20 de noviembre de 2018

Salada la canchita: Se van para la B o Acá cualquier sorete echa humo

En un tiempo muy muy lejano, cuando recién comenzaban cosas en el ciber espacio como los blogs y otras formas de que cualquier gil participara en Internet y las pudiera compartir otro don nadie en la otra punta del planeta, algunos -generalmente bastante entrados en años- se molestaron por esa posibilidad indiscriminada de participación. En el tema que nos ocupa en esta columna mensual, las quejas concretas fueron porque por primera vez había la posibilidad cierta de que cualquiera subiera análisis cinematográficos sin el menor rigor, diciendo cualquier estupidez.


Podríamos decir que es cierto, pero que son los riesgos de democratizar el acceso a la información y a la difusión. Pasados unos cuantos años del comienzo de los ahora decadentes blogs, el panorama de la crítica de cine en los medios de comunicación tradicionales sólo puede expresarse con términos médicos (terminal, agonizante, de pronóstico reservado, etc.), o sea, aún peor que los medios no tradicionales. 

Cualquiera puede publicar una columna de opiniones y ser leído en Japón (especialmente,
por un/a japonés/a que sepan castellano), lo que permite que cualquier alcornoque diga que una mediocridad de Batman sea la mejor película del año por encima de un montón de films talentosos que no son superproducciones millonarias, por ejemplo. Pero también posibilita  que alguien que no tenga contactos para publicar pueda hacer conocidos sus análisis atendibles, sin necesidad de depender de los caprichos de un jefe de redacción. ¿O en los tiempos en que casi todas las familias compraban un diario todos los días, sólo escribían los mejores?.

La cuestión ha evolucionado, y no para bien. Como se ha dicho más arriba, los blogs han entrado en una decadencia que se presenta irreversible como lugar de consulta de quienes navegan por estas aguas, derrotados por Facebook, Instagram, Twiter y Whatsapp. En éstos, los espacios para el comentario cinematográfico están limitados a unas poquitas empresas que presentan sus muy particulares puntos de vista y éstos son los únicos que reciben sus usuarios, que son muchos más que los que leían hace años las páginas de críticas de "Artes y Letras".

"Mambiki kazoku" Palma de Oro 2018. Acá nadie se enteró.
Esos juicios suelen limitarse a lo más comercial de la industria de Hollywood y cuando presentan algo así como "Las diez mejores películas de guerra", siempre -pero siempre- van a referirse a diez producciones norteamericanas, como si no hubiera gente que filmara cosas que valen la pena más allá de los límites del estado de California. Los festivales internacionales (no sólo los principales, como Cannes, Venecia, Berlín y Toronto) y las carteleras de las grandes ciudades -las que no son tan colonizadas como las nuestras- no se equivocan y hay un público para otro tipo de cine, pero de ésto no se enteran ni la gente que escribe en las redes o en lo que queda en la gran prensa.

Uno de los millones de errores que cometen quienes han tomado la posta de hacer algo parecido a la elitista crítica de antaño es calificar a la calidad de las películas actuales según la categoría económica. O mejor dicho, la cantidad de plata que se gastó. Si bien podemos estar de acuerdo que algunos artículos de consumo baratos son muchos peores que los caros -el primer ejemplo que se ocurre es de zapatos masculinos- no siempre es así, ni nada que se le parezca, en terreno artístico. Una producción de 200 millones de dólares puede ser una estupidez torpemente narrada y sin ninguna originalidad, mientras que un film hecho con un iphone puede ser un relato ingenioso, emocionante e interesante aunque no tenga toneladas de C.G.I.

De ésta se habló hasta en la casa de masajes
Una vez el inmenso director Luis Buñuel se encontró con su colega norteamericano Nicholas Ray. Éste le expresó su admiración al aragonés por algunas grandes películas que había realizado con dos pesos y compartió con él su queja acerca del sistema hollywoodense que no le permitía hacer películas como las de Buñuel. Éste le aconsejó que probara con realizar una producción independiente con unos pocos miles de dólares, con un equipo de producción ligero pero Ray le respondió horrorizado que si hacía eso -filmar con un presupuesto ínfimo- sólo estaría admitiendo que estaba acabado en su carrera y que nadie lo volvería a contratar.

El cine denominado clase B -rotulado estrictamente así, en realidad, solamente entre los 30 y los 60- se refiere a una producción con presupuesto reducido, lo que redundaba en decorados usados, actores poco conocidos, poco despliegue de vestuario y decorados. Si bien la mayoría de ese cine es inmirable hoy -tal como pasa en el cine clase A- dio lugar a muchas películas con una trama concentrada, sin distracciones y sin tantas limitaciones artísticas por no sufrir de divismos de sus actores ni de intromisiones de sus productores. El cine B es más pobre, pero no por ello, peor.

Nada de ésto leerán, por cierto, en los nuevos críticos de cine en medios escritos que se limitan a copiar gacetillas publicitarias proporcionadas por los mismos distribuidores o -en el poco frecuente caso que publiquen algo pergeñado por sus propias mentes- solamente califican a los films que ven según las millonadas que se gastaron, si quedó bien el decorado virtual o si se parece mucho o poco al comic en el que está inspirado. 
     

LA PROPAGANDA PEYONA DEL MES
I.N.C. (o como se escriba) - Un instituto -bah, una academia- que ofrece cursos para aprender a hablar en inglés... con buena parte del aviso hablada en ese idioma, con lo que, inevitablemente, deja afuera a gran parte de los consumidores a los que va destinado el anuncio. Ésto me hace acordar a aquel genial chiste de Inodoro Pereyra de que estaba aprendiendo a leer por correspondencia. Fuck you, asshole...

Y.E.T.P.A.P.
+ STAN LEE - Se fue a los 95 años Stanley Lieber, el más carismático, astuto -para bien y para mal- y egocéntrico de los grandes autores de historieta del mundo. Como siempre, habría que recordar que "historietas de superhéroes" no es exactamente igual a "historietas" y hay todo un mundo detrás de ese género tan particular y tan norteamericano.

Defensor desde siempre de la creación de personajes más cercanos al hombre corriente que sus competidores de Batman y Superman, Lee tendrá asegurado el mérito de haber creado a Hulk, Los Cuatro Fantásticos, los X-Men y, fundamentalmente, a mi preferido, Spiderman. También tiene el demérito de hacer todo lo posible por borrar del reconocimiento a sus dibujantes. Buena parte del auge actual de las películas del género se deben a su astucia como productor.

A la manera de Hitchcock, el hombre -siempre pagado de sí mismo- gustaba de aparecer en pequeños papeles en las películas inspiradas en sus obras. Acá figurarían todos esos cameos, incluyendo apariciones en animaciones, algo que no sé si calificarlos realmente como cameos.


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