20 de septiembre de 2018

Salada la canchita: La mesa está servida

Cuando tenía una edad adecuada como para no distinguir bien la ficción de la realidad, protesté asombrado al ver en una película emitida en televisión a un actor a quien yo había visto hace poco morir en otra (o un capítulo de lo que entonces se llamaban seriales) y no podía entender cómo era que volvía a verlo respirando tranquilamente. 

Desde los tiempos del discutido en su identidad Shakespeare, en que una obra de teatro era más parecido a una maratón de serie actual y los -populares- espectadores entraban y salían de la platea mirando un rato y participando con comentarios en voz alta, es que los humanos participamos más o menos concientemente en lo que se llama "suspensión de la credulidad".