8 de marzo de 2010

¿Las mujeres son todas putas? II

POR LAS BUENAS O POR LAS MALAS

POR LAS BUENAS

Muchísima literatura -por ejemplo los relatos laterales de "Don Quijote"- nos cuenta historias de mujeres "ingratas" -hermosísimas, obviamente, sino no hay interés masculino- que no corresponden al amor y a la pasión que algún -o algunos- hombres le prodigan. Muchas de esas narraciones denuncian a la cruel que lleva a la locura o a la muerte al infeliz que tuvo la desdicha de pretender su corazón.

Ahora, ¿por qué está mal que lo rechace?. ¿Por qué diablos está obligada la mujer a aceptar el amor de un hombre que no le gusta?. Si no quiere, no quiere y punto. No es una cuestión de quien se esfuerce más o de que la culpa es de la mujer si el tipo se siente mal. Me hace acordar a lo que muchas veces dice Alejandro Dolina en su programa radial irónicamente como forma de seducir a una chica renuente: -Dale, qué te cuesta.

¿Qué pasa si una mujer se enamora de un hombre?. ¿Está obligado el "ingrato" a casarse con ella?. Suena ridícula una historia así, ¿no?.

El problema es que nos hemos acostumbrado -nos han acostumbrado- a creer que el amor de una mujer -visto desde un posible ángulo, la aceptación y complicidad de ellas en el acto sexual- es un artículo más a la venta, igual que un auto o una heladera. "Cuando un pobre se enamora/y un rico se le atraviesa/allá queda el pobrecito/rascándose la cabeza" -cantaba Alfredo Zitarrosa, que era bastante machista aunque la copla no es de él- o "billetera mata galán", dice otra frase bastante estúpida puesta de moda en estos tiempos. El "corazón" de una mujer parece estar siempre en subasta. Yo me voy a acostar con la mujer más linda porque soy el que tiene más guita.

No mucho ha cambiado hoy. Alguna amiga me contó que después de rechazar una invitación de un conocido -con el que nunca había tenido nada- a pasar solos un fin de semana en el este, el tipo le decía: -¡pero no te das cuenta el auto que tengo, la casa que tengo...!

POR LAS MALAS

Una de las características muy particulares que tiene la violación es que, a diferencia de otros delitos violentos, al efectuarla el hombre está haciendo lo mismo que en una instancia placentera. Ninguna mujer se hace balear o acuchillar o dar una paliza -no me vengan con las masoquistas, que es otra cosa- pero sí se deja penetrar por placer. O -mucho mejor dicho- hace el amor junto al hombre que le gusta. Parece lo mismo en una violación pero no lo es. Para nada. Pero supongo que por eso, para muchísimos hombres violarlas no tiene nada de malo. Al contrario, se les está "haciendo un favor".

La idea -no por aceptada masivamente deja de ser inaceptable e insultante- es que la mujer es una criatura capaz de entrar en cualquier locura si siente deseos sexuales y no es satisfecha convenientemente. Algo que parece ser inaudito de imaginar en un hombre. "Sabés lo que le hace falta a ésta..." -hemos escuchado muchísimas veces. Ésto será tema de otra entrada de esta serie pero parece pertinente plantearlo cuando gran parte de la sociedad no es conciente de la gravedad de la terrible violencia física y sicológica que es la violación sexual en una mujer. No sólo no encuentra culpabilidad en el violador sino que busca señalar como responsable a la víctima.

Muchísimas veces los violadores son conocidos -familiares propios, familiares del esposo o de una amiga, compañeros de trabajo- que se han creído con el derecho a utilizar ese objeto inmaterial que parece ser una vagina deseada. En un gran porcentaje, las mujeres tienen enormes dificultades para denunciar el hecho -incluso, de contarlo- porque el victimario tiene influencias sobre ellas o es bien visto en la parentela o en la sociedad. Supongo que no debe ser nada fácil decir que un padrastro, el abuelo de una compañera de clase o un profesional universitario prestigioso las atacó así. Muchas veces, golpeándolas también.

Es muy común que no sientan amparo en la gente que está a su lado si llegan a relatar lo que les pasó. Suelen ser impugnadas de la misma manera que si hubieran tenido una relación consentida.

Pero muchas veces las mujeres no son violadas para satisfacer las ganas de un hombre -lo que no estaría bien, por cierto- sino para hacerlas sufrir. Hay muchos relatos -ha ocurrido con desoladora frecuencia- en donde un ejército vencedor no sólo viola masivamente a las mujeres del país ocupado sino que las asesina inmediatamente. Muchísimas veces el violador -me refiero ahora a los ámbitos comunes, sin guerra de por medio- necesita sentir miedo y sufrimiento en la mujer para atacarla.

Hay mucho para cambiar en nuestra sociedad. Empezar a reconocer a las mujeres como seres humanos de verdad sería un buen comienzo.

4 comentarios:

andal13 dijo...

Interesantísimo análisis, Alvaro. Ni que hablar que el tema de las relaciones (sexuales, afectivas, laborales, sociales y todas las ales que se quiera) entre hombres y mujeres son complejísimas, y no sé ni si apenas estamos vislumbrando la punta del iceberg.
Capaz que el día en que la sociedad en su conjunto (muchas mujeres incluidas) deje de ver a las mujeres como una especie distinta, las cosas puedan empezar a cambiar.

Alvaro Fagalde dijo...

Gracias. Creo que ni la punta del iceberg. Especialmente en paises donde lapidan mujeres por adulterios (aunque sean verdaderos, cosa que ni siquiera siempre pasa).
O se las siga viendo únicamente como útiles para el sexo.
Temas de futuras entregas de esta serie.

andal13 dijo...

Sí, sí... se ha dado algún caso de lapidación por "adulterio" cometido por una mujer viuda, que "engañó" a su esposo muerto... es decir, que una mujer viuda no puede osar mantener una relación de pareja!
Por no hablar de las mutilaciones que se provocan en algunos pueblos del Norte de África con la práctica de la ablación del clítoris...

Alvaro Fagalde dijo...

Tema de la proxima entrada de la serie...