20 de diciembre de 2018

Salada la canchita: Nunca hicieron un ciclo de Bertolucci

Lo habían avisado pero como uno vive en Uruguay, pensó que se iba a realizar treinta años después.  Cinemateca Uruguaya estaba en crisis terminal en su función de exhibidora y más que complicada para mantener su archivo fílmico, en tiempos de bajadas internéticas y streamings varios. Se había informado que el Estado le había conseguido tres salas nuevas y que iba a colaborar económicamente con la otra función, luego de algún emprolijamiento de administración.


Finalmente, Cinemateca deja luego de 40 años su local de la calle Carnelli -que yo pensé que era propio- y las salas alquiladas de Pocitos -que andaba muy bien- y del ex cine 18 de Julio -que no-. Teóricamente, no va a tener que pagar por sus salas y van a poseer un pequeño conjunto de locales en condiciones mucho más dignas -esperemos que por mucho tiempo- tanto en sus butacas como en sus proyectores.

Conozco muchas corrientes sociopolíticas -y sus seguidores- que eructan mientras escuchan
Chau Fede, Al, Lui y Lucky
cualquier noticia de inversión en cultura y están prontos a lanzar el consabido e importado latiguillo de "no quiero que gasten mis impuestos en películas que no me interesa ver".  Con ese criterio, que no pidan que construyan cárceles.


-¿Viste que estrenaron una nueva película sobre Pablo Escobar?.

Con nuevos proyectores en celuloide y en DCP -la nueva sigla milagrosa en la que vienen las copias digitales a estrenar en los shoppings- no habría más excusas para no volver a tenernos al día con los buenos estrenos comerciales, al mismo tiempo que podremos ver las copias que estén en buenas condiciones del archivo y no copias bajadas de Internet. Veremos si los muchachos que estrenan en los Movie y los Life no le hacen la guerra y si vuelven a entender que una Cinemateca pujante en realidad les crea espectadores, no se los saca. Al momento de escribir estas pavadas, no he conocido todavía la nueva sede, aún no inaugurada. Bien por la Institución, que hizo coincidir puntillosamente su período de inactividad con mi licencia larga. Claro, son sólo 33 años de socio.

-¿Otra película sobre quién?.

El conformista
Bernardo Bertolucci había debutado muy joven, por eso muchos pensaban que andaba cerca de los 100 años, cuando "apenas" tenía 77. Discípulo directo de Pier Paolo Pasolini -tema de una próxima Canchita- su primer film en 1962 llamado "La comarca seca" ("la muerte" en el lunfardo callejero que PPP conocía tan bien- tenía encima la enorme influencia del maestro, pero dos años después Bertolucci haría "Antes de la revolución", una obra ya madura. Es llamativo que en la misma época otros jóvenes como los hermanos Taviani hicieran "Subversivos" y Marco Bellochio "La China está cercana", otras dos películas sarcásticas, irónicas y bastante más adultas de lo que imaginaríamos para los tempranos 60.

Luego de un par de adaptaciones de unos señores llamados Dostoievski y Borges, llegó su primer éxito internacional -y la primera que estrenaron acá- "El conformista". Un poco olvidado, es de esos filmes que hay que ver más de una vez para poder valorar la exactitud de la correlación entre ambientación, ritmo y marcación de actores para narrar la historia del pobre infeliz que se hace fascista para integrarse como uno más en la sociedad.

Algo de eso sobrevivía en "El último tango en Paris", gran éxito gracias al escándalo de su anécdota sexual, pero efectiva imagen de los 70, en clave sociedad exitosa económicamente pero decadente.
 
-¿En serio estrenaron otra película más sobre Escobar?.

Luego de sobrevivir a Marlon Brando y a la censura, se dedicó a un curioso experimento:
Novecento
"Novecento" (1976), o como realizar una superproducción europea carísima, larguísima, con grandes estrellas liberales (Robert DeNiro, Gerard Depardieu quien antes de hacerse amigo de Putin coqueteaba con el P.C.F., Burt Lancaster, Donald Sutherland, Dominique Sanda, Sterling Hayden) para contar la lucha partisana del P.C.I. contrastando dos amigos que nacen el mismo día: el hijo de los terratenientes -DeNiro- que se hará fascista por debilidad y el hijo de campesinos Depardieu, quien se hará camarada y liderará a su clase. -"Too long, too red" habría puesto como reparo algún distribuidor norteamericano, pero el film, a pesar de conocerse con 80 minutos menos -apenas 240- seguía siendo valioso. 


Bertolucci intentaría ingresar en Hollywood pero sólo lo consiguió a medias. En 1979 rodó "La luna", que no vi, otra película que tenía su propio escándalo -en este caso, una escena de incesto- que tapaba bastante la posibilidad de apreciar tranquilamente la película en sí. Para los curiosos, aquí actúa un aún desconocido Roberto Benigni.

-Me estás jodiendo... ¡otra más sobre Escobar!.

En 1981 fracasaría con "La tragedia de un hombre ridículo", con Ugo Tognazzi, que no estaba mal pero tenía el defecto de ser una película más, a la que le faltaba un poco de más trabajo con el libreto, me parece a mí. Pero, después de un par de empresas que no llegaron a buen término, en 1987 llegaría a su último gran éxito con "El último emperador". Basada en la historia real de Pu Yi, el tipo que estaba destinado a ser el emperador de China hasta que llegaron revoluciones republicanas varias, incluyendo la de Mao, que le complicaron la vida. Con experiencia en manejar rodajes complicados y con la ventaja de integrar el partido homólogo italiano, a Bertolucci se le permitió rodar en la Ciudad Prohibida, cosa inédita.
El último emperador

"El último..." no es el mejor Bertolucci, estamos de acuerdo. Aquejado del síndrome de "mirá cómo te filmo bien enfocado este plano lleno de cosas brillantes", le falta bastante de la ironía y la paradoja que no dejaban de estar ni siquiera en un film que amenazaba con ser muy cuadrado como "Novecento". A Hollywood le gustó porque fue nominado a 9 Oscars y los ganó todos, record superado por la increíble hazaña de "El señor de los anillos III", que ganó 11 en 11.

A partir de ahí pasaría a ser un director europeo veterano, al que seguían invitándolo a los principales festivales pero nadie le daba mucha bola. "Refugio para el amor" (1990) quedaba a medio camino para adaptar una novela que aparenta estar muy buena pero difícil de trasladar a imágenes. Tres años después andaba con ganas de hacerse budista o algo así -o se peleó con los chinos- y realizó la estúpida "Pequeño Buda".   
Jim Parsons ("The big bang theory"), el único actor que no ha hecho de Pablo Escobar aún.

-¿Qué sigue ahora?. ¿Otra de Jurassic Park?. ¿Otra de Halloween?

Sus últimos tres largometrajes pasaron a la muy nutrida categoría de "películas europeas que nunca van a estrenar en Uruguay a menos que ganen Cannes, por lo menos". De ellas, la más interesante fue "Los soñadores" (2003), esplendoroso debut de Eva Green quien no volvería a filmar una película exigente y que de a ratos, lograba transmitir algo del espíritu del Mayo Francés que pretendía retratar, aunque los generosos desnudos estaban meramente de adorno.  

¿Genio?. ¿Sobrevalorado?. Es difícil adjetivarlo así de una. Más allá de tantos mediocres que filman lo que venga, fue un tipo que supo hacer buen cine, un medio cruel y desagradecido que, como además suele ser muy caro, pocas veces deja hacer a sus artistas lo que quieren hacer. En todo caso, valga como merecido homenaje el que le tributó su compatriota Luca Prodan en su momento en "La rubia tarada". O capaz que su apellido era el único que rimaba con Fiorucci.



LA PROPAGANDA PEYONA DEL MES
+ LICEO PROVIDENCIA - El aviso comienza con una música tirando a lúgubre; la voz habla con muchísima seriedad. Todo va a ser muy muy muy solemne. Una gurisa dice que quiere cambiar su vida, no quiere que se vuelva a repetir lo de este año. Por lo menos la violaron en patota y le bajaron cuatro dientes, piensa uno. No quiere, insiste, que el esfuerzo terrible de su madre sea en vano y hasta que su tío se siga cayendo (¿?). A la mierda, no sólo abusan de ella permanentemente sino que le hacen zancadillas al pobre veterano cuando va a salir a la puerta a tomar mate. Pero no, la publicidad nos insta a ser padrinos del mencionado Liceo -lo que me imagino equivale a poner unos mangos- para que la guacha que está hablando no repita más el curso. Un boleo en el orto te voy a pagar, atorranta de mierda, agarrá los libros y dejate de tanto baile y tanto Tinder, pedazo de una brisca.   

JUNÁ QUE ESCENA, GIL
La insólitamente subvalorada en su momento "Apocalipsis now" de Francis Ford Coppola tiene varios tramos excelentes, siendo hasta hoy lo más parecido a una crónica real de lo que fue la invasión a Vietnam, desde su no realismo. Cuando su estreno, los críticos se encargaron de subrayar los problemas que había tenido el director para rodarla, cosa que debería importarle a la gente que trabajó allí, no a nosotros, meros espectadores. De entre sus puntos altos, elegí la escena de la ya famosa frase "Me encanta el olor a napalm en las mañanas".  



2 Y.E.T.P.A.P.
+ NICOLAS ROEG - Había sido un prestigioso director de fotografía hasta que debutó en la dirección pasados los 40 años con "Perfomance" (1970), un film claustrofóbico interpretado por un juvenil Mick Jagger. La fama le llegó con "Don't look now"(1973), aquí traducida correctamente como "Venecia rojo shocking" y le duró únicamente hasta su siguiente película "El hombre que cayó a la Tierra" (1976) con un David Bowie que te podía hacer de extraterrestre sin mucho maquillaje. Nunca más se volvió a estrenar nada de Roeg en la Banda Oriental.

Como tantos, intentó ingresar a Hollywood con "Eureka" (1983), una aventura en Alaska con Gene Hackman, Rutger Hauer y su esposa, la esplendorosa (y gran actriz) Theresa Russell pero su estilo original y un poco estrafalario visualmente no calzó con la gran industria de los conservadores 80 y siguió haciendo cine en su Inglaterra natal que, dificultosamente, pudimos conocer por VHS. De lo más interesante de esa producción podríamos citar a "Insignificancia" (1985) una ficticia reunión entre Einstein, Marilyn Monroe y McCarthy y "La maldición de las brujas" (1990) con Angelica Huston. 


+ UGO ULIVE - Hugo Ulive estuvo mucho más vinculado al teatro que al cine, la verdad, tanto en su Uruguay natal como en Venezuela, donde se radicó en los 60. Estuvo integrado desde muy joven a El Galpón, en algún momento perdió la H de su nombre de pila y se lanzó a dirigir cine en concursos de la época hasta que en 1959 (con 26 años) realizó uno de los títulos míticos de la cinematografía nacional: "Un vintén pal Judas", estrenado en las peores condiciones posibles (a fin de año en un cine de barrio) y perdido para siempre -suponemos- por negligencias uruguayas y cubanas.

Realizaría dos films importantes más: "Como el Uruguay no hay" (1960), era un documental irónico y directamente político que, por consiguiente, fue censurado por las autoridades del Sodre que lo habían producido. En 1967 codirige con Mario Handler "Elecciones", otro mediometraje que contrastaba a un caudillo blanco de Cerro Largo con una diputada colorada burguesa de Montevideo.

Si quieren hacer la biopic de Ulive, sugiero a Anthony Hopkins.

PREJUICIOS E INTOLERANCIAS
No voy a ver "Pablo Escobar: La traición". Me tienen podrido tanta película y miniserie del tipo y de todos los otros empresarios de la fafafa, no sé si les dije. 

BOLETÍN DE ÚLTIMO MOMENTO:
Finalmente tuve mi primera experiencia con las nuevas salas cinematequeras y comencé con la mejor de las elecciones: "Roma" de Alfonso Cuarón es una obra maestra absoluta, que no debería perderse nadie que piense que el cine es algo más que seres creados por CGI lanzando rayos por las manos.

1- Recuerdo hace 30 años la mucha gente que protestó y de muy mala manera, porque
Cinemateca instalaba equipos de audio simil Dolby para escuchar con más de dos parlantes. Parecía que Manolo se había vendido a la CIA. Hoy nadie discute que ver y oir cine de la mejor manera no es un lujo frívolo y por primera vez ésto es posible en la institución. Que se mantenga.

2- No caigan sobre la hora de comienzo sino que mejor lleguen con unos 45 minutos mínimos de anticipación y no exagero. Al milagro de que volvió la gente masivamente -capaz que es una moda efímera y después todo se estabiliza- debe agregarse que junto a un funcionariado que hacía 25 años que no veía diez tipos en la misma función y no está acostumbrado a trabajar rápido, se les ocurrió poner entradas numeradas, por lo que, el socio cinematequero promedio (pituco de avanzada edad y al pedo todo el día) exige que le expliquen meticulosamente la diferencia acústica y visual entre la fila 4 y la 5, con lo cual las entradas deberían ser expedidas por ingenieros especializados en dinámica de los fluidos. Resultado: 10 minutos con cada octogenario.

3- Huyan de los domingos. Prefieran hacer la cola y/o compartir la proyección con una horda de zombies leprosos sedientos de violencia gratuita. Lo del item anterior (viejos ladillas que se creen que saben de cine y joden por cualquier cosa) se multiplica por cien.     

CINEMATECAS ERAN LAS DE ANTES...
- "Estudio 1" estaba en la calle Camacuá en el Templo Inglés.  Tenía una fauna muy interesante, comenzando por una recepcionista inolvidable, la Cathy, de la que contaban numerosas leyendas amorosas los corrillos de la sala y las puertas de sus baños, varias de las cuales aparentaban ser ciertas. También recuerdo a la anciana que subía y bajaba las escaleras al ritmo de un pedo por escalón, con una exactitud que ya quisieran muchos bateristas.

-También en Estudio 1 era famoso un grupo de jovatos que iban TODOS los días a la primera función. Como esa sala siempre proyectaba ciclos y nunca estrenos, cada día había un título diferente. Ocupaban toda la primera fila y comentaban a los gritos cuál era la película que daban ese día, cúantas veces la había visto anteriormente cada uno y que Fulana había faltado porque se había tenido que quedar a cuidar a los nietos.
 
-A media cuadra de Carnelli había un pequeño cantegril que hacía las delicias de los socios con sus pungas, sus niños tiradores de piedras y sus chicas jóvenes un tanto escandalosas.  Así que arreglátelas como puedas cuando los sábados de noche la cola llegaba hasta las puertas de estos vecinos.

-En la década del 90 se decidió que Pocitos iba a pasar estrenos durante quince días y no más ciclos a razón de un film por día... y ardió Troya. Durante no menos de cinco años los taparon a puteadas por teléfono y carta los vecinos de la zona quejándose de que con la cuota mensual sólo podían ver dos películas por mes. Claro, las otras salas estaban en esos barrio de pobres llamados Centro y Cordón. ¡Tomense el 121, briscos de mierda!.

-"La linterna mágica" en Soriano y Michelini tenía entrada por arriba y por abajo y baños en ambos niveles cerca de la entrada de la sala. Y gente que se hacía la que estaba meándose para entrar 20 segundos al de caballeros y colarse. No, si somos unos vivos.

-Igual, la sala más distintiva era "Sala 2", debajo de una empinada escalera que varios viejos bajaron de cabeza a través de los años. Con sus inolvidables paredes tapizadas de hueveras -idea copiada de algún estudio de grabación- durante años tuvieron unas sillas de plástico que a veces daban corriente, importadas directamente de Auschwitz.

-Y para finalizar, una vez estaba mirando una película islandesa con los subtítulos en el carajito que ponían abajo de la pantalla y que pasaban letras rojas, ideado por Mario Handler y que a veces funcionaba y otras, no, y se trancó el dichoso aparato y nos quedamos sin subtítulos. Un pinta gritó: -A ver, los que saben islandés, que no se hagan los boludos...    

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