27 de agosto de 2012

Restaurate esta


En la ignota localidad de Borja, en Zaragoza, España, una anciana octogenaria sin experiencia en el tema se ofreció a restaurar un fresco denominado "Ecce Homo", pintado en 1930 sobre una pared sin tratar. El resultado de su trabajo amateur fue éste:

Esta es la autora, quien ha sido atacada un poco exageradamente. Hay muchos que piensan -pensamos- que así como ha quedado está bastante más interesante.

Ella se ha defendido, diciendo que todavía no había terminado su trabajo y que se había ido de vacaciones antes del final de la labor. No dominamos, por cierto, el tema de cómo restaurar una obra plàstica dañada, pero algo nos dice que no va a llegar a dibujar el Cristo original ni a palos. 

Los españoles se han tomado el desastre con bastante humor y han aprovechado para hacer sus propias versiones, para ayudar a la buena señora a terminarla o para imaginar cómo podrían quedar otras pinturas de Leonardo o Miguel Angel si esta "restauradora" fuera contratada. Basta buscar un ratito en Google para encontrar ésto y mucho más.





21 de agosto de 2012

A contracorriente: Charles Bukowski

Primera aclaración: no he leído la obra completa de Charles Bukowski (1920-1994) -¿quién lo ha hecho?- y tampoco, la gran parte. Probablemente, se me podrá decir que me he perdido libros muy importantes y muy valiosos que podrían hacer variar mi opinión sobre él. Puede ser, pero lo dudo mucho.

Segunda aclaración: No me gustan los escritores -ni los artistas en general- cuya obra gira obsesivamente sobre sí mismos y que no hablan de otra cosa que de sus propias experiencias de vida ni tienen otra inspiración que contarnos todas las cosas que les pasaron, como si no hubiera nada interesante que inventar o que conocer. Es mi gusto personal y otros pueden, naturalmente, discrepar con él.

Bukowski siempre habla de sí mismo, presentándose como un borracho simpático -aunque atosigue al lector con permanentes descripciones de su suciedad, su cinismo y su mal estado general- queriéndonos hacer creer que en realidad se está autocriticando y mostrándonos sus defectos. Es un ejemplo claro de falsa modestia que quiere hacerse pasar como confesión feroz pero no es más que exhibicionismo. Nada de lo que pasa en el mundo parece importarle a este autor de culto, quien nunca sale de su postura de decir que todos somos malos. Algo no tan diferente de decir que todos somos buenos.

Quizás la culpa no la tiene el propio C.B., quien vio con asombro el éxito editorial que tuvo en la segunda mitad de su vida y se dedicó a producir lo más rápido posible para ganar todo el dinero que pudiera. Lo cual no está mal, lástima que no tenía nada que decir. El problema son los bukowskianos -conozco a varios bastante inteligentes, sin embargo- que endiosaron a alguien cuya obra, autoproclamada como maldita, no lo defiende. Pero, bueno, reconozco que esta opinión mía es bastante minoritaria. Qué se le va a hacer.

He aquí un cuento corto, como prueba de lo que digo:

CHARLES BUKOWSKI - DEJE DE MIRARME LAS TETAS,SEÑOR


Big Bart era el tío más salvaje del Oeste. Tenía la pistola más veloz del Oeste, y se había follado mayor variedad de mujeres que cualquier otro tío en el Oeste. 
No era aficionado a bañarse, ni a la mierda de toro, ni a discutir, ni a ser un segundón. También era guía de una caravana de emigrantes, y no había otro hombre de su edad que hubiese matado más indios, o follado más mujeres, o matado más hombres blancos.
Big Bart era un tío grande y él lo sabía y todo el mundo lo sabía. Incluso sus pedos eran excepcionales, más sonoros que la campana de la cena; y estaba además muy bien dotado, un gran mango siempre tieso e infernal. Su deber consistía en llevar las carretas a través de la sabana sanas y salvas, fornicar con las mujeres, matar a unos cuantos hombres, y entonces volver al Este a por otra caravana. Tenía una barba negra, unos sucios orificios en la nariz, y unos radiantes dientes amarillentos.
Acababa de metérsela a la joven esposa de Billy Joe, la estaba sacando los infiernos a martillazos de polla mientras obligaba a Billy Joe a observarlos. 
Obligaba a la chica a hablarle a su marido mientras lo hacían. Le obligaba a decir:
—¡Ah, Billy Joe, todo este palo, este cuello de pavo me atraviesa desde el coño hasta la garganta, no puedo respirar, me ahoga! ¡Sálvame, Billy Joe! ¡No, Billy Joe, no me salves! ¡Aaah!
Luego de que Big Bart se corriera, hizo que Billy Joe le lavara las partes y entonces salieron todos juntos a disfrutar de una espléndida cena a base de tocino, judías y galletas.
Al día siguiente se encontraron con una carreta solitaria que atravesaba la pradera por sus propios medios. Un chico delgaducho, de unos dieciséis años, con un acné cosa mala, llevaba las riendas. Big Bart se acercó cabalgando.
—¡Eh, chico! —dijo.
El chico no contestó.
—Te estoy hablando, chaval...
—Chúpame el culo —dijo el chico.
—Soy Big Bart.
—Chúpame el culo.
—¿Cómo te llamas, hijo?
—Me llaman «El Niño».
—Mira, Niño, no hay manera de que un hombre atraviese estas praderas con una sola carreta.
—Yo pienso hacerlo.
—Bueno, son tus pelotas, Niño —dijo Big Bart, y se dispuso a dar la vuelta a su caballo, cuando se abrieron las cortinas de la carreta y apareció esa mujercita, con unos pechos increíbles, un culo grande y bonito, y unos ojos como el cielo después de la lluvia. Dirigió su mirada hacia Big Bart, y el cuello de pavo se puso duro y chocó contra el torno de la silla de montar.
—Por tu propio bien, Niño, vente con nosotros.
—Que te den por el culo, viejo —dijo el chico—. No hago caso de avisos de viejos follamadres con los calzoncillos sucios.
—He matado a hombres sólo porque me disgustaba su mirada.
El Niño escupió al suelo. Entonces se incorporó y se rascó los cojones.
—Mira, viejo, me aburres. Ahora desaparece de mi vista o te voy a convertir en una plasta de queso suizo.
—Niño —dijo la chica asomándose por encima de él, saliéndosele una teta y poniendo cachondo al sol—. Niño, creo que este hombre tiene razón. No tenemos posibilidades contra esos cabronazos de indios si vamos solos. No seas gilipollas. Dile a este hombre que nos uniremos a ellos.
—Nos uniremos —dijo el Niño.
—¿Cómo se llama tu chica? —preguntó Big Bart.
—Rocío de Miel —dijo el Niño.
—Y deje de mirarme las tetas, señor —dijo Rocío de Miel— o le voy a sacar la mierda a hostias.
Las cosas fueron bien por un tiempo. Hubo una escaramuza con los indios en Blueball Canyon. 37 indios muertos, uno prisionero. Sin bajas americanas. Big Bart le puso una argolla en la nariz...
Era obvio que Big Bart se ponía cachondo con Rocío de Miel. No podía apartar sus ojos de ella. Ese culo, casi todo por culpa de ese culo. Una vez mirándola se cayó de su caballo y uno de los cocineros indios se puso a reír. Quedó un sólo cocinero indio.
Un día Big Bart mandó al Niño con una partida de caza a matar algunos búfalos. 
Big Bart esperó hasta que desaparecieron de la vista y entonces se fue hacia la carreta del Niño. Subió por el sillín, apartó la cortina, y entró. Rocío de Miel estaba tumbada en el centro de la carreta masturbándose.
—Cristo, nena —dijo Big Bart—. ¡No lo malgastes!
—Lárgate de aquí —dijo Rocío de Miel sacando el dedo de su chocho y apuntando a Big Bart—. ¡Lárgate de aquí echando leches y déjame hacer mis cosas!
—¡Tu hombre no te cuida lo suficiente, Rocío de Miel!
—Claro que me cuida, gilipollas, sólo que no tengo bastante. Lo único que ocurre es que después del período me pongo cachonda.
—Escucha, nena...
—¡Que te den por el culo!
—Escucha, nena, contempla...
Entonces sacó el gran martillo. Era púrpura, descapullado, infernal, y basculaba de un lado a otro como el péndulo de un gran reloj. Gotas de semen lubricante cayeron al suelo. Rocío de Miel no pudo apartar sus ojos de tal instrumento. Después de un rato
dijo:
—¡No me vas a meter esa condenada cosa dentro!
—Dilo como si de verdad lo sintieras, Rocío de Miel.
—¡NO VAS A METERME ESA CONDENADA COSA DENTRO!
—¿Pero por qué? ¿Por qué? ¡Mírala!
—¡La estoy mirando!
—¿Pero por qué no la deseas?
—Porque estoy enamorada del Niño.
—¿Amor? —dijo Big Bart riéndose—. ¿Amor? ¡Eso es un cuento para idiotas! ¡Mira esta condenada estaca! ¡Puede matar de amor a cualquier hora!
—Yo amo al Niño, Big Bart.
—Y también está mi lengua —dijo Big Bart—. ¡La mejor lengua del Oeste!
 La sacó e hizo ejercicios gimnásticos con ella.
—Yo amo al Niño —dijo Rocío de Miel.
—Bueno, pues jódete —dijo Big Bart y de un salto se echó encima de ella. Era un trabajo de perros meter toda esa cosa, y cuando lo consiguió, Rocío de Miel gritó. Había dado unos siete caderazos entre los muslos de la chica, cuando se vio arrastrado rudamente hacia atrás.
ERA EL NIÑO, DE VUELTA DE LA PARTIDA DE CAZA.
—Te trajimos tus búfalos, hijoputa. Ahora, si te subes los pantalones y sales afuera, arreglaremos el resto...
—Soy la pistola más rápida del Oeste —dijo Big Bart.
—Te haré un agujero tan grande, que el ojo de tu culo parecerá sólo un poro de la piel —dijo el Niño—. Vamos, acabemos de una vez. Estoy hambriento y quiero cenar. Cazar búfalos abre el apetito...
Los hombres se sentaron alrededor del campo de tiro, observando. Había una tensa vibración en el aire. Las mujeres se quedaron en las carretas, rezando, masturbándose y bebiendo ginebra. Big Bart tenía 34 muescas en su pistola, y una fama infernal. El Niño no tenía ninguna muesca en su arma, pero tenía una confianza en sí mismo que Big Bart no había visto nunca en sus otros oponentes. 
Big Bart parecía el más nervioso de los dos. Se tomó un trago de whisky, bebiéndose la mitad de la botella, y entonces caminó hacia el Niño.
—Mira, Niño...
—¿Sí, hijoputa...?
—Mira, quiero decir, ¿por qué te cabreas?
—¡Te voy a volar las pelotas, viejo!
—¿Pero por qué?
—¡Estabas jodiendo con mi mujer, viejo!
—Escucha, Niño, ¿es que no lo ves? Las mujeres juegan con un hombre detrás de otro. Sólo somos víctimas del mismo juego.
—No quiero escuchar tu mierda, papá. ¡Ahora aléjate y prepárate a desenfundar!
—Niño...
—¡Aléjate y listo para disparar!
Los hombres en el campo de fuego se levantaron. Una ligera brisa vino del Oeste oliendo a mierda de caballo. Alguien tosió. Las mujeres se agazaparon en las carretas, bebiendo ginebra, rezando y masturbándose. El crepúsculo caía.
Big Bart y el Niño estaban separados 30 pasos.
—Desenfunda tú, mierda seca —dijo el Niño—, desenfunda, viejo de mierda, sucio rijoso.
Despacio, a través de las cortinas de una carreta, apareció una mujer con un rifle. Era Rocío de Miel. Se puso el rifle al hombro y lo apoyó en un barril.
—Vamos, violador cornudo —dijo el Niño—. ¡DESENFUNDA!
La mano de Big Bart bajó hacia su revolver. Sonó un disparo cortando el crepúsculo. Rocío de Miel bajó su rifle humeante y volvió a meterse en la carreta. El Niño estaba muerto en el suelo, con un agujero en la nuca. Big Bart enfundó su pistola sin usar y caminó hacia la carreta. La luna estaba ya alta.
   

15 de agosto de 2012

Crímenes "resueltos" por Hollywood

No digo que sea un género aparte, pero un tipo especial de películas -o mejor dicho, de criterio para realizar películas- ha irrumpido ocasionalmente en los últimos tiempos en el cine norteamericano. No sé cómo denominarlo exactamente, pero se trata de aquellos filmes en los que se narra un caso real no resuelto... pero al que se le da una resolución.

Tenemos en claro todos que una película -documental o de ficción, más comercial o más de "arte y ensayo"- no es la verdad relativa sobre un hecho o un personaje realmente existente. Ha habido disparates históricos donde se tomaba una situación como base de una narración que no tenía nada que ver con lo que había pasado e intentos mucho más serios donde se trata de presentar de la forma más fidedigna posible, con esmeros de escenografía y vestuarios lo más similares posibles a los auténticos. Pero la Filosofía del Arte es concluyente: un hecho real -así como una obra literaria-y su representación cinematográfica son dos cosas muy diferentes que sólo se pueden parecer en parte.



"Desde el infierno" (2001) de Albert y Allan Hugues (trailer)

El célebre caso de Jack el Destripador es un buen ejemplo de suceso criminal no esclarecido aún, y seguramente no esclarecido nunca. Pues bien, en la interesante "Desde el infierno", con Johnny Deep y Heather Graham, se da la identidad de quién habría sido, sin aclarar que es una teoría, sino más bien presentándolo como un hecho probado.

Algo similar pasa con otro horrible asesinato, mucho más cercano en el tiempo, que fue el de la joven Elizabeth Short. Era una insignificante aspirante fracasada a actriz de Hollywood que fue encontrada desmembrada en dos partes, luego de ser espantosamente torturada durante días. Fue otro caso sin resolución, pero "La dalia negra", con Scarlett Johansson, Aaron Echkart, Josh Harnett, Mia Kirshner e Hillary Swank, aventura quién y por qué habría hecho algo así, en medio de un film que se distrae en cosas que no tienen nada que ver, no sabe bien de qué está hablando y termina siendo un sonado fracaso de taquilla, que quizás por eso no se estrenó en Uruguay.

"La dalia negra" (2006) de Brian De Palma (trailer)

Otro ejemplo no resuelto (aunque no sea un crimen) es sobre la verdadera identidad del autor -suponiendo que haya sido uno sólo- de las obras que consideramos oficialmente escritas por William Shakespeare. Hay quienes no quieren oir hablar de que haya más de un escritor atrás y hay, por otro lado, quienes afirman que el actor no demasiado notorio que figura como el escritor oficial del mayor conjunto de la literatura inglesa en realidad se apropió de los créditos que no le correspondían. "Anónimo" no tiene la menor duda y nos informa quién escribió realmente "Macbeth", "Hamlet" y "Romeo y Julieta" y trata a Shakespeare como un tarado ladrón y extorsionista. Nuevamente, sin dejar lugar a segundas opiniones.       

"Anónimo" (2011) de Roland Emmerich (trailer)

Extrañamente, alguien poco sutil y medido y, generalmente muy manipulador como Oliver Stone, figura en esta entrada como el más honesto de los expositores. Pero es que "JFK", su recordada obra sobre el asesinato del presidente Kennedy y la más que discutible investigación oficial, si bien incurre en muchas afirmaciones muy polémicas y que corren por cuenta de Stone -por ejemplo, vinculando al Vice Presidente Johnson en el magnicidio- tiene por lo menos el buen gusto de no dar por concluido el tema con la teoría propia y lamentarse porque se haya preferido escudarse en el impresentable Informe Warren oficial, ocultando la verdadera investigación. 

Stone presenta mucha información contundente que puede ayudar a ir por el camino correcto a la resolución del misterio, aunque nunca es fácil separar la paja del trigo en su película y mucha afirmación gratuita aparece como fehacientemente probada, cuando es claro que no es así.

"JFK" (1991) de Oliver Stone (fragmento)

Moraleja: no creamos todo lo que vemos en una pantalla. 

5 de agosto de 2012

Historia Ilustrada del Jazz 31

EL NEOCLASICISMO: LOS HERMANOS WYNTON Y BRANDFORD MARSALIS

Los movimientos que buscaban reinvindicar al jazz abierto a las músicas de los cinco continentes y, fundamentalmente, las tendencias a una música "moderna" que incluyera ritmos (e instrumentos) del rock, con "rarezas" como ruidos y armonías disonantes. Había mucha gente que no estaba de acuerdo con los nuevos caminos que estaban tomando la mayoría de los músicos más jovenes y ansiaban volver al tronco principal de la historia del jazz, tanto en su vertiente hard bop como en modelos más antiguos -y más añorados- como los del swing o el propio bebop, ya convertido en un nuevo clásico. Para peor, la gran mayoría de estas producciones vanguardistas tenían muy poco éxito comercial y las ventas de discos de jazz era menores que nunca.

Poco a poco, a partir de la década de los 80 se comenzó a ser mucho más tolerantes con quienes, aún siendo en muchas oportunidades mucho más jóvenes que quienes impulsaban nuevas olas, se inclinaban a tocar lo que había sido dejado de lado en beneficio de sonidos más contemporáneos, pero que todavía tenía mucho para dar. Estos jóvenes, la gran mayoría de ellos egresados de academias o institutos universitarios musicales, mucho más cultos y profesionales que la gran mayoría de quienes los habían precedido, no se limitaban -salvo excepciones- a copiar a los grandes maestros del ayer, versionando sus temas e imitando sus solos, sino que aprovechaban el camino abierto por Duke Ellington, Lester Young, Charlie Parker, Charles Mingus o John Coltrane para crear nuevos temas e, incluso, "aggiornar" los clásicos.

A partir de la decadencia -sobre todo física- y la muerte de Miles Davis, fue Wynton Marsalis quien, indudablemente, tomó la posta de ser el máximo referente del jazz, si es que ese título realmente debe existir. Virtuoso de la trompeta, nacido nada menos que en New Orleans en 1961, Wynton se ha caracterizado por ser un purista que no acepta nada de lo que ha venido a aparecer desde el momento de su nacimiento hasta hoy, a lo que no considera ser llamado jazz.

Antes de cumplir los 20 años, ya había ingresado en ese semillero fabuloso que fueron los Jazz Messengers de Art Blakey, donde destacó nítidamente y comenzó a ser famoso. Colaboró con Herbie Hancock antes de convertirse rápidamente en líder, donde comenzó a convertirse en el jazzman más exitoso del momento.

También en el más controvertido. Su rechazo visceral a todas las novedades musicales le han llevado a polémicas públicas que Wynton no evita, sino todo lo contrario, evolucionando hacia airadas reinvidicaciones de corrientes jazzisticas cada vez más primitivas, que difícilmente no puedan catalogarse de reaccionarias. Si bien su prestigio ha permitido reflotar mucha música injustamente olvidada, también es cierto que su fanatismo le ha llevado en numerosos discos a limitarse a copiar lo antiguo, sin poner nada de sí. Astuto comerciante, también se ha asociado con gente popular como Eric Clapton o Willie Nelson.   





Su hermano Branford nació un año antes. Ingresó, como él, en la orquesta de Blakey y acompañó a Wynton cuando éste comenzó su carrera como lider tanto en saxo alto como soprano. Muy influenciado por Coltrane, se fue distanciando de su hermano tanto personal como musicalmente.

En 1985 acompañó al cantante pop Sting, luego de éste abandonar a su grupo Police e intentar nuevos caminos en su rumbo solista. Ya maduro, comenzó su carrera como lider siguiendo el rumbo hard que había aprendido tan bien con los Messengers. 

Mucho más abierto que Wynton, más reservado y menos autopropagandístico, Brandford Marsalis es una presencia sólida dentro del jazz actual, incluso siendo sobrevalorado por quienes se oponen a su hermano, como una forma de atacar a éste, sin reparar que Branford es un excelente saxofonista por sí solo, que ha explorado sonidos nuevos, aunque no se haya adentrado en los caminos del free jazz o de la world music, ya bastante pasados de moda, por otra parte.