionalmente al otro e, incluso, así lo enseñan en sus colegios en un lugar tan lejano como Uruguay.
Muchos compatriotas -algunos que conozco y considero inteligentes- se están ensuciando de sangre diariamente sus manos defendiendo con argumentos penosos los bombardeos salvajes israelíes -por ejemplo, la situación en Siria o en Egipto- y la palabra "antijudío" está a la orden del día como si la política de un gobierno fuera lo mismo que un pueblo. Defienden, incluso si ello importara, a un país que en realidad no es el de ellos. Es como si mañana el ejército español invade un país del norte de Africa y yo pretendiera que la culpa no es de quienes bombardean poblaciones civiles indefensas sino de esos mismos negros que pretenden emigrar a mi madre patria.
Algún día se arrepentirán cuando comprendan lo que verdaderamente es un hospital bombardeado. Que nadie se insensibilice y olvide a lo que nos puede llevar un nacionalismo fanático y mal entendido.
EL CONFLICTO EN SÍ
Ya lo vimos cuando hubo enfrentamientos callejeros en Venezuela no hace mucho (¿quién se acuerda de ellos hoy?): en Facebook y similares, llovían "pruebas" de que un bando -y sólo un bando- era violento y el otro, apenas una víctima inocente. La agresividad, la virulencia y la sinrazón llegaron a niveles apocalípticos, seguramente porque nadie le rendía cuentas a nadie de lo que decía.

Lo que opino específicamente de esta ya larga lucha entre judíos y árabes en Palestina ya lo dije en la columna citada más arriba. El episodio actual es uno de los más violentos y arbitarios: el ejército israelí -que desde siempre ocupa vastas zonas palestinas destruyendo casas, encarcelando y asesinando a sus habitantes- se ha ensañado en una operación de venganza por esos tres jóvenes compatriotas tristemente muertos. Que parece ser la chispa que varios estaban buscando para hacer explotar a la región.

Varios uruguayos han publicado -o compartido- día tras día en Internet supuestas pruebas de que Hamas, el gobierno palestino o quien sea utiliza hospitales y escuelas con escudos humanos para generar víctimas cuando las Fuerzas Armadas israelíes se ven "obligadas" a bombardearlas. Ergo, los responsables son los mismos bombardeados y no el ejército cruel. Lástima que las fuentes sean de las mismas F.F.A.A. judías.
Nadie en su sano juicio se va a poner a defender a quienes lanzan misiles contra la población civil israelí ni a sus líderes. Tampoco es honesto hacerse el desentendido contra la existencia de un gobierno palestino corrupto como pocos.

Muchos compatriotas -algunos que conozco y considero inteligentes- se están ensuciando de sangre diariamente sus manos defendiendo con argumentos penosos los bombardeos salvajes israelíes -por ejemplo, la situación en Siria o en Egipto- y la palabra "antijudío" está a la orden del día como si la política de un gobierno fuera lo mismo que un pueblo. Defienden, incluso si ello importara, a un país que en realidad no es el de ellos. Es como si mañana el ejército español invade un país del norte de Africa y yo pretendiera que la culpa no es de quienes bombardean poblaciones civiles indefensas sino de esos mismos negros que pretenden emigrar a mi madre patria.
Algún día se arrepentirán cuando comprendan lo que verdaderamente es un hospital bombardeado. Que nadie se insensibilice y olvide a lo que nos puede llevar un nacionalismo fanático y mal entendido.
26 de septiembre de 2013
A 5 años de la gran crisis económica mundial
En 2008 reventó la burbuja inmobiliaria norteamericana y con ella, millones de personas en todo el mundo -no sólo en el país de origen, gracias a la bendecida globalización- vieron arruinadas sus vidas, siendo desalojados de sus casas y/o perdiendo sus empleos. Gente que, muchas veces, ya está en una edad en la que esta sociedad no incluye dentro de los que les puede dar empleos.
Pero la crisis que ha demolido las economía de unos cuantos países no fue el resultado de una catástrofe natural imposible de modificar sino que, muy por el contrario, es culpa de la avaricia, la irresponsabilidad y el cretinismo de un puñado de jerarcas bancarios que distorsionaron la economía mundial, introduciéndola en un circo artificial imposible de mantener con el tiempo. Hoy esa gente, sin embargo, no sólo no perdió un dólar y mantiene sus privilegios, sus fastuosos salarios y su nombre impoluto. También siguen dando consejos, imponiendo gobernantes y manteniendo sus rancias ideas. Los talibanes del neoliberalismo keep walking.
A nivel local, por lo menos la familia Peirano -principal culpable de la crisis de la clase media en 2002- fue condenada penal y socialmente; hubo grandes cambios políticos en el país y no parece haber mayormente lugar para las ideas económicas antiestatales defendidas por "Búsqueda". Sin embargo, cuando un banco off-shore (una casa de cambio sofisticada, no un banco convencional) es legítimamente investigada por lavado de dinero, los neoliberales criollos -con el inesperado apoyo de Astori, que cada vez está más cerca de ellos y más lejos de sus columnas en "Brecha" de hace unos años- pegan el grito en el cielo y vuelven a la carga con sus anuncios de apocalipsis próximos si no seguimos detrás de su pensamiento único.
No hubo responsables en el Primer Mundo, sin embargo. Nadie fue encarcelado, nadie fue despedido (de ellos) y nadie perdió su sillón. Ni siquiera perdieron la batalla de ideas y siguen repitiendo sus consignas mentirosas y fanáticas. Nadie tuvo la decencia de defenestrar a las famosas empresas que calculan el riesgo y le daban la calificación óptima a quienes habían creado fondos artificiales de una manera insostenible, supongo que porque era de los suyos. Porque los solventes bancos cooperativos reciben calificaciones peores que la especulación financiera, es un misterio que sólo se puede explicar por prejuicios de clase. Lo peor es que todavía siguen opinando.
Ahí está el presidente de Bolivia. No es neoliberal sino socialista, no tiene títulos universitarios ni un apellido ilustre y para peor, no es blanco. Durante años fue tomado como un chiste y no como un presidente igual a los otros. El tema es que ha elevado significativamente el nivel de vida y ha bajado las enormes desigualdades en su país, sin utilizar las recetas dictadas por los talibanes occidentales, sino todo lo contrario. Latinoamérica crece en sus indicadores económicos luego de seguir un camino propio, a pesar de los proteccionismos del decadente Primer Mundo, impuestos por la fuerza. Sin embargo, los talibanes del neoliberalismo se siguen dando la cabeza contra la pared.
Pero la crisis que ha demolido las economía de unos cuantos países no fue el resultado de una catástrofe natural imposible de modificar sino que, muy por el contrario, es culpa de la avaricia, la irresponsabilidad y el cretinismo de un puñado de jerarcas bancarios que distorsionaron la economía mundial, introduciéndola en un circo artificial imposible de mantener con el tiempo. Hoy esa gente, sin embargo, no sólo no perdió un dólar y mantiene sus privilegios, sus fastuosos salarios y su nombre impoluto. También siguen dando consejos, imponiendo gobernantes y manteniendo sus rancias ideas. Los talibanes del neoliberalismo keep walking.
A nivel local, por lo menos la familia Peirano -principal culpable de la crisis de la clase media en 2002- fue condenada penal y socialmente; hubo grandes cambios políticos en el país y no parece haber mayormente lugar para las ideas económicas antiestatales defendidas por "Búsqueda". Sin embargo, cuando un banco off-shore (una casa de cambio sofisticada, no un banco convencional) es legítimamente investigada por lavado de dinero, los neoliberales criollos -con el inesperado apoyo de Astori, que cada vez está más cerca de ellos y más lejos de sus columnas en "Brecha" de hace unos años- pegan el grito en el cielo y vuelven a la carga con sus anuncios de apocalipsis próximos si no seguimos detrás de su pensamiento único.

Ahí está el presidente de Bolivia. No es neoliberal sino socialista, no tiene títulos universitarios ni un apellido ilustre y para peor, no es blanco. Durante años fue tomado como un chiste y no como un presidente igual a los otros. El tema es que ha elevado significativamente el nivel de vida y ha bajado las enormes desigualdades en su país, sin utilizar las recetas dictadas por los talibanes occidentales, sino todo lo contrario. Latinoamérica crece en sus indicadores económicos luego de seguir un camino propio, a pesar de los proteccionismos del decadente Primer Mundo, impuestos por la fuerza. Sin embargo, los talibanes del neoliberalismo se siguen dando la cabeza contra la pared.
11 de junio de 2013
Von Rompaey: andá llevando
El ex Presidente de la Suprema Corte de Justicia, el Dr. Leslie Von Rompaey escribió en el prólogo del libro anónimo contra la despenalización de la interrupción del embarazo, presentado hace pocos días que quienes estamos "a favor del aborto" (sic) no hemos presentado casi ningún argumento.
Yo, que aún no terminé Secundaria -probablemente lo haga en unos meses- me tomo el atrevimiento de enumerarle respetuosamente al prestigioso abogado algunos. No soy -ni intento serlo- el portavoz de los movimientos a favor de la despenalización, ni los integro. Solamente tengo derecho a opinar, como cualquier ciudadano. Y un blog.
Hay una entrada anterior mía sobre el tema hace dos años. Se puede leer acá:
Yo decido (si nací con pito) del 30/5/11
Trataremos de no repetirnos, ahí decía algo así como que:
-Quienes tenemos la opinión contraria de Von Rompaey, Tabaré Vazquez y los del Opus Dei estamos a favor de la despenalización del aborto y no del aborto en sí. Queremos dar libertad a quienes quieran hacérselo, no inducirlas.
-Quienes quieren prohibirlo (o que siga prohibido), que son básicamente determinadas iglesias empezando por la Católica Apostólica Romana no tienen autoridad moral ni injerencia para imponer conductas a mujeres que, probablemente, no predican su credo.
-En el caso de los cultos (y muchos personajes) no han demostrado ni remotamente ningún interés por la vida o por los derechos humanos de nadie, cuando en nuestro continente sobran las masacres, las injusticias y las desigualdades. Es gente poderosa y adinerada que nunca antes se había movilizado por nada mientras a su alrededor pasaba de todo.
-Muchas veces la prohibición encubre el pingüe negocio que realizan muchos médicos en la clandestinidad de sus clínicas, donde cobran lo que se les antoja y trabajan como quieren.
Es muy viejo y manido el truco de presentar a quien está en contra de nuestras posiciones como que no tiene argumentos. El problema de Von Rompaey es que probablemente sólo lee "El país" o ve "Telenoche 4", que no son precisamente ejemplos de pluralismo de ideas. Pero vamos a ilustrar un poco mejor al doctor Leslie, así reflexiona un poquito:
-La despenalización no lleva al incremento de abortos. No hay pruebas estadísticas de ello en ninguna parte del mundo. Lo que podría hacer descender el número de abortos (intención compartible) sería la educación sexual y la información responsable, pero a ésto también se oponen los fanáticos religiosos.
-En Estados Unidos en los 80 hubo una serie de atentados terroristas llevados a cabo por militantes antiabortistas, con el lamentable saldo de varios muertos. Curiosa forma de defender la vida...
-Si bien hay que estar atentos a que no se creen sociedades que se dediquen a la selección artificial, lo que podría llevar a que se desechen los niños que no sean rubios o cosas así, es deseable que determinadas enfermedades congénitas (por ejemplo, la columna bífida) que sólo pueden traer sufrimiento extremo propio y de los familiares a cargo. En España los movimientos "Si a la vida" (no es el único país) se oponen también a abortos en estas condiciones. Y también a los de embarazos resultantes de violaciones.
Uno podría afirmar que, en realidad, los que "están a favor de la vida" no tienen más argumento que el de defender al embrión. Están en contra en su gran mayoría -como se ha dicho- de la educación sexual y de todo método anticonceptivo, por lo cual todas las parejas del mundo estarían obligadas a seguir sus fanáticas concepciones y tener todos los hijos "que Dios les da". Con ese criterio tampoco podríamos tratar un cáncer o aliviar un dolor.
En la anterior entrada mía sobre el tema o en la finalizada serie "¿Las mujeres son todas putas?" recibí varios comentarios -algunos con el popular login "Anónimo"- con opiniones bastante diversas de la mía. Ningún problema con eso, lo polémico es que solían abundar en afirmaciones muy traídas de los pelos del estilo "las mujeres son así o asá", dando por indiscutible que ellas son muy diferentes -e inferiores o incompletas- con respecto a los hombres y por eso no se les podía dejar en sus manos la decisión sobre sus embarazos. Yo opino todo lo contrario.

Hay una entrada anterior mía sobre el tema hace dos años. Se puede leer acá:
Yo decido (si nací con pito) del 30/5/11
Trataremos de no repetirnos, ahí decía algo así como que:
-Quienes tenemos la opinión contraria de Von Rompaey, Tabaré Vazquez y los del Opus Dei estamos a favor de la despenalización del aborto y no del aborto en sí. Queremos dar libertad a quienes quieran hacérselo, no inducirlas.
-Quienes quieren prohibirlo (o que siga prohibido), que son básicamente determinadas iglesias empezando por la Católica Apostólica Romana no tienen autoridad moral ni injerencia para imponer conductas a mujeres que, probablemente, no predican su credo.
-En el caso de los cultos (y muchos personajes) no han demostrado ni remotamente ningún interés por la vida o por los derechos humanos de nadie, cuando en nuestro continente sobran las masacres, las injusticias y las desigualdades. Es gente poderosa y adinerada que nunca antes se había movilizado por nada mientras a su alrededor pasaba de todo.
-Muchas veces la prohibición encubre el pingüe negocio que realizan muchos médicos en la clandestinidad de sus clínicas, donde cobran lo que se les antoja y trabajan como quieren.
Es muy viejo y manido el truco de presentar a quien está en contra de nuestras posiciones como que no tiene argumentos. El problema de Von Rompaey es que probablemente sólo lee "El país" o ve "Telenoche 4", que no son precisamente ejemplos de pluralismo de ideas. Pero vamos a ilustrar un poco mejor al doctor Leslie, así reflexiona un poquito:
-La despenalización no lleva al incremento de abortos. No hay pruebas estadísticas de ello en ninguna parte del mundo. Lo que podría hacer descender el número de abortos (intención compartible) sería la educación sexual y la información responsable, pero a ésto también se oponen los fanáticos religiosos.
-Si bien hay que estar atentos a que no se creen sociedades que se dediquen a la selección artificial, lo que podría llevar a que se desechen los niños que no sean rubios o cosas así, es deseable que determinadas enfermedades congénitas (por ejemplo, la columna bífida) que sólo pueden traer sufrimiento extremo propio y de los familiares a cargo. En España los movimientos "Si a la vida" (no es el único país) se oponen también a abortos en estas condiciones. Y también a los de embarazos resultantes de violaciones.
Uno podría afirmar que, en realidad, los que "están a favor de la vida" no tienen más argumento que el de defender al embrión. Están en contra en su gran mayoría -como se ha dicho- de la educación sexual y de todo método anticonceptivo, por lo cual todas las parejas del mundo estarían obligadas a seguir sus fanáticas concepciones y tener todos los hijos "que Dios les da". Con ese criterio tampoco podríamos tratar un cáncer o aliviar un dolor.
En la anterior entrada mía sobre el tema o en la finalizada serie "¿Las mujeres son todas putas?" recibí varios comentarios -algunos con el popular login "Anónimo"- con opiniones bastante diversas de la mía. Ningún problema con eso, lo polémico es que solían abundar en afirmaciones muy traídas de los pelos del estilo "las mujeres son así o asá", dando por indiscutible que ellas son muy diferentes -e inferiores o incompletas- con respecto a los hombres y por eso no se les podía dejar en sus manos la decisión sobre sus embarazos. Yo opino todo lo contrario.
4 de marzo de 2013
Un 1 de Marzo diferente
Desde el 1 de Marzo pasado soy Jefe de Sección. Una gran satisfacción personal, por cierto, y la sensación -probablemente, por primera vez en mi vida- de sentirme realizado en algo que hago. La alegría es personal, instransferible y en todo caso, de los que me rodean aunque es conocido que no toda la gente a mi lado comparte la buena nueva. Pero tengo claro que muchas felicitaciones son más que protocolares.
Como no soy de comentar todos los pasos de mi vida, ni aquí ni en mi cuenta de Facebook, subí esta entrada porque creo que hay un par de reflexiones que pueden ser válidas para compartir en estos momentos, más allá del sentimiento propio, que es intransferible.
En primer lugar, me parece fundamental tener siempre presente en todo momento, que no debo créermela. He visto cometer ese error demasiadas veces para que yo mismo lo repita. Creo que una de las cosas más importantes en la vida es no dejar nunca de tener los pies bien firmes sobre la tierra, no mentirme a mí mismo y tener clara cómo son en realidad las cosas.
Pero también, es muy importante el poder decir hoy sin ninguna sospecha de que alguien me pueda desmentir, que este cargo llegó con un poco de merecimientos y otro poco de suerte, pero sin que nunca haya cambiado ni una de las ideas. Siempre voté lo que quise, siempre fui a los partidos de basquet y de fútbol que quise (el que sepa entender, que entienda) y nunca dije una palabra en la que no creyera sinceramente.
Después de muchos años de listas negras y de injusticias, de persecuciones y de tantas zoreteadas, hoy puedo decir que me gané el cargo trabajando -algo que muchos no lo pueden hacer- designado por gente que no es familiar mío, que notoriamente no son de mi partido político ni son amigos personales. Quizás otros tendrán más méritos que yo, pero no dejo de tener los míos.
Sin falsas modestias, creo que el lugar donde estoy trabaja mejor que hace dos años cuando empecé en esto y puedo estar tranquilo porque lo logré con mi estilo y mis ideas. Sin cambiar y sin borrar nada con el codo. Con autenticidad, sin falsos elogios ni alcahueterías. Con errores, por supuesto, pero con honestidad. Sin dejar de decir lo que me parece que está mal. Poniéndome la camiseta muchísimo más que otros que van a doblar listas pero no sirven para nada.
Repito: el que sepa entender, que entienda.
Como no soy de comentar todos los pasos de mi vida, ni aquí ni en mi cuenta de Facebook, subí esta entrada porque creo que hay un par de reflexiones que pueden ser válidas para compartir en estos momentos, más allá del sentimiento propio, que es intransferible.

Pero también, es muy importante el poder decir hoy sin ninguna sospecha de que alguien me pueda desmentir, que este cargo llegó con un poco de merecimientos y otro poco de suerte, pero sin que nunca haya cambiado ni una de las ideas. Siempre voté lo que quise, siempre fui a los partidos de basquet y de fútbol que quise (el que sepa entender, que entienda) y nunca dije una palabra en la que no creyera sinceramente.
Después de muchos años de listas negras y de injusticias, de persecuciones y de tantas zoreteadas, hoy puedo decir que me gané el cargo trabajando -algo que muchos no lo pueden hacer- designado por gente que no es familiar mío, que notoriamente no son de mi partido político ni son amigos personales. Quizás otros tendrán más méritos que yo, pero no dejo de tener los míos.
Sin falsas modestias, creo que el lugar donde estoy trabaja mejor que hace dos años cuando empecé en esto y puedo estar tranquilo porque lo logré con mi estilo y mis ideas. Sin cambiar y sin borrar nada con el codo. Con autenticidad, sin falsos elogios ni alcahueterías. Con errores, por supuesto, pero con honestidad. Sin dejar de decir lo que me parece que está mal. Poniéndome la camiseta muchísimo más que otros que van a doblar listas pero no sirven para nada.
Repito: el que sepa entender, que entienda.
24 de febrero de 2013
Yo no firmo
... POR LA ELIMINACIÓN DE LA FRASE "RACISTA".
Siempre me molestó esa serie de eufemismos más bien tontos con que en algunos medios de comunicación se evitaba la palabra "negro" para referirse a la gente de esa raza. "Morocho", "moreno", "de color", etc. Como si el mencionado sustantivo fuera un insulto. Como si la mención de un color fuera vergonzante.
Los imbéciles que creen que un hombre -o una mujer- es superior o inferior a otro en razón de su color de piel pueden considerarlo como un insulto. Para mí, "negro" o "blanco", solamente es una indicación de raza y creer que alguien negro es peor que yo, que soy blanco, es tan estúpido como suponer que lo es alguien de ojos azules o de 1,65 de estatura. Si alguien es negro, no es "moreno". Y no es diferente a mí, más que por el color.
El hoy llorado cine Plaza languideció durante muchos años sin que a nadie pareciera importarle su innegable deterioro y su visible falta de convocatoria de público. Ahora el edificio fue vendido -su propiedad era totalmente privada- a la poderosa económicamente iglesia "Dios es amor" y muchas voces de repudio -incluyendo una campaña internética iniciada por el sociólogo Gustavo Leal- se alzaron a favor de la intervención del Estado para evitar esa compra.
Soy agnóstico -o sea, no creo en ninguna religión- y quien me conoce, sabe que disto muchísimo de defender porque sí a ninguna iglesia. Si lo hiciera, los pentecostales seguramente estarían en los últimos lugares de esa lista. Sin embargo, considero que los dueños del edificio tenían todo el derecho del mundo en venderlo a quien quisieran y "Dios es amor" a comprarlo. Quienes creen que tanto alboroto se originó por la identidad de los compradores y que si al Plaza lo hubieran vendido para hacer un shopping o un parking, nadie se hubiera enojado, no dejan de tener razón.
¿Debe el Estado -o la Intendencia- comprar todo cine inviable?. Creo que no. Hay un concepto que sólo muy pocos manejan y es que no necesariamente cada nueva sala artística suma. Hay una demanda específica y podría haber un exceso de oferta, demasiadas salas y una competencia con las demás (no hay que olvidar las incorporaciones o refacciones del Solís, de la Zitarrosa y de la Adela Reta en pocos años) y tampoco tienen por qué los dineros públicos venir a salvar los fracasos privados de gestión cultural.
Otra cosa es que se controlen -como se ha pedido ahora que esta iglesia compró el cine- a los cultos que pueden estar aprovechándose de sus exoneraciones fiscales y de la total falta de control sobre sus actividades para realizar operaciones puramente financieras y especulativas, cuando no lavado de dinero o estafas a sus crédulos fieles. Muchas iglesias y/o sectas parecen bastante sospechosas y lo parecieron desde siempre, no ahora que el Plaza va a ser una parroquia pentecostal. Sería bueno saber de dónde viene el dinero para esa compra, pero no prohibirla.
Siempre me molestó esa serie de eufemismos más bien tontos con que en algunos medios de comunicación se evitaba la palabra "negro" para referirse a la gente de esa raza. "Morocho", "moreno", "de color", etc. Como si el mencionado sustantivo fuera un insulto. Como si la mención de un color fuera vergonzante.
Los imbéciles que creen que un hombre -o una mujer- es superior o inferior a otro en razón de su color de piel pueden considerarlo como un insulto. Para mí, "negro" o "blanco", solamente es una indicación de raza y creer que alguien negro es peor que yo, que soy blanco, es tan estúpido como suponer que lo es alguien de ojos azules o de 1,65 de estatura. Si alguien es negro, no es "moreno". Y no es diferente a mí, más que por el color.
Hace unos años, llegó desde U.S.A. el concepto de que "negro" es racista, se debería evitar y el único término correcto sería el surrealista "afroamericano" (o "afrouruguayo" o "afrodescendiente"). Aparte de ser una aseveración bastante tonta, para mí en realidad termina teniendo el efecto exactamente contrario del que -no dudo que con buena fe- busca, que es el de reafirmar a los racistas que consideran que ser negro es ser inferior. Ergo, se debería evitar ese término porque de esta forma quienes tienen el color de piel serían evidenciados como inferiores si son llamados así. Quienes negamos la inferioridad (y la no igualdad, en realidad) de los negros, creemos que no deben ser eludidos de denominarlos como "negros", simplemente.
En todo caso, más importante que las palabras son siempre los hechos. De nada sirve si denominamos "afrouruguayo" a quien le negamos un trabajo por tener un color de piel diferente al nuestro o al que denunciamos como posible delincuente por lo mismo.
Quienes han comenzado una campaña para que se elimine por parte de la Real Academia Española la frase "trabajar como negro" no sólo ignoran que no se usa para denigrar al "hombre de color" sino que es una ironía que utiliza el ejemplo de que (en lejanas épocas coloniales) a los negros se los hacía trabajar abusivamente por ser esclavos. No es que los negros deban trabajar más que los blancos sino que se los obligaba a hacerlo. Hecho que la frase dista mucho de celebrar. Y aunque así fuera, también es cierto que un diccionario no habilita o prohíbe el uso de palabras y frases, sino que explica e informa de las que en la práctica se utilizan frecuentemente.
... POR LA ENAJENACIÓN DEL CINE PLAZA.
Los grandes cines de antes ya no tienen razón de ser. Hoy el negocio de la exhibición cinematográfica pasa indudablemente por los multicines (no necesariamente ubicados dentro de los shopping centers), como todo el mundo sabe. Esté mejor o peor, así funciona el sistema y basta con ver la cantidad de gente que va un fin de semana para confirmar que hoy se venden muchas más entradas que en los últimos 30 años. Ahora, qué hacer con las salas viejas.
Soy agnóstico -o sea, no creo en ninguna religión- y quien me conoce, sabe que disto muchísimo de defender porque sí a ninguna iglesia. Si lo hiciera, los pentecostales seguramente estarían en los últimos lugares de esa lista. Sin embargo, considero que los dueños del edificio tenían todo el derecho del mundo en venderlo a quien quisieran y "Dios es amor" a comprarlo. Quienes creen que tanto alboroto se originó por la identidad de los compradores y que si al Plaza lo hubieran vendido para hacer un shopping o un parking, nadie se hubiera enojado, no dejan de tener razón.
¿Debe el Estado -o la Intendencia- comprar todo cine inviable?. Creo que no. Hay un concepto que sólo muy pocos manejan y es que no necesariamente cada nueva sala artística suma. Hay una demanda específica y podría haber un exceso de oferta, demasiadas salas y una competencia con las demás (no hay que olvidar las incorporaciones o refacciones del Solís, de la Zitarrosa y de la Adela Reta en pocos años) y tampoco tienen por qué los dineros públicos venir a salvar los fracasos privados de gestión cultural.
Otra cosa es que se controlen -como se ha pedido ahora que esta iglesia compró el cine- a los cultos que pueden estar aprovechándose de sus exoneraciones fiscales y de la total falta de control sobre sus actividades para realizar operaciones puramente financieras y especulativas, cuando no lavado de dinero o estafas a sus crédulos fieles. Muchas iglesias y/o sectas parecen bastante sospechosas y lo parecieron desde siempre, no ahora que el Plaza va a ser una parroquia pentecostal. Sería bueno saber de dónde viene el dinero para esa compra, pero no prohibirla.
17 de diciembre de 2012
No hay peor sordo que el que no quiere oir
"PATRIOTISMO ES TU CONVENCIMIENTO DE QUE ESTE PAIS ES SUPERIOR A LOS DEMÁS, PORQUE TÚ NACISTE EN ÉL"
Guerras por religión, guerras por nacionalismos, guerras por territorios y recursos. Hace ya mucho tiempo que la guerra ha dejado de ser enfrentamientos entre fuerzas armadas regularmente constituídas -nunca lo fue así en todos los casos- para ser la masacre de un ejército que arrasa impunemente contra una población enemiga que, como se ha relevado prolijamente antes, no tiene forma de oponer demasiada resistencia a la prepotencia de quien tiene las armas. Avances tecnológicos mediante, ya ni siquiera es imprescindible la desagradable responsabilidad de tener que arriesgar vidas propias cuando se quiere aniquilar al enemigo de turno. Con los misiles y drones modernos, se mata y destruye desde lejos.

Pero nadie confiesa que invade a un país para quedarse con sus pozos de petróleo, su agua o sus minerales. Todos los ocupantes han dado excusas argumentando "que no han tenido más remedio" que atacar, con todo lo que ello implica. Antes, y de vez en cuando todavía en estos tiempos, se invocaba algún dios que les ordenaba alguna masacre que otra por ser el atacante el pueblo elegido por ese ser superior. Eso mismo dice la Biblia repetidas veces en su Antiguo Testamento, que sigue siendo el libro sagrado para varias religiones.
Más frecuentemente, se presentan los ataques e invasiones como "inevitables", como misiones por la paz y como respuestas a agresiones. Así presentó USA -lo que quiere decir el 90 % del periodismo de la televisión y los grandes medios de comunicación, automáticamente alineados con el punto de vista norteamericano- sus invasiones a Afganistan e Irak (y todas las anteriores), así presentó la URSS los aplastamientos de las disidencias en Hungría y Checoslovaquia y hasta así también los nazis pretextaron su invasión a Polonia, diciendo haber sido agredidos por una ignoto soldado borracho en 1939.
Mucho de eso hay en el interminable conflicto -con terribles consecuencias en vidas, destrucción de viviendas y hambre- entre Israel y Palestina. El problema es que las cosas no son en blanco y negro como las pintan desde hace muchísimos años y cuanto intento haya de resolverlo para terminar con tanta violencia es boicoteado inevitablemente.
Los judíos comenzaron a ocupar el territorio asiático conocido como Palestina en el siglo XIX. Siendo un pueblo -o una nación religiosa, que no es lo mismo- sin territorio y teniendo esa zona como referencia cultural gracias al citado Antiguo Testamento, el entonces enclave colonizado por los británicos sufrió una serie de atentados terroristas por parte de los pobladores originales, enojados por las ocupaciones muchas veces por la fuerza, de sus tierras. Inglaterra hizo poco por pacificar la zona y, durante la Segunda Guerra Mundial, prometió conceder a los judíos un territorio propio, delimitando claramente y separándolo de los palestinos. Promesa que nunca cumplió.
Los judíos tenían otras razones bastante entendibles para querer irse de Europa y América. No sólo la espantosa matanza perpetrada por los nazis conocida posteriormente como el Holocausto, sino la permanente -e irracional- discriminación de que eran objetos, que se traducía en odio, ataques y racismo en Estados Unidos, Europa Occidental y la propia Unión Soviética. En la inmediata postguerra realizaron muchas acciones violentas en Palestina para que los británicos cumplieran su promesa pero sólo consiguieron que se retiraran dejando la zona librada a su suerte.
Los palestinos -y los árabes en su conjunto- que tenían buenas razones para considerar a los creadores del Estado de Israel como intrusos, no reaccionaron en forma inteligente y su política -frente a un ejército que se estaba creando, mucho más motivado y mejor financiado- fue de exterminio. Sucesivos fracasos militares -en 1956 y en 1967, los más resonantes- no hicieron más que legitimar y fortalecer la posición israelí.
La larguísima guerra es, dadas las características geográficas de la zona, por sobre todo una guerra por el agua y las escasa tierras cultivables. Los judíos, basados en su superioridad militar, generosísimamente incrementada por Estados Unidos, su aliado incondicional, han despojado sistemáticamente a todo el pueblo palestino del acceso a ambos bienes y los ha robado progresivamente, condenando a la otra parte al hambre y la miseria actual.
La respuesta palestina ha sido la hostilidad en una especie de guerra de guerrillas con bombas y misiles que no pueden erosionar el poderío militar israelí pero sí provocar muertes inocentes. Y excusas para más masacres.
El odio irracional; la visión simplista que coloca al mal únicamente en un bando (hay que ver la enseñanza que se da sobre el tema en los colegios judíos en Uruguay); la indiferencia internacional sobre el martirio de la población palestina, que pone en un enorme número las víctimas y las casas derrumbadas y robadas; el rédito electoral que dan las posturas guerreras y nacionalistas sobre las racionales y pacifistas en ambas sociedades; los continuos entorpecimientos de cuanto intento de solución se presenta (incluyendo el asesinato de Rabin) son elementos que llevan al pesimismo.
Un primer paso sería negarse a afiliarse a posturas infantiles y mentirosas que no llevan más que a perpetuar el odio. Hay demasiada sangre derramada y demasiada injusticia para que se olvide tan rápidamente, pero lo más urgente sería asegurar el agua y los recursos naturales a todos los habitantes, más allá de religiones y nacionalidades y terminar con la tragedia diaria de la gente que hoy no sólo pasa miedo por su vida sino también hambre.
George Bernard Shaw
Guerras por religión, guerras por nacionalismos, guerras por territorios y recursos. Hace ya mucho tiempo que la guerra ha dejado de ser enfrentamientos entre fuerzas armadas regularmente constituídas -nunca lo fue así en todos los casos- para ser la masacre de un ejército que arrasa impunemente contra una población enemiga que, como se ha relevado prolijamente antes, no tiene forma de oponer demasiada resistencia a la prepotencia de quien tiene las armas. Avances tecnológicos mediante, ya ni siquiera es imprescindible la desagradable responsabilidad de tener que arriesgar vidas propias cuando se quiere aniquilar al enemigo de turno. Con los misiles y drones modernos, se mata y destruye desde lejos.

Pero nadie confiesa que invade a un país para quedarse con sus pozos de petróleo, su agua o sus minerales. Todos los ocupantes han dado excusas argumentando "que no han tenido más remedio" que atacar, con todo lo que ello implica. Antes, y de vez en cuando todavía en estos tiempos, se invocaba algún dios que les ordenaba alguna masacre que otra por ser el atacante el pueblo elegido por ese ser superior. Eso mismo dice la Biblia repetidas veces en su Antiguo Testamento, que sigue siendo el libro sagrado para varias religiones.
Más frecuentemente, se presentan los ataques e invasiones como "inevitables", como misiones por la paz y como respuestas a agresiones. Así presentó USA -lo que quiere decir el 90 % del periodismo de la televisión y los grandes medios de comunicación, automáticamente alineados con el punto de vista norteamericano- sus invasiones a Afganistan e Irak (y todas las anteriores), así presentó la URSS los aplastamientos de las disidencias en Hungría y Checoslovaquia y hasta así también los nazis pretextaron su invasión a Polonia, diciendo haber sido agredidos por una ignoto soldado borracho en 1939.
Mucho de eso hay en el interminable conflicto -con terribles consecuencias en vidas, destrucción de viviendas y hambre- entre Israel y Palestina. El problema es que las cosas no son en blanco y negro como las pintan desde hace muchísimos años y cuanto intento haya de resolverlo para terminar con tanta violencia es boicoteado inevitablemente.

Los judíos tenían otras razones bastante entendibles para querer irse de Europa y América. No sólo la espantosa matanza perpetrada por los nazis conocida posteriormente como el Holocausto, sino la permanente -e irracional- discriminación de que eran objetos, que se traducía en odio, ataques y racismo en Estados Unidos, Europa Occidental y la propia Unión Soviética. En la inmediata postguerra realizaron muchas acciones violentas en Palestina para que los británicos cumplieran su promesa pero sólo consiguieron que se retiraran dejando la zona librada a su suerte.
Los palestinos -y los árabes en su conjunto- que tenían buenas razones para considerar a los creadores del Estado de Israel como intrusos, no reaccionaron en forma inteligente y su política -frente a un ejército que se estaba creando, mucho más motivado y mejor financiado- fue de exterminio. Sucesivos fracasos militares -en 1956 y en 1967, los más resonantes- no hicieron más que legitimar y fortalecer la posición israelí.

La respuesta palestina ha sido la hostilidad en una especie de guerra de guerrillas con bombas y misiles que no pueden erosionar el poderío militar israelí pero sí provocar muertes inocentes. Y excusas para más masacres.
El odio irracional; la visión simplista que coloca al mal únicamente en un bando (hay que ver la enseñanza que se da sobre el tema en los colegios judíos en Uruguay); la indiferencia internacional sobre el martirio de la población palestina, que pone en un enorme número las víctimas y las casas derrumbadas y robadas; el rédito electoral que dan las posturas guerreras y nacionalistas sobre las racionales y pacifistas en ambas sociedades; los continuos entorpecimientos de cuanto intento de solución se presenta (incluyendo el asesinato de Rabin) son elementos que llevan al pesimismo.
Un primer paso sería negarse a afiliarse a posturas infantiles y mentirosas que no llevan más que a perpetuar el odio. Hay demasiada sangre derramada y demasiada injusticia para que se olvide tan rápidamente, pero lo más urgente sería asegurar el agua y los recursos naturales a todos los habitantes, más allá de religiones y nacionalidades y terminar con la tragedia diaria de la gente que hoy no sólo pasa miedo por su vida sino también hambre.
31 de octubre de 2012
¿Sabés quién soy yo?
La palabra "nepotismo" en sí, no es demasiado conocida. Pero todos sabemos bien de qué se trata el acomodar parientes, socios y parejas en la admnistración pública o similares.
El colocar a alguien cuyo único mérito es ser -por ejemplo- hijo de un poderoso es de ese tipo de práctica que todos criticamos pero a la cual, todos toleramos. Esto es propio del provincianismo uruguayo: chusmeamos por lo bajo pero somos incapaces de siquiera intentar algo para cambiarlo.
Entiéndase bien algo: todos los hijos -o los familiares- de la gente famosa o importante tiene el derecho a trabajar y a conseguirse su lugar en la sociedad. Está claro que no podemos ponernos en cazadores de brujas si algún apellido conocido tiene un puesto de jerarca. El problema es que ese familiar tiene que tener el MISMO derecho que uno, que es un García cualquiera. Y eso es algo que está muy lejos de acontecer en la vida diaria.
Pero no le echemos el 100 % de la culpa al ministro o al gerente. No sería nada fácil para ellos si esta práctica no estuviera tan aceptada por la sociedad en su conjunto, incluyendo -naturalmente- a quienes la sufren a diario. Pude comprobar personalmente cómo a un importante dirigente de un partido tradicional -nada combatiente de nepotismos ni amiguismos en sus actividades empresariales ni políticas- le parecía lo más natural (y lógico) del mundo que los gobernantes de su odiado Frente Amplio incurrieran en las mismas prácticas.
Sin embargo, no es necesario llegar hasta los cargos jerárquicos de ningún organismo público, intendencia ni liderazgo sectorial. Lo podemos ver todos los días en actividades mucho menos prestigiosas.
¿Cuántas veces escuché la frase del título de esta entrada mientras atendía a alguien por algún trámite administrativo?. ¿Cuántos no arguyeron ser primos del hermano de alguien importante cuando le dijeron que le podían dar número para dentro de unos días?.
La corrupción no es exclusiva de los poderosos. No existiría si no votáramos a ese estúpido puesto en el primer lugar de la lista por su influyente padre ni cuando nosotros repetimos -en pequeño- las prácticas de aquel que se saltea esperas, colas, multas, concursos o licitaciones porque tiene amigos en los lugares claves.
El tema no es menor: quizás el día de mañana nos atropelle con su auto el hijo de un jerarca que sabe que no le va a pasar nada o nuestros propios chicos no encuentren un trabajo acorde a sus merecimientos porque ese lugar lo ocupó alguien que tiene un apellido adecuado.
La solución está en nosotros mismos.

Entiéndase bien algo: todos los hijos -o los familiares- de la gente famosa o importante tiene el derecho a trabajar y a conseguirse su lugar en la sociedad. Está claro que no podemos ponernos en cazadores de brujas si algún apellido conocido tiene un puesto de jerarca. El problema es que ese familiar tiene que tener el MISMO derecho que uno, que es un García cualquiera. Y eso es algo que está muy lejos de acontecer en la vida diaria.
Pero no le echemos el 100 % de la culpa al ministro o al gerente. No sería nada fácil para ellos si esta práctica no estuviera tan aceptada por la sociedad en su conjunto, incluyendo -naturalmente- a quienes la sufren a diario. Pude comprobar personalmente cómo a un importante dirigente de un partido tradicional -nada combatiente de nepotismos ni amiguismos en sus actividades empresariales ni políticas- le parecía lo más natural (y lógico) del mundo que los gobernantes de su odiado Frente Amplio incurrieran en las mismas prácticas.

¿Cuántas veces escuché la frase del título de esta entrada mientras atendía a alguien por algún trámite administrativo?. ¿Cuántos no arguyeron ser primos del hermano de alguien importante cuando le dijeron que le podían dar número para dentro de unos días?.
La corrupción no es exclusiva de los poderosos. No existiría si no votáramos a ese estúpido puesto en el primer lugar de la lista por su influyente padre ni cuando nosotros repetimos -en pequeño- las prácticas de aquel que se saltea esperas, colas, multas, concursos o licitaciones porque tiene amigos en los lugares claves.
El tema no es menor: quizás el día de mañana nos atropelle con su auto el hijo de un jerarca que sabe que no le va a pasar nada o nuestros propios chicos no encuentren un trabajo acorde a sus merecimientos porque ese lugar lo ocupó alguien que tiene un apellido adecuado.
La solución está en nosotros mismos.
23 de mayo de 2012
El tema del momento... dicen.
Capaz que nadie se acuerda, pero al asumir el Frente Amplio el Gobierno Nacional las principales preocupaciones de los uruguayos eran la situación económica y el conseguir trabajo, dos items íntimamente relacionados. Al mismo tiempo, los partidos tradicionales democráticamente desplazados del poder nominal, pronosticaban catástrofes financieras, apelaban a reeditarse aquí los peores ejemplos argentinos (hiperinflación, De La Rúa) y hasta pedían a los inversores extranjeros que no se acercaran al país. Años después, las cifras cierran mucho mejor que con los anteriores gobiernos y, con sus pros y sus contras, se ha trabajado en combatir la pobreza, la desocupación y la miseria.
Ahora la prioridad de los orientales es otra: la delincuencia. ¿Es que ha aumentado tanto, es que la izquierda no ha hecho nada por combatirla o será que la derecha política y sus amigos, los grandes medios de comunicación la ubican permanentemente en el candelero, ya que con lo otro no pueden?.
EL INFANTILISMO DE IZQUIERDA
La expresión es de Lenin para otra cosa, pero es indudable que hay una porción del pensamiento de izquierda (y de ultra) que sigue sosteniendo que TODOS los delincuentes son víctimas sociales, que no tienen la culpa de ser así y que todo se solucionará mágicamente cuando haya justicia social.Quien piensa así nunca fue pobre ni los conoce. Muchísima gente vive muy mal y con mucha precariedad económica -por decirlo elegantemente- y no delinque. Habría que hacer estadísticas prolijamente (nada lo impide, si no se han hecho) pero seguramente, un enorme porcentaje de los presos por robar o rapiñar -incluyendo los menores- no estaban pasando hambre, ni nada que se le parezca. El problema es otro.
Que deben encarcelarse a todos los delincuentes de guante blanco, a los grandes señores que estafan con un banco o a los que financian el narcotráfico o la evasión fiscal, estamos de acuerdo. Pero también hay que procesar al ladrón de gallinas, al que le pega a una vieja para sacarle la cartera y al que entra armado a robar en un Abitab.
¿HAY QUE MATARLOS A TODOS?

Ya lo he escrito en otra entrada, pero para mí manijear a la gente y clamar por penas de muertes y todo tipo de flagelaciones a los delincuentes -o a los "negritos" y marginales que percibimos como que son o están por serlo- es la actitud más cómoda, demagógica y cobarde del mundo. Pero lo peor es que no sirve para terminar realmente con la delincuencia.
Mi pregunta es (contestémosla en serio): ¿la delincuencia ha aumentado tanto en los últimos tiempos como para justificar tanta, pero tanta manija?. Si ha aumentado así, ¿es culpa exclusiva del FA?. ¿Antes todo era paz, seguridad y justicia?.

EL ÚLTIMO CASO PARADIGMÁTICO
Los noticieros televisivos parecen haber llegado a su punto más bajo al repetir de manera enfermiza el video donde se veía el asesinato de un trabajador de La Pasiva por parte de un menor. Uno podría pensar lo contrario de lo que quieren que pensemos: este asesinato -doloroso y condenable, pero un asesinato más, de los muchos que hay aquí y en todo el Mundo- parecía ser el primero que ocurría en Uruguay en años, por la cobertura que se le daba.
Se dijeron, por otra parte, varias cosas que después la investigación reveló como falsas, aunque estas comprobaciones no tuvieron tanta prensa, por supuesto. Alguien afirmó que el asesino había dicho algo así como: "-Tenés que tirar para que te respeten". Eso para que nos hiciéramos una idea de cómo son los pobres de ahora. El problema es que el tipo nunca dijo nada así y que el móvil del asesinato fue el encargo de una ex empleada (seguramente, mayor de edad y no del todo pobre). A partir de esta comprobación, el caso bajó en exposición mediática y poco se encargaron de difundir las novedades. Mucho menos, de destacar la rapidez policial y judicial en resolver el crimen.
En resumen: hay que pensar con cabeza propia y no dejarse llevar de las narices por lo que nos quieren hacer creer. Habrá que reclamar soluciones, sí, pero que las digan quienes saben del tema y no quienes quieren sacar réditos mezquinos de la situación.
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