27 de junio de 2013

Cine: Historia Ilustrada 34

EL FREE CINEMA BRITANICO: LOS ANGRYS

Si la Nueva Ola francesa impactó profundamente en el mundo por su cine mucho más joven que el de Hollywood que llegaba a las pantallas de todo el mundo, mucho más atrevido, más suelto y menos estereotipado, con una temática mucho más audaz y crítica, los británicos ya habían empezado unos años antes a dinamitar a la mirada paternalista, vieja y conservadora de su propia sociedad. A diferencia de sus pares del otro lado del Canal de la Mancha, los ingleses hicieron un cine mucho más sólido en su crítica social -bastante dura, en general-, mucho más integrado en forma y contenido y mucho menos errático. Si bien en el viejo imperio nunca tuvieron su "Hiroshima mon amour", el grueso de su producción de la época se mantiene mucho más rica, interesante y removedora aún hoy en día, 50 años después.

Ello fue así en parte por la existencia en las islas de una serie de dramaturgos y novelistas de gran calidad que alzaron su voz de protesta contra el clasismo, el estancamiento mental y social de un mundo que estaba pidiendo a gritos una renovación de los viejos esquemas, en el cine y en la vida en general. Los Beatles vendrían después. La nouvelle vague francesa, también.

En general, se considera a "Almas en subasta", dirigida por Jack Clayton (foto 1), como la primera película del movimiento, si es que puede considerarse como tal a esos jóvenes que sacudirían al cine británico. La película no sólo era una crítica inusitada sobre la mentalidad férreamente clasista sino también, al mismo tiempo, una muestra de un cine mucho más joven, más agil y menos acartonado. Posteriormente Clayton adaptaría notablemente a la brillantemente sugestiva novela de Henry James "Otra vuelta de tuerca" en "Posesión satánica" (originalmente denominada "The innocents", los horribles títulos castellanos no son culpa mía) en 1961 y tendría varios años después un poco de repercusión mediática en Hollywood con la superproducción retro "El gran Gatsby" (1974) con dos actores de moda como Robert Redford y Mia Farrow pero sin la necesaria taquilla, lo que lo dejaría por el camino definitivamente.

Pero el denominado "Free Cinema" tuvo su prehistoria en cortos. Fundamentalmente, con "Momma, don't allow", codirigido por Tony Richardson y el checo Karel Reisz (foto 2). Éste posteriormente haría "We are the Lambert boys", siguiendo con la línea trazada de mostrar a las clases populares -con sus virtudes y defectos- en un tono realista inédito en las pantallas del Reino Unido.Reisz se consagraría con un brillante "Todo comienza en sábado" (1960) que haría llamar la atención sobre el casi debutante actor Albert Finney, en un retrato -como "Almas en subasta"- de un joven pobre despreocupado, frívolo, cínico y arribista, única manera que parecía haber de tener una vida digna en la sociedad retratada.

En 1966 realizaría la caustica "Morgan, un caso clínico" y en 1968, la olvidada "Isadora", una biografía de la polémica bailarina Duncan, ambas con Vanessa Redgrave. Reisz no haría mucho más, ni tendría demasiada repercusión, salvo una interesante "La amante del teniente francés", para el estrellato de Meryl Streep.

 
Fragmento de "We are the Lambert boys" (1959) de Karel Reisz (en 2'10'' se ve un cartel de corned beef "Fray Bentos")


Fragmento de "Almas en subasta" (1958) de Jack Clayton

Fragmento de "Posesión satánica" (1961) de Jack Clayton

Tony Richardson (foto 3) fue otro brillante adaptador de la literatura crítica que se hacía en esos tiempos en Gran Bretaña: John Osborne en "Pasión prohibida" (1959) e "Imprevisto pasional" con Laurence Olivier; Shelag Delaney con "Sabor a miel" (1961) y Allan Sillitoe con "El mundo frente a mí" (1962). Más allá de los pésimos y traicioneros títulos en nuestro idioma -insisto- sobrevive una solidez narrativa poco común en otros cines renovadores que vendrían poco después, una frescura en la mirada a jóvenes y clases populares que habían tenido muy poco espacio hasta ahora en las películas nacionales.

 En 1963 se consagraría comercialmente con "Tom Jones, hombre de audacia" (foto 4), colocando a Finney como actor estrella y ganando sendos Oscar a mejor película y mejor director. Los airados británicos parecían haber sido aceptados plenamente por la industria que en realidad, nunca los había despreciado. El cine en estudios, artificial y estático, evasivo y fantasioso, estaba agotado y la apuesta del cine para derrotar a una cada vez más peligrosa televisión no pasaría -en general- por espectaculares mamotretos en pantalla ancha y color sino en un cine joven, modesto y ágil pero también inteligente y con cosas para decir. Por lo menos, por algunos años.

Richardson posteriormente realizaría producciones importantes, bastante revisionistas de temas clásicos como "El marino de Gibraltar" (1967) y "La carga de la brigada ligera" (1969) pero su importancia se diluiría, tal como ocurrió con todos los angrys, quienes no supieron mantener una presencia importante en las carteleras comerciales, luego de superado el impacto de su irrupción juvenil.

Otro director que llamaría la atención con sus primeros films, aunque en menor medida, fue John Schlesinger, con "Algo que parezca amor" (1962) y "Algo de verdad" (1963). Más éxito tuvieron "Darling" (1965) -Oscar como actriz a Julie Christie- y "Lejos del mundanal ruido" (1967), sobre Tomas Hardy. 

Schlesinger tuvo más suerte que sus compañeros en Hollywood. Suyos son algunos títulos comercialmente importanes como "Perdidos en la noche" (1969), primer Oscar a una película adulta luego de consagrar a frivolidades musicales y "para toda la familia"; "Como plaga de langosta" (1974), otro film retro y "Maraton de la muerte", un policial entretenido que podría haber hecho cualquier otro.

Quienes mantuvieron -aunque sea en parte- sus inquietudes juveniles se vieron limitados a filmar películas poco distribuídas, desconocidas para el gran público o refugiarse directamente en la televisión. En cambio, quienes consiguieron permanecer en la industria, lo hicieron a costa de realizar un cine impersonal, generalmente digno pero muy lejano a lo que habían hecho en sus comienzos.    



Fragmento de "Sabor de miel" (1961) de Tony Richardson


Fragmento de "Terminus" (1961) de John Schlesinger

Lindsay Anderson (foto 5) es un caso aparte. Prestigioso crítico -especialmente por su elogiadísimo libro sobre John Ford- nunca se molestó por tener una filmografía muy espaciada. Debutó en el largo -tenía numerosos cortometrajes realizados- con "El llanto del ídolo" en 1963 pero tuvo su mejor momento con "If...", la visión británica de un momento social (1968) muy especial, con un motín juvenil en un prestigioso colegio privado, ametralladoras incluídas. 

Anderson seguiría con su espíritu iconoclasta con la menos recordada "Un hombre de suerte", nuevamente con la nueva estrella Malcolm McDowell, quien venía de consagrarse internacionalmente con "Naranja mecánica". Más politizado y más sólido culturalmente que sus colegas de movimiento, no hizo concesiones a la industria y vio menguar sus posibilidades de filmar, a la vez que su iracundia se fue mermando con los años, llegando a filmar la inédita en Uruguay "Las ballenas de agosto" en 1987, como homenaje a los veteranísimos Bette Davis, Lilian Gish y Vincent Price, que está bien pero que no tiene nada de la ya lejana iracundia.
Si bien se puede resumir que los artífices -desde la dirección- del llamado Free cinema británico tuvieron un corto cuarto de hora en la industria de Inglaterra, no por eso se debe olvidar que prácticamente todo el cine inglés posterior deriva de ellos, incluyendo un período particularmente brillante en los 80. También es de remarcar el lanzamiento de varias actores juveniles que tuvieron más suerte en general, refrescando las pantallas mundiales: Vanessa Redgrave, Richard Harris, Malcolm McDowell, Allan Bates, Tom Courtenay, David Warner, Albert Finney. 

Fragmento de "If..." (1968) de Lindsay Anderson


Fragmento de "Un hombre de suerte" (1972) de Lindsay Anderson

11 de junio de 2013

Von Rompaey: andá llevando

El ex Presidente de la Suprema Corte de Justicia, el Dr. Leslie Von Rompaey escribió en el prólogo del libro anónimo contra la despenalización de la interrupción del embarazo, presentado hace pocos días que quienes estamos "a favor del aborto" (sic) no hemos presentado casi ningún argumento.

Yo, que aún no terminé Secundaria -probablemente lo haga en unos meses- me tomo el atrevimiento de enumerarle respetuosamente al prestigioso abogado algunos. No soy -ni intento serlo- el portavoz de los movimientos a favor de la despenalización, ni los integro. Solamente tengo derecho a opinar, como cualquier ciudadano. Y un blog.

Hay una entrada anterior mía sobre el tema hace dos años. Se puede leer acá:

Yo decido (si nací con pito) del 30/5/11

Trataremos de no repetirnos, ahí decía algo así como que:

-Quienes tenemos la opinión contraria de Von Rompaey, Tabaré Vazquez y los del Opus Dei estamos a favor de la despenalización del aborto y no del aborto en sí. Queremos dar libertad a quienes quieran hacérselo, no inducirlas. 

-Quienes quieren prohibirlo (o que siga prohibido), que son básicamente determinadas iglesias empezando por la Católica Apostólica Romana no tienen autoridad moral ni injerencia para imponer conductas a mujeres que, probablemente, no predican su credo.

-En el caso de los cultos (y muchos personajes) no han demostrado ni remotamente ningún interés por la vida o por los derechos humanos de nadie, cuando en nuestro continente sobran las masacres, las injusticias y las desigualdades. Es gente poderosa y adinerada que nunca antes se había movilizado por nada mientras a su alrededor pasaba de todo.

-Muchas veces la prohibición encubre el pingüe negocio que realizan muchos médicos en la clandestinidad de sus clínicas, donde cobran lo que se les antoja y trabajan como quieren.

Es muy viejo y manido el truco de presentar a quien está en contra de nuestras posiciones como que no tiene argumentos. El problema de Von Rompaey es que probablemente sólo lee "El país" o ve "Telenoche 4", que no son precisamente ejemplos de pluralismo de ideas. Pero vamos a ilustrar un poco mejor al doctor Leslie, así reflexiona un poquito:

-La despenalización no lleva al incremento de abortos. No hay pruebas estadísticas de ello en ninguna parte del mundo. Lo que podría hacer descender el número de abortos (intención compartible) sería la educación sexual y la información responsable, pero a ésto también se oponen los fanáticos religiosos.

-En Estados Unidos en los 80 hubo una serie de atentados terroristas llevados a cabo por militantes antiabortistas, con el lamentable saldo de varios muertos. Curiosa forma de defender la vida...

-Si bien hay que estar atentos a que no se creen sociedades que se dediquen a la selección artificial, lo que podría llevar a que se desechen los niños que no sean rubios o cosas así, es deseable que determinadas enfermedades congénitas (por ejemplo, la columna bífida) que sólo pueden traer sufrimiento extremo propio y de los familiares a cargo. En España los movimientos "Si a la vida" (no es el único país) se oponen también a abortos en estas condiciones. Y también a los de embarazos resultantes de violaciones.

Uno podría afirmar que, en realidad, los que "están a favor de la vida" no tienen más argumento que el de defender al embrión. Están en contra en su gran mayoría -como se ha dicho- de la educación sexual y de todo método anticonceptivo, por lo cual todas las parejas del mundo estarían obligadas a seguir sus fanáticas concepciones y tener todos los hijos "que Dios les da". Con ese criterio tampoco podríamos tratar un cáncer o aliviar un dolor. 

En la anterior entrada mía sobre el tema o en la finalizada serie "¿Las mujeres son todas putas?" recibí varios comentarios -algunos con el popular login "Anónimo"- con opiniones bastante diversas de la mía. Ningún problema con eso, lo polémico es que solían abundar en afirmaciones muy traídas de los pelos del estilo "las mujeres son así o asá", dando por indiscutible que ellas son muy diferentes -e inferiores o incompletas- con respecto a los hombres y por eso no se les podía dejar en sus manos la decisión sobre sus embarazos. Yo opino todo lo contrario.