29 de marzo de 2012

Estilos de pintura


Me encanta este tipo de comparaciones de estilos a partir de una única imagen. Ésta es bajada del Facebook y no sólo es graciosa, sino también ilustrativa. Juro que alguna vez voy a tener una remera así.

23 de marzo de 2012

El Uruguay que nos mienten 5

EL PACHECATO

La derecha, cuando intenta condenar los delitos y actos terroristas del MLN (cosa que jamás hace con los de las F.F.A.A.) generalmente menciona que se alzaron en armas contra un gobierno democrático, lo cual es rigurosamente cierto. Lo que se olvidan de agregar es qué tipo de gobierno democrático había en ese entonces.

Al ganar el Partido Colorado las elecciones de 1966, Reforma Constitucional incluída que eliminaba el extraño sistema de un Ejecutivo Colegiado que se demostró un formidable mecanismo para trancar todo cambio en el gobierno del país, asumió como presidente el General (R) Oscar Gestido, quien murió al año de ejercer el cargo. Esa breve permanencia le ha permitido ser bastante olvidado por la historia nacional, pero lo cierto es que su presidencia se caracterizó por el autoritarismo. Gestido clausuró medios de prensa por criticar a su gobierno, implantó Medidas de Seguridad (como si hubiera una guerra o un desastre natural) ante las movilizaciones de los sindicatos e incorporó, como nunca se había visto antes, a los representantes de los principales ganaderos y banqueros del país, algo resistido firmemente por varios sectores de su propio Partido.

El vicepresidente que asumió al morir Gestido no fue otro que Jorge Pacheco Areco, un oscuro diputado que había sido elegido para completar la fórmula presidencial después de ser descartadas otras figuras de más peso dentro del Partido. Su política no varió en absoluto: represión a quienes consideraba sus enemigos. Por ejemplo, fueron militarizados los empleados públicos que hacían huelga, ilegalizados varios sectores políticos partidarios (incluyendo el Partido Socialista) e, incluso, llegó al absurdo de prohibir -ya que prohibiciones y represiones eran sus más frecuentes actos ejecutivos- utilizar determinadas palabras para referirse a los guerrileros y sus acciones.

En realidad, la política llevada adelante por los colorados de la UCB era la misma que habían implantado los blancos en sus dos períodos constitucionales en que gobernaron, a pesar de que en cada uno de ellos fueron distintas fracciones las que tuvieron la mayoría: sumisión acrítica y entusiasta a todas las directivas neoliberales del FMI y apelación a las mencionadas Medidas Prontas de Seguridad previstas constitucionalmente para otro tipo de situaciones que las protestas populares.

Buena parte de la cultura social uruguaya iba deslizándose progresivamente hacia el autoritarismo y la intolerancia, en muchos de sus sectores. La convivencia democrática parecía cosa de "débiles" y de "poco patriotas". Las invocaciones a las "manos duras" y las acusaciones -no del todo infundadas- repartidas a troche y moche sobre la intervención en nuestro país de las super potencias que se toreaban en la llamada "Guerra Fría" eran cosas de todos los días.

La situación económica era desastrosa: terminada la bonanza de las ventas ganaderas a los países en guerra, nada se había hecho por el desarrollo de la producción en Uruguay y la inflación superaba el 100 % año a año, mientras descendía vertiginosamente el salario real de los trabajadores. Ante eso, empresarios e industriales  exigían represión a las movilizaciones sindicales y sociales, que se materializaba en apaleamientos y balazos en las calles y torturas en los cuarteles. 

El Poder Ejecutivo solía desconocer las resoluciones de los otros poderes (tanto el Legislativo como el Judicial) que no sirvieran a sus intereses. Eso parecía en aquellos tiempos un símbolo de "firmeza" o "energía". El autoritarismo avanzó, año tras año, mientras Pacheco aprovechaba la debilidad general de la oposición fragmentada y dividida (buena parte de los blancos apoyaban al gobierno) e incluso los legisladores oficialistas recurrían al curioso recurso de abandonar las sesiones para no dar quorum cuando se convocaba a un debate que podía poner en aprietos al pachequismo.

No defiendo la lucha armada que se vivió aquí entre 1966 y 1971, pero antes de condenarlos hay que tener en cuenta muchos factores habitualmente silenciados de la situación general del país, que no recibía respuestas de las instituciones formales las cuales, no dejaban lugar a las opiniones disidentes de las del poder ni jugaban limpio cuando podían perder una votación, como lo demostraría la elección presidencial de 1971.


13 de marzo de 2012

No sólo en las comparsas hay vedettes...

Ya lo he contado hace mucho tiempo pero vale la pena repetirlo: en la década de los 90 tuve la costumbre durante varios años de comprar un abono para lo que entonces era la tercera rueda del Concurso de Carnaval: no una Liguilla sino una Rueda de Triunfadores, donde se presentaban durante unas cinco jornadas los conjuntos que habían conseguido los cuatro primeros lugares de cada categoría.

La propuesta era interesante: me aseguraba ver a los mejores del año, sin posibilidad téorica de clavarme viendo a un conjunto mediocre y, sin necesidad de ir todos los días (lo que me imagino es un periplo agotador para los que vivimos lejos del Ramón Collazo y laburamos) en una semanita tener un panorama razonablemente completo del concurso vigente.

Pues bien, fui varios años -pongamos 4 o 5- y mucho antes de que se cambiara el formato del concurso decidí no sacar más el abono y bajar mucho mi promedio de asistencia a los tablados (un par de veces por año, como mucho, si encuentro con quién ir). ¿La razón fundamental?. Me recontrapudrieron los discursos altisonantes, sensibleros e histéricos que improvisaban -o no- los perdedores, llevando cada derrota como una epopeya de lucha desigual contra los poderosos que osaban negarles el triunfo en su categoría. Lo curioso es que al año siguiente si uno de los que había perdido ahora salía primero, todo era Verdad y Justicia y el mundo andaba bien, mientras que si a los triunfadores del año pasado esta vez no se les daba, se subían al carro del discurso lloriqueante de sus colegas y hablaban pestes del jurado.
Señoras y señores: el ambiente del Carnaval montevideano es de terror.Groucho Marx confesaba en su autobiografía que nada en la vida le duele más al humorista que escuchar los aplausos que recibe un colega. Pues bien, la envidia es ley general y es una utopía sentir a un carnavalero hablar bien de un colega. Nunca -dicen ellos- pierden bien y siempre insinúan cosas turbias que nunca especificarán y, mucho menos, probarán. Que las ha habido -en épocas dictatoriales y un poco más acá- es innegable, pero ahora son sólo excusas. 


El vedettismo de la inmensa mayoría de quienes se suben al tablado -con escasísimas excepciones- es mayor que el de las divas de la ópera e incluye a esos tipos que son meros rellenos de conjuntos sin pena ni gloria. Las presiones y amenazas de "barras bravas" de algunos conjuntos y las zancadillas para conseguir tablados son cosas de todos los días. Por no decir que varios propietarios -algunos de ellos muy "progresistas" y "revolucionarios"- son bastante olvidadizos para ponerse al día con sus empleados. Especialmente, los que no suben al escenario, que tienen muchísima menos prensa, por cierto.


El ambiente es feo, la bilis que segregan los demás cuando a alguien le va bien es más que abundante y la tolerancia de los artistas a la crítica es igual a cero. Aparentemente pretenden que los periodistas -como en todas las actividades de la vida, de éstos hay buenos y mediocres, conocedores e improvisados- se limiten a rociarlos con todo su arsenal de elogios, no vaya a ser que la estrellita se enoje. El reciente episodio (en realidad, bastante menor) del insufrible Ariel "Pinocho" Sosa basureando al comentarista radial y de VTV Marcelo Fernández, gritando que para criticar hay que haber escrito una parodia, es una imbecilidad que debe de haber avergonzado a sus hijos. Lo peor de todo es que Sosa no es libretista de su conjunto. No escribe las parodias.

En resumen: no es oro todo lo que reluce, ni nada que se le parezca. Sigue habiendo muy buenos espectáculos que sobresalen por encima de la mediocridad, con creatividad y profesionalismo. Sobre todo en murgas; en mi opinión, la mejor categoría desde hace ya varios años. Pero si va a integrar un conjunto, piénselo.

6 de marzo de 2012

Historia Ilustrada del Jazz 28

LOS GRANDES TECLADISTAS: CHICK COREA, HERBIE HANCOCK, KEITH JARRETT


El jazz a partir de los fermentales años 60 aprendió definitivamente a expandirse en numerosas ramas que no tenían por qué enfrentarse ni influirse. Además, se resignó a limitarse a una porción minoritaria -aunque firme- del mercado; abrió sus antenas a la tradición musical de todos los continentes -la cultura media del norteamericano es singularmente aislacionista- y admitió la revisión de la música improvisada realizada en diferentes épocas, tanto como presentó lo nuevo, ya sin la carga de tener que eliminar lo anterior.

Pasado de moda el free jazz original -tanto por llevar a un callejón sin salida sus búsquedas absolutas de ruidos y el abandono de cuanta regla armónica hubiera como de la asimilación pacífica de sus novedades por parte de gente más asimilada al sistema- el jazz en su conjunto dejó de buscar una única corriente dominante y se abrió hasta hoy a una internacionalización que lo llevó -paradójicamente o no- al punto de origen, allí en New Orleans, hacía relativamente pocas décadas: una música abierta, fresca, desprejuiciada, nacida de múltiples influencias populares traídas desde muchas culturas diferentes.

Un nuevo tipo de músico de jazz se presentaba: culto, profundo conocedor de la historia del género, abierto a ritmos y armonías extranjeras, profesional (lejos de los excesos de los boppers), técnicamente dotado pero también buen improvisador, ecléctico y vanguardista. Chick Corea, Herbie Hancock y Keith Jarrett son ejemplos de tecladistas sólidos, que han sabido experimentar con diversos formatos y abrirse mucho más allá del jazz con músicos de hip hop o tocando Bach en órganos, manteniendo actualidad e interés hasta el día de hoy. Todos tocaron con Miles Davis, dicho sea de paso.

Armando Anthony "Chick" Corea nació en 1941 en el estado de Massachusetts. Su primer contrato importante fue con el percusionista de origen cubano Mongo Santamaria y poco después trabajó con otros dos líderes influidos de diferente manera por la música latina: Carl Tjader y Stan Getz. 

Comenzó pronto a destacar como compositor y a los 27 años llamó poderosamente la atención con un trío junto al contrabajista checo Miroslav Vitous (posteriormente fundador de Weather Report) y el baterista Roy Haynes. Poco después ingresa al conjunto de Miles Davis y -naturalmente- es influído poderosamente por el líder, experimentando con el -entonces- novedoso teclado electrónico. 

Después de dejar al trompetista, comenzó un camino propio, influido al mismo tiempo por la música de otras culturas que comenzaba a invadir masivamente al jazz tanto como por el pianismo intelectual y vanguardista de Paul Bley, que experimentaba con teclados de invención reciente. Funda el conjunto "Circle" pero es más conocido por "Return to forever", grupo que en sus dos integraciones iniciales garantiza fama a Corea. Contratando, entre otros, al matrimonio brasileño del carismático percusionista Airto Moreira y la cantante Flora Purim (socios de Getz en la explosión modernista de la bossa nova) el pianista conjuga al mismo tiempo una personal mezcla de jazz fusión, la aún no denominada world music, vanguardia e impacto comercial en audiencias sofisticadas y abiertas a sonidos nuevos sin las dificultades del ya decadente free jazz.

Corea sigue hasta hoy en día siendo referente del jazz, aunque no sea su primera línea. Son especialmente recordadas sus ya lejanas colaboraciones con gente como el guitarrista Al Di Meola o el vibrafonista Gary Burton. Ecléctico, culto, de invariable buen gusto, excelente instrumentista que no subordina la música a su virtuosismo, ha disminuído su actividad en los últimos años.  





Señor Mouse



Herbert "Herbie" Hancock dio un concierto de Mozart a los 11 años en su Chicago natal y antes de los 20 ya acompañaba a músicos en clubes nocturnos. Fue Donald Byrd, el olvidado guitarrista que se hizo famoso introduciendo ritmos brasileros en el jazz quien le dio su primera oportunidad. En 1962 -con 22 años de edad- realizó su primer disco solista siendo acompañado por Dexter Gordon y Freddie Hubbard, nada menos. Al año siguiente ingresó en el conjunto de Miles, del que fue un significativo colaborador, especialmente cuando Davis creó la fusión. 

En 1970 abandona al gran líder y comienza su brillante carrera solista que incluye reinvindicaciones de sus orígenes africanos, bandas sonoras de films (incluyendo "Blow up" de Michelangelo Antonioni), jazz funky, música electrónica bailable, dúos con colegas exitosos (el más recordado es con el propio Corea), y numerosas concesiones a la música más comercial aunque nunca abandonó el cultivo de la vertiente más exigente. En realidad, Hancock es uno de los solistas que tiene más clara la coexistencia de ambas modalidades.

Si bien es uno de los mejores -y más exitosos- ejecutantes de teclados electrónicos, nunca ha dejado de lado totalmente el jazz convencional.       





De los tres, Keith Jarrett es el único que además sabe tocar vientos (saxo, clarinete y flautas) y quien más ha cultivado la música clásica.  Comenzó a trabajar desde muy joven y grabó por primera vez tocando para Art Blakey. El flautista y saxofonista Charles Lloyd le dio su primera gran oportunidad, realizando giras por todo el mundo y a la vuelta ya comenzó a realizar discos a su nombre, con un trío que integraba con el batería Paul Motian y con el bajista Charlie Haden, un acompañamiento singularmente sólido. 

En 1970 entra al conjunto de Miles, en plena etapa fusión del líder para el que toca teclados eléctricos. Singularmente, a partir de esa colaboración Jarrett se declararía particularmente en contra de la electrificación de los instrumentos e, incluso, de la amplificación en los recitales.

Desde los 70 ha mantenido un pie en su país y otro en el continente europeo, donde ha realizado actuaciones menos jazzísticas. Ha probado con varios tipos de teclados antiguos antes de que se aceptara masivamente la ejecución de música clásica con instrumentos de época, como se hace actualmente.    


Si bien tiene sus detractores, Jarrett siempre ha mantenido un interesante éxito, pese a que nunca ha hecho la menor concesión a la música comercial. Uno de sus discos más famosos e influyentes es el "Köln concert", donde improvisa solos de piano. Un virtuoso a la par de cualquiera, sin embargo ha sabido agregarle swing y sentimientos a su brillante técnica con un estilo personalísimo e inconfundible.
 
Blossom

Long as you know you're living yours