30 de abril de 2011

Jugando para el Tortura F.C.

Uruguayas y uruguayos; extranjeras y extranjeros:

Me desagrada mucho -en política y en cualquier otro tema- la gente desmelenada que ve la vida en forma binaria y esquemática, teniendo una escala de valores no más sutil que la de los (pésimos) dibujitos de Superman y los Super Amigos que tanto amargaron nuestra infancia. O sea, por un lado los buenos-lindos (y que hacen el bien ni saben por qué) y del otro, los malos-feos (y con cara de no yanquis, dicho sea de paso).

Lo que quiero decir es que tengo una posición y tengo mis opiniones, exactamente igual que todo otro humano. Pero creo no equivocarme al pensar que soy aunque sea un poquito inteligente como para no creer que TODOS los que piensan parecido a mí (o que tienen la misma camiseta que yo) son unos cracks y TODOS los que tienen distinta posición que yo en la vida, son una manga de giles, ignorantes y malaleches.

Pero, en el tema de las "cositas" que pasaron en nuestro Uruguay alrededor de los años de dictadura (o sea, violencia política y violación masiva de los Derechos Humanos por parte del Estado), recientemente vueltas a la consideración pública por el debate acerca de la Ley Interpretativa, me gustaría afirmar que:


- El argumento de blancos y colorados de que no puede uno estar todo el tiempo mirando hacia el pasado no tiene lógica alguna. Ya lo usaban aún antes de que cayera la dictadura y sin que jamás miraran ni un poquitito así el pasado.

- No es cierto que hubiera una amnistía para presos políticos (que no es exactamente lo mismo que tupamaros) se les computó tres años por cada uno para que salieran todos pero amnistía es -claramente- otra cosa. O sea, se dijo que merecían ir en cana pero que los liberaban por haber sido mal procesados. Digamos que efectivamente no tuvieron todas las garantías debidas del proceso, ¿no?.

-No es cierto ni por casualidad -siguiendo el item anterior- que todos los presos políticos eran guerrilleros. Muchos fueron encarcelados (lo que es sinónimo a ser torturados y otras delicadezas) por ser sindicalistas o estar afiliados a un partido político legal que no era blanco ni colorado. Y hasta en algún caso, por rencor personal de algún comisario.

-No se pueden poner en un mismo nivel los guerrilleros tupamaros (y algún otro) con los policías y soldados que secuestraron, torturaron, violaron, robaron y mataron a miles de personas en este país porque esos policías y soldados eran funcionarios del Estado, pagados por todos los ciudadanos y con obligaciones rotundas. No pueden delinquir impunemente aunque haya civiles haciéndolo.

-No fue igual, ni nada que se le parezca la violencia que ejerció un bando que el otro. No hay torturados ni desaparecidos, por ejemplo, por culpa de la guerrilla. Y si la hubiera, habría que juzgar y condolerse de ambos y no de unos como hacen sistemáticamente los dirigentes de los partidos tradicionales. Hablar de Pascasio Baéz, sí, pero también de Walter Miranda, Liber Arce o Ibero Gutiérrez. JAMAS lo hacen.

-No es cierto que los militares -junto a muchos colaboradores civiles pertenecientes al Partido Colorado y al Partido Nacional- dieran el golpe de Estado de 1973 por culpa de que unos pocos desaforados se hubieran levantado en armas por gusto o como imitación de la Revolución Cubana. Ese relato, además de infantil es absolutamente desmentido por cuanto material histórico se quiera considerar.

- Con su actuación y sus declaraciones, finalmente, los partidos tradicionales -prácticamente en forma unánime, cosa que no pasaba en 1986- se han convertido en los mejores abogados defensores de ex dictadores y ex torturadores.


¿Por qué se han embanderado tan rotundamente con los Gavazzo y Cia.?. ¿Es solamente para atacar al Frente Amplio o para poder contar de nuevo con los especialistas de la violencia si es necesario nuevamente?. ¿Les parecen bien los casos de la madre de Macarena Gelman, de Elena Quinteros, de Nibia Sabalsagaray y tantos otros?. ¿No les da vergüenza haber festejado públicamente que no haya salido el plebiscito de 2009 sobre la Ley de Impunidad?.

25 de abril de 2011

Historia Ilustrada del Jazz 19

MAX ROACH Y SONNY ROLLINS

El hard bop se consolidó como el tronco principal del jazz, más que como una escuela o un movimiento propiamente dicho, lo cual sigue siendo cierto hasta el día de hoy. Como es natural, sus principales músicos se formaron escuchando la música anterior y reaccionando frente a ella, haciendo transitar a la improvisación por nuevos caminos. Si bien el formato de big band no fue totalmente desterrado en el hard -aunque continuó por un sendero comercial muy diferente al de los grandes conjuntos del swing- el combo con pocos integrantes con una base rítmica y armónica y no más de dos o tres instrumentistas de viento que había consagrado el be bop se mantuvo como formación predilecta de los músicos por lo menos hasta la particular eclosión vivida en muchísimos aspectos de la vida en la década del 60.

El baterista Max Roach (1925-2007), por ejemplo, comenzó admirando a Chick Webb, líder de la orquesta que consagró a la cantante Ella Fitzgerald y también a Sidney "Big" Catlett, un colega que desarrolló toda su carrera en el swing pero que fue un adelantado a su tiempo. Nacido en Brooklyn, pudo conocer a lo mejor del jazz de la época desde muy joven y a los 17 años tocó junto a Charlie Parker. Trabajó con Coleman Hawkins, Dizzy Gillespie y Benny Carter y en los 50 ya estaba consagrado como el mejor baterista del mundo.

Entre 1954 y 1956 codirige un notable quinteto junto al prometedor trompetista Clifford Brown, con quien se siente particularmente cerca. La muerte de éste en un accidente automovilístico lo sume en una dura depresión. Lo reemplazó con Kenny Dorham y, especialmente, con Booker Little, que también murió muy joven. En los 60 hizo particularmente visibles sus posiciones políticas muy firmes especialmente en la lucha por los derechos civiles de los negros y contra la rapacidad de las grandes discográficas. Pese a los inconvenientes que tuvo por sus manifestaciones nunca dejó de estar rodeado por grandes músicos.

En la década de los 70 experimentó brevemente con músicos de free jazz pero volvió pronto al hard clásico. Siguió en actividad hasta 2002, siendo al mismo tiempo un notable acompañante de los mejores instrumentistas y un experimentador brillante que dotó a la batería del mismo rango melódico e inventivo de cualquier viento.

Triptych
http://www.goear.com/listen/ae90d00/triptych-max-roach

Tender warriors
http://www.goear.com/listen/1016f1b/tender-warriors-max-roach

Tears for Johannesburg
http://www.goear.com/listen/e859a4c/tears-for-johannesburg-max-roach

Drums solo (con Cecil Taylor)
http://www.goear.com/listen/c7aa6cc/drums-solo-max-roach

Sonny Rollins también es neoyorkino, nació en 1929 y puede ser considerado sin dudas como uno de los grandes saxofonistas tenores en cualquier estilo. Si bien comenzó estudiando piano, a los 20 años tocaba junto a Bud Powell y "Fats" Navarro, siendo llamado poco después por Miles Davis, siendo aún muy joven. Heredero del sonido robusto de Coleman Hawkins, se destacó pronto por la precisión de su fraseo y su inventiva que incluía ritmos inusitados e influencias de otras músicas, cuando ésto aún no se estilaba. Ingresó al conjunto de Roach y Clifford y, poco después de la muerte de éste, realizó con la colaboración esencial del baterista su disco más célebre: "Saxophone colossus". Sus dos temas más famosos eran un calypso adaptado ("St. Thomas" y una versión particular de una canción de la "Ópera de dos centavos" de Weill y Bertold Brecht ("Moritat"), demostrando lo ya dicho: Sonny estaba abierto a sonidos más allá del jazz.

Hasta la irrupción de Coltrane, fue considerado sin dudar como el mejor saxofonista del momento. Grabó con éste el formidable "Tenor madness" y viajó por Europa, cosechando aplausos unánimes. Cada uno de sus discos era una consagración aun mayor pero en la cúspide de su éxito realizó inesperadamente la primera de sus desapariciones de escena. De caracter complicado, muchas veces tuvo actitudes extravagantes en el escenario o en el manejo de su carrera profesional. Una gira por Japón propició otra de sus ausencias, de la cual emergió con la cabeza rapada excepto en el centro y con una confusa declaración de religiosidad. Con el correr de los años, es evidente que su estilo se ha comercializado y en los últimos tiempos su influencia ha caído notoriamente pero quedan en pie un montón de discos francamente excelentes que demuestran a un instrumentista excepcional, capaz de solos de una calidad muy poco común o de notables dúos con algunos de los más grandes como el propio Coltrane, Roach en el disco mencionado, Thelonious Monk o Miles, entre otros. Su último disco es de 2006.

Conception
http://www.goear.com/listen/1806a2e/conception-sonny-rollins

Airegin
http://www.goear.com/listen/7a87886/airegin-sonny-rollins

Friday the 13th
http://www.goear.com/listen/5633400/friday-the-13th-sonny-rollins

St. Thomas
http://www.goear.com/listen/0474aaa/st-thomas-sonny-rollins

Moritat
http://www.goear.com/listen/30ed331/moritat-sonny-rollins

20 de abril de 2011

La celeste de antes...

(Esta entrada -y la segunda parte- son adaptaciones de textos incluídos en mi columna semanal en el blog Todo por la misma plata)

El extremismo de decir que TODO el fútbol de antes era maravilloso no se combate -digo yo- con el extremismo opuesto. Como éste es un país con un enorme porcentaje de viejos y una inmensa escasez de jóvenes, es buen negocio lucrar con la nostalgia y decir que antes todos los cuadros tenían decenas de cracks -Garrido y Gorzy, a ustedes les estoy hablando- o que todo lo de ahora es una mierda -Antonini, id- babeándose con Maracaná y los 4 (?¿?¿¡!) Mundiales que ganó Uruguay. No tiene nada de malo que alguien discrepe conmigo y lo piense sinceramente. El problema es que recuerdo claramente a un Atilio Garrido apenas veinteañero -flaco, dientudo y engominado- llenando páginas del desaparecido vespertino "El Diario" en los 80 hablando maravillas de "aquel" futbol, "aquellos" carnavales y "aquellos" miriñaques... que él obviamente ni en pedo conoció.

Uno puede confiar en los numerosos testimonios de la época cuando se refieren al Uruguay dos veces campeón olímpico. Esos documentos escritos coinciden en elogiar a esa selección celeste que sorprendió al público europeo -imagínense lo muy al día que podían estar con la realidad yorugua en 1924- por su juego colectivo mucho menos individualista y más disciplinado tácticamente que el practicado por británicos e imitadores. Como la fauna de Australia, al estar separado geográficamente, el fútbol uruguayo -y rioplatense- había evolucionado de otra forma que el europeo. La selección capitaneada por Nasazzi triunfó holgadamente en dos campeonatos donde estaban muchas de las mejores escuadras del momento.

En 1930 la FIFA decide hacer un lógico torneo donde se enfrentaran las principales selecciones del mundo. Como nuestro país había ganado notablemente las dos últimas Olimpiadas, y en vista de que no había demasiados pretendientes (y los europeos estaban a medio reconstruir de la Primera Guerra) se la dan a nuestro país.

El problema es que muchos países no quisieron viajar en barco al culo del mundo y ese primer Mundial se transforma en una Copa América sin Japón. De Europa sólo vienen Rumania, Yugoslavia (porque a sus jugadores les gustó la idea de tener vacaciones en un lugar tan exótico), Bélgica y Francia (porque Jules Rimet -el mandamás de la FIFA- les metió el gaucho a su país). Los otros participantes eran americanos.

La celeste salió campeona después de jugar cuatro (4) partidos, la final contra Argentina donde dicen varios testimonios que los visitantes y el juez supieron que si no ganábamos nosotros, no salían vivos. En Italia 34 fue lo mismo pero con amables visitas de capangas fascistas a los vestuarios de los árbitros.

¿Hubiéramos salido campeones si venían Inglaterra, Italia, Alemania, España?. Mmmmmmmm.

En 1934 y 1938 no fuimos porque estábamos calientes con los europeos que no quisieron venir y dejaron a nuestro Mundial medio escasani de atractivos, por lo cual se perdieron a la selección olímpica. Estuvimos bien.

MARACANÁ: ME TENÉS PODRIDO, ME TENÉS...
Cuando yo era un niño, el Mundial de 1950 era relativamente reciente. El endiosamiento y la proliferación de ditirambos más propios de Homero que de un periodista de fútbol eran unánimes. Crecí con la idea que una vez Uruguay había salido campeón ganándole en su Estadio a un equipo que tenía todo preparado para festejar SU campeonato (lo cual en realidad, te puede desmoralizar un poquito pero no te impide ganarles), que había goleado con destrozos a rivales que la celeste apenas había podido superar (o no). Era David contra Goliat. Era el ejército persa contra los 300 espartanos. Eran 33 orientales derrotando al ejército -justamente- brasilero. Era...

-Si Brasil era tan superior y Uruguay era más o menos... ¿entonces les ganamos de pedo? -fue la primera frase subversiva de mi vida. No olvido la reacción de los mayores cuando me escucharon preguntar eso. Un psicoanalista aquí.

Tampoco olvido al ascendente Victor Hugo Morales haciéndole un reportaje en 1975 al veterano Obdulio Varela, en el que el grone con la mayor sencillez del mundo desmentía todos los ditirambos de la estrella de CX 12: cuando VH elogiaba la gran inteligencia del capitán en agarrar la pelota después del gol brasileño y enfriar el partido, Obdulio replicaba: -"¡Qué enfriar, si yo estaba recaliente!. Fui a protestar porque nos había afanado y era un gol en orsai." Y así todo.

Bajemos al piso. Había que tener, sí, unos huevos muy grandes para no garcarse ante los 200.000 locales que creían asegurado el título, que conseguían con sólo empatar. Pero tampoco jugaban el Dream Team de la NBA de 1992 contra los suplentes de Romis Nelimar. El 6 de Mayo, dos meses antes de la gran final, esa misma selección -que había partido del Aeropuerto Mario Benedetti con graves problemas internos- le había ganado a ese mismo Brasil de camiseta blanca 4 a 3 por la Copa Río Branco. El propio Negro Jefe afirmó toda la vida que ellos eran mucho mejores que nosotros, pero todas las crónicas de la época documentan que el día de la final de Maracaná Uruguay jugó mejor y atacó mucho más que los brasucas, probablemente abrumados por la responsabilidad enorme que les tiraron arriba.

Termino con la formidable anécdota del propio Obdulio yéndose a tomar unas grappas (o lo que sea) en la misma noche de la final a un boliche de cuarta en Río (eso es tener más huevos todavía), terminando abrazado con los otros borrachos llorando la derrota brasilera. Spielberg, filmate esa.

DE SUIZA A SUECIA, LA CELESTE BARRANCA ABAJO...
En 1954 Uruguay pierde en semifinales por primera vez un partido en un Mundial. Fue seguramente la tercera y última vez que la celeste fue una de las mejores selecciones de un Campeonato del Mundo. Juega contra la recordada Hungría de Puskas después de tres (3) partidos, todos ganados ante equipos europeos y marcha en el alargue después de que una pelota detenida por el barro no llega a entrar en el arco para darnos el 3 a 2 definitivo. Luego perderíamos contra Austria por el tercer puesto, inaugurando una tradición aún vigente.

Cuando se pone pesado el tío Pocholo (o sea, siempre que abre las fauces) le recuerdo esta cifra mágica: 1958. Por primera vez Uruguay va a una eliminatoria -que nunca había abarcado a todos los países de nuestro continente- y... queda eliminado (*). En una serie triangular con Colombia y Paraguay, empata con los cafeteros de visitantes (que en aquellos años no existían, mismo) y pierde 5-0 contra los guaraníes en Asunción. Upsss.

¿Qué pachó?. ¿No eramos una potencia mundial que había perdido un sólo partido y en el barro?. ¿No eramos los uruguayos campeones de América y del Mundo?. Nos peloteó un cuadro desconocido y "sin tradición". Gorzy: ésto también es historia. Tantos años de despelotes y estupideces directrices por primera vez nos empezaban a pasar cuentas. En el Mundial de Suiza habían echado a Miguez por discutir con un dirigente y se había lesionado Obdulio pero ahora no había a quien echarle las culpas. O sí. A la "mentalidad Maracaná" que siguió -y sigue- igual de lo más campante por décadas en el paisito.

(*) Según Wikipedia, se le ofreció a los dos únicos países que habían ganado un Campeonato del Mundo, jugar un repechaje contra Israel con el que ningún país asiático (árabe) había querido jugar. Ni Italia ni la AUF aceptó y siguieron eliminados.

LOS MITICOS 60 FUERON UNA LÁGRIMA
Seguimos con el repaso de la actividad celeste en Mundiales. En 1962 se jugó en Chile, destacándose como el más violento de esos torneos. A Pelé lo tiraron enseguida a la mierda y no fue el único. Increíblemente, en ese contexto, Uruguay no se destacó. Eliminados en primera ronda con una victoria ante Colombia (o sea, nadie) y dos derrotas contra la URSS y Yugoslavia. Dicho sea de paso, habíamos clasificado de pedo ante Bolivia. Además, el Pepe Sasía fue el último jugador celeste en convertir más de un gol en un Mundial hasta el año pasado.

En 1966 en Inglaterra se inaugura el sistema de eliminatorias sudamericana por triangulares. Nos medimos con Perú y Venezuela y ganamos los cuatro partidos. O sea, clasificamos sin angustia a un Mundial por última vez en la historia. Ahora, en el campeonato propiamente dicho, jugamos el partido inaugural contra los locales (y posteriores campeones) y empatamos 0-0, en lo que fue la mejor actuación celeste de la década, así que imaginate el resto. Le ganamos a Francia 2 a 1 (y convertimos los únicos goles en ese Mundial) y empatamos con México también sin goles. En cuartos de final la FIFA, dirigida por un inglés, le puso un juez de esa nacionalidad a Uruguay que jugaba con Alemania y un alemán a los argentinos que se enfrentaban a Inglaterra. Casualmente, ganaron germanos y británicos. Aunque nadie dijo que nos hayan goleado los teutones 4-0 por culpa del juez.

15 de abril de 2011

Te extrañamos, Choncho

Hijo de uno de los fundadores de Danubio, formidable tipo (yo sé por qué lo digo), Jorge Lazaroff (1950-1989) fue un rarísimo exponente de la más rigurosa música popular uruguaya (¿ex? canto popular) que aunaba con enorme naturalidad murga, divague, experimentación, humor, rock, irreverencia, irregularidad armónica (parodiada en la "enmiendas..." aquí incluída) y exigencia. Integrante inicial de "Canciones para no dormir la siesta" y parte fundamental del brillante "Los que iban cantando", realizó cuatro discos solistas ("Albañil", "Dos", "Tangatos" y "Pelota al medio"). Poco valorado en su momento, olvidadísimo hoy, el "Choncho" fue encontrando poco a poco su propio camino, despegándose del folclorismo más ortodoxo del comienzo hasta poder manifestar musicalmente su ironía y su iconoclastia en una carrera que iba a más hasta que lo derrotó un maldito cáncer.

Albañil
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Baile de mas caras
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Hoy sopa hoy
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Ahi mar nomás
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Enmiendas a "Ahi mar nomás" (con Leo Masliah)
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La cuerda / Faltan gatos
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Cuplé de la gente
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Querida Batandalia
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Llorando Estela
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10 de abril de 2011

Cine: Historia Ilustrada 18

CINE DOCUMENTAL: DESDE NANOOK HASTA LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

Cuando el cine nació, se descubrieron dos virtudes que tenía con respecto a sus "competidoras": la fotografía y la pintura. Por un lado, permitía imaginar fantasías inéditas mediante trucos y efectos de cámara y por otro, documentaba la realidad igual que la fotografía (obvio, al ser un mecanismo que permite ver una sucesión de fotos) pero con la eficacia del movimiento y de la variedad de puntos de vista. Varias de las películas realizadas por los propios hermanos Lumiere pueden inscribirse en el género "documental" al registrar hechos reales: las llegadas de los trenes, las entradas de los obreros a las fábricas, etc.

Si bien los propios empleados de los hermanos salieron a filmar geografías y hechos en todo el mundo en la incipiente industria cinematográfica, cuando se estableció el largometraje como formato dominante la ficción fue la dueña de la exhibición.

Se suele decir que el norteamericano de origen irlandés Robert Flaherty (foto 1) fue quien inventó el documental con el formidable éxito de "Nanook el esquimal". En realidad, películas de no-ficción había habido en abundancia pero sí es cierto que con "Nanook..." se inauguraba el largometraje exhibido en forma comercial en las mismas condiciones que la ficción.

En épocas recientes se ha consensuado que no es tan categórica la división entre documental y ficción. Si se supone que el primero está basado en hechos reales y personajes reales, las cosas no siempre son tan fáciles porque muchas veces las situaciones son re-creadas -incluso por necesidades obvias, ya que se debe reconstruir un hecho pasado- y los protagonistas deben "actuar" su realidad frente a las cámaras de una forma similar a los actores profesionales en la ficción. Por otra parte, en ésta última, muchas veces se utilizan recursos propios de los documentales para intentar dar más impresión de verosimilitud.

Luego de esta película, Flaherty insistió en documentar estilos de vida exóticos y difíciles en "Moana" (1925) (foto 2) y "Tabú" (1930) -codirigida por F. W. Murnau, quien terminó el proyecto- la ya mencionada "El hombre de Aran" y la particular y poco vista "Louisiana story" (1948).


Fragmento de "Nanook el esquimal" (1923) de Robert Flaherty

Los inconvenientes para diferenciar al documento de la ficción comienzan con el inicial film de Flaherty. La realidad del esquimal (o inuit) es transformada por el cineasta: el nombre fue cambiado, quien hace de su esposa no lo es en la realidad, un pez que el protagonista no debe dejar escapar para sobrevivir ya estaba muerto y el estilo de vida salvaje que tanto impactó en muchas audiencias de todo el mundo no era el de quien lo representaba, que vivía en condiciones bastante más occidentales. Sin embargo, la verosimilitud de la película fue muy grande para las plateas de la época y durante una década se siguieron realizando filmes que acercaban por el precio de una entrada, los paisajes exóticos que la inmensa mayoría de las audiencias nunca podrían ir a visitar. Posteriormente, la función "turística" del cine fue reemplazada por multitud de obras de ficción -generalmente baratas y poco ambiciosas- que utilizaron escenarios diferentes a los espectadores del Primer Mundo.

Justo es decirlo, hubo otras dos temáticas que también siguieron los primeros realizadores de documentales: el registro de la vida microscópica y la visión de la realidad transformada por efectos ópticos y de montaje, especialmente impulsada por Dziga Vertov en la U.R.S.S.

Con los años los documentalistas comenzaron a diversificar sus temas. Finalizado el efímero éxito comercial de los paisajes exóticos, el cine de no ficción bajó a la realidad y se convirtió definitivamente en una vertiente poco favorecida por la distribución. En Gran Bretaña se afirmó la Escuela Documental fundada por encargo oficial por el sociólogo escocés John Grierson (foto 3). Sus ideas orientaron el trabajo de filmación hacia la realidad cotidiana, las condiciones de vida de los trabajadores y las tareas que realizaban.

Flaherty fue contratado por Grierson y realizó "Industrial britain" en 1931, sobre la problemática de los artesanos de los pueblitos ingleses que veían amenazada su industria por el avance de la producción en serie de las grandes ciudades, pero el punto de vista del norteamericano chocaba con la inclinación social y científica del director de la Escuela.

Grierson había dirigido con gran éxito su única película "Drifters" (foto 4), sobre los pescadores de arenque y ése fue -mayoritariamente- el camino seguido por la formidable escuela británica. Algunos de los mejores títulos pre guerra fueron "Housing problems" (1935) de Arthur Elton y Edgar Anstey, sobre los problemas de vivienda de las clases más desfavorecidas; "Night mail" y "Song of Ceylon" (1934), ambas de Basil Wright, más poéticas que las demás realizaciones y "Coal face" (1935), sobre las minas de carbón, realizada por el brasileño Alberto Cavalcanti.


Fragmento de "Correo nocturno" (1935) de Basil Wright y Harry Watt

Dedicado mucho más explícitamente a las luchas obreras, el holandés Joris Ivens (foto 5) es otro de los grandes nombres de la historia del cine documental. Viajero incansable, su primer escándalo se produjo cuando denunció las miserables condiciones del trabajo en las minas belgas en "Borinage" (1935). Posteriormente, documentaría numerosos conflictos políticos en todos los continentes: "Indonesia calling", "Los 400 millones" sobre China (foto 6); "Italia no es un país pobre"; "Paralelo 17" sobre Viet Nam; "Boleto de viaje" sobre Cuba; "El pueblo y sus fusiles" sobre Laos.

Si bien nunca abandonó la contemplación poética de la naturaleza, otra de sus vertientes más queridas, su película más conocida y probablemente su obra maestra sea "Tierra de España" (1937), vibrante pero al mismo tiempo rigurosa crónica del frente republicano en la Guerra Civil española, famosamente leída por Ernest Hemingway, financiada por muchos intelectuales progresistas norteamericanos y calurosamente felicitada por el presidente Roosevelt.

Tanto en esa guerra como en la propia Segunda Guerra Mundial, el cine marcó presencia con numerosos trabajos que por primera vez en la historia de la humanidad permitía ver a soldados reales jugándose la vida en los escenarios verdaderos de las carnicerías que en este siglo involucraban a millones de personas. Muchas veces sin distribución posterior o directamente censurados, muchas veces con escenas de reconstrucción de las batallas poco antes realizadas efectivamente, siguen siendo un importante documento de una parte fundamental de nuestra historia frecuentemente mal contada.

En su inmensa mayoría, estos trabajos fueron de propaganda a favor de uno de los bandos, por lo que su visión era sesgada. Sin embargo, hay muchos trabajos que siguen siendo aún hoy muy valiosos. La serie "¿Por qué combatimos?" dirigida por el norteamericano nacido en Sicilia Frank Capra es probablemente el más ilustrativo y cinematográficamente mejor realizado de todos ellos. Finalizada la lucha, la mirada se suavizó considerablemente y se obviaron bastante las crueldades realizadas en esos nefastos años. También surgió -y no sólo en Alemania- una vertiente de filmes que buscaban justificar la ignorancia de los pueblos que habían seguido la prepotencia del Eje o el profesionalismo de los soldados que habían combatido defendiendo al fascismo.


Fragmento de "Tierra de España" (1937) de Joris Ivens


Fragmento de "¿Por qué combatimos?" (1943) de Frank Capra. El fin del primer capítulo.

5 de abril de 2011

Nunca escuché a Lady Gaga

AMIGO- Richard Clayderman es el mejor pianista del mundo.
YO- ¿Cuántos otros pianistas conocés?.

AMIGO- Ninguno.

Este diálogo tuvo lugar más o menos por 1984, época del auge mediático del hoy olvidado pianista con su música clásica de salón. Mi amigo -omitamos datos personales- no es ningún exigente con lo que recibe de los medios de comunicación (99 % TV en su caso) lo que no empaña nuestra relación.

Nunca escuché a Lady Gaga (Stefani Germanotta, según Wikipedia) así que no tengo la menor idea de las cualidades de su música ni de su voz. Esta entrada no se creó para hablar de ello.

En realidad se creó para decir que es difícil no sentir hablar de Lady Gaga. Las páginas masivas de Internet -frecuentadas por gente mucho más joven que los inefables noticieros televisivos- comentan cada 3 o 4 días un nuevo "escándalo" de la cantante neoyorkina. En esas secciones de noticias creadas -e impuestas- artificialmente (que AA está más gorda, que BB negó estar embarazada, que CC se peleó con el encargado de un hotel) la nueva mimada de la difusión tiene un lugar en el podio como la más mencionada.

Ahora, ¿por qué ella y no otros?. ¿Quién lo decide?. ¿Por qué la difusión -tanto en publicidad como en programación en las radios musicales- es tan desigual?. ¿Por qué no podemos elegir?.

Olvidémonos de Germanotta, que capaz (mmmm) que es una música genial. Cuando hace diez años visité España, escuché por radio que en ese verano que terminaba el 75 % de los CD vendidos eran de "Operación Triunfo", David Bisbal y similares. ¡3 de cada 4!. La misma proporción presentaba la difusión que tenía el mencionado concurso en CUALQUIER tipo de programa televisivo incluyendo noticieros, programas de preguntas y respuestas y magazines. Nada es casualidad.

En todo caso, si yo critico a algún artista masivo no es por envidia ni por aburrido, como suelen argumentar los que, como mi amigo, temen contradecir al mensaje unidireccional que nos inocula el sistema. Es solamente que me gusta elegir y opinar.