Mostrando entradas con la etiqueta Tecnología. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Tecnología. Mostrar todas las entradas

23 de enero de 2013

Cosa 'e Mandinga 2

LA BAJADA DE PELÍCULAS Y MÚSICA

Cuando apareció la tecnología del VHS -el disco laser es anterior pero muy caro y poco difundido- parecía una bendición para los cinéfilos. Por fin se podían ver películas de cualquier época de la historia del cine, que no habíamos tenido tiempo de disfrutar en la cartelera comercial. Cartelera que en el caso de Montevideo, no sólo era cada vez menos generosa, sino que había descartado por completo los reestrenos. Sin embargo, al poco tiempo la desilusión nos sacó bastante el entusiasmo: la mayoría de las copias eran malas (peor en color que en blanco y negro), se desgastaban y rompían fácilmente y pronto el mercado se limitó a una especie de carrera por tener más pronto el último estreno comercial de Hollywood, y rellenar la estantería con la película innecesaria del mismo origen que no alcanzó a entrar en las pocas salas sobrevivientes.

En cuanto a música, ni hablar. Aunque les moleste a algunos puristas, la aparición del CD significó un avance para mucha gente que podía tener a disposición discos en un formato mucho menos delicado y de mejor calidad de sonido que el ahora llamado vinilo. Pero... acá también había problemas: no había alquiler sino compras, los discos son caros y muchísimos no llegarían jamás aunque quisiéramos adquirirlos.

Mas allá de algún sitio ignoto para quienes no sean estudiantes de Ingeniería de Sistemas, la primera alarma de lo que se podía venir la trajo Napster: un programa que permitía compartir archivos, lo que hacía posible conseguir ese disco que no se podía comprar y otro usuario tenía digitalizado en su ordenador.

Por un lado, lógicamente, es ilegal copiar un disco y distribuirlo. Por el otro, uno tiene el derecho de subir a su equipo lo que quiera. En el fondo, y por ahora, está todo bien si la bajada se limita al consumo personal y se supone que es un delito si uno pone un quiosquito en la esquina a vender discos bajados. Aunque, en la realidad, no se persiga ésto demasiado.

Sin embargo, famosamente, Napster fue una víctima y cayó por denuncias de artistas (el baterista de Metallica fue el más recordado) que veían perder sus derechos de autor. Derechos, que por lo menos, a escala uruguaya, son ínfimos así como al 90 % de los músicos que graban.

Pero la semillita quedó ahí y hoy no baja el que no quiere o el que no tiene paciencia. Emule, Ares y Torrent mediante, se pueden compartir archivos de música (canciones, discos o discografías más o menos completas) y películas o series de TV. En menor medida, libros e imágenes, pero la búsqueda de una biblioteca digital todavía está en pañales. Hay páginas de Internet que permiten visualizar on line o bajar films y series insertando accesos a páginas como la cerrada Megaupload, quienes digitalizan películas, siguiendo mayormente un criterio de video club.

¿Qué se puede conseguir para bajar?. En los programas de compartir archivos, muchísimo. No sólo, obvio, las películas más comerciales y publicitadas (los llamados "tanques") sino también, y por suerte, abundante material del pasado. Una lista de rarezas que conseguí incluye dentro del cine mudo la soviética "Aelita" de Protazanov y "Días de juventud" del maestro japonés Ozu; "Así es la aurora", olvidada obra de Buñuel no editada que yo sepa en VHS ni DVD; "Galileo" de Losey; "Hitler" de Syberberg y "Operación Masacre", censuradísimo alegato del argentino Cedrón. ¿Qué quiero mostrar con ésto?. Que el instrumento está y sirve tanto para ver gratis la última de superhéroes como para completar la visión de la filmografía de Visconti o disfrutar de "Infernal affairs", la original hongkongesa en la que se basó "Los infiltrados" de Scorsese.


Si bien no está "todo" -¿cómo podría estar el 100 % de las películas o de los discos comercializados?- hay mucho y uno tiene acceso a cosas que no consigue ni pagando. La mayor ventaja con respecto a un video club es que le pertenecen a uno y se pueden ver cuando se quieran. Las discográficas -una industria no demasiado generosa con los músicos- no comprende que aunque se prohibieran   todas las formas de bajar discos, la venta de CDs va en camino a la desaparición. Las productoras de cine quizás son un poco más comprensivas de que el bajar películas estimula al aficionado e incremente indirectamente la concurrencia a las salas.

Probablemente el mejor invento informático que conozco, la bajada ha llegado para quedarse. En mi caso personal, me permite disfrutar de mucha cosa a la que no tendría acceso ni aunque estuviera dispuesto a pagar fortunas por ello. La lista de música que bajé y que no está en ninguna disquería es enorme, pero pongo por ejemplo toda la discografía en catalán de Serrat. A 300 pesos un CD, no sé si estaría dispuesto a pagar más de 3000 por ello. De películas, ni hablemos.    

19 de octubre de 2012

Cosa 'e Mandinga 1

LOS BLOGS

Se da por inaugurada una nueva serie, donde intentaré reflexionar un poco sobre los inventos que en los últimos años han cambiado unas cuantas cosas en nuestras vidas.  No pretendan encontrar acá sesudos análisis de circuitos, bytes, chips y nada que tenga que ver con algo parecido a la ingeniería. No es mi palo. La intención, acá, es pensar -por ejemplo- cómo son ahora nuestras comunicaciones con la llegada de los sms y el mail o, cómo nos relacionamos con la música al tener la posibilidad de bajar toneladas de discos. Para la primera entrada, voy a referirme directamente al avance de la tecnología que estás viendo en este momento.

Cuando yo era chico, uno de mis juegos preferidos -y personales- era hacer que realizaba una publicación. Ya sea un diario, una revista deportiva o cualquier otra cosa por el estilo. Ya de mayorcito, dejé de escribir papeles con lapices Faber pero me quedó en la cabeza eso de tener algo parecido a una columna en una revista, ya que ni por casualidad mi sueño -ni mi hobby- sería ser periodista o tener un medio escrito.

¿Quién me iba a contratar para escribir algo?. Si bien conseguí que alguna vez se me publicara un par de notas en medios bastante poco leídos -por llamarlos generosamente- ¿de qué forma podría hacer lo que yo quiero, que es sencillamente escribir sobre los diferentes temas que me interesen y sobre los que yo considere tenga algo sustancioso que decir?.

Hace unos 15 años me enteré de la existencia de algo parecido, que eran unas páginas donde uno podía hacer una limitada elección de opciones, describiendo sus gustos y sus ideas. Era bastante insatisfactorio, por cierto, pero me dejó picando el bichito de que alguna vez sí pudiera tener algo así como lo que quería en mi infancia, pero en el ciberespacio.

Esa página de Internet que cualquiera puede administrar sin costo, presentando un producto gráfico de calidad bastante superior a mis "publicaciones" en lapiz y papel, con libertad total para escribir sobre lo que uno quiera, sin restricciones y cuantas veces uno quiera, es un buen ejemplo de uno de esos adelantos tecnológicos que han ingresado con naturalidad a nuestras vidas sin que nos hayamos puesto a pensar qué gran cambio ha traído a muchos de nosotros.

Hay blogs con todos los temas imaginables y mucho más, desde quien se ha dedicado a seguir -día a día- a un actor o cantante idolatrado al escritor, famoso o no, que lo utiliza como una pantalla para promocionar sus charlas y publicaciones; desde quien intenta intercambiar conocimientos con quienes compartan alguna afición (y las hay de las más raras), quien hace comentarios de cine o de fútbol o gente que los ha convertido en sus diarios personales, donde cuentan sus estados de ánimo o sus
ocurrencias, incluyendo fotos de hijos, amigos y amantes.

Las posibilidades técnicas que presentan empresas como Blogger -la utilizada aquí, pero que no es la única que tiene buen nivel- permiten a alguien sin grandes conocimientos informáticos ni gráficos realizar una página -casi- de nivel profesional, algo que hace muy pocos años era de ciencia ficción. Solo hay que dedicarle unas horas al diseño, algo que la mayoría, en realidad, descuida.

Ahora podemos escribir libremente sobre aquello que nos interesa, sacarnos ese berretín de dar cátedra sobre aquello que creemos saber (ej: mis historias de cine y de jazz), sin pedirle permiso a nadie. Con un poco de paciencia, tenemos un medio para expresarnos, casi como si fuéramos dueños -y no empleados- de un semanario real.

La polémica -unos diez años después de haberse masificado el blog- ya es sobre si tienen futuro o si van camino a la extinción. Redes sociales utilizadas por un enorme número de usuarios -Facebook y Twitter, claro- amenazan la afición de muchos de nosotros por mantener nuestros propios blogs y por leer los de otros. Además, ¿cómo encontrar los que pueden interesarnos en ese inmenso espacio donde millones de páginas están ahí pero no sabemos como llegar a ellas?. Perdoname, Google, pero nunca ha habido un motor de búsqueda como la gente, que yo sepa.

Llegando a  los cinco años de existencia de "Alvaro Fagalde en línea", lo cierto es que sigue gustándome tanto como en 2007 estar subiendo entradas aquí, aunque no sea un blog masivo ni haya sido capaz de crear nada parecido a una comunidad. Pero en este espacio he podido expresar muchas cosas que de otra manera no podrían haberse dado a conocer (aunque sea a poca gente) y no sólo escribir, dado que he podido compartir música, fotografías y videos aprovechando las posibilidades multimedia del blog, lo que ha sido en varias entradas mucho más que un adorno.

La inmensa mayoría de los blogs se pierden en el tiempo, fatigando a sus autores que no les dan continuidad. Quizás en el futuro el número de blogs sea mucho más manejable por simple decantación y podremos ir más fácilmente a los que nos puedan interesar.