30 de noviembre de 2011

Gnoseología y El show de Laura

Gnoseología es la rama de la filosofía -perdón, pero soy espantoso para redactar definiciones- que se ocupa de los problemas del origen del conocimiento y de la posibilidad de acceder a ellos. De otra forma, de cuánta verdad hay en lo que conocemos, o creemos conocer.

Hay un ejemplo clásico en los cursos de periodismo: supongamos que un gobierno -democrático o dictatorial- permite un acto opositor. Como en todo acto político, se reúne una cantidad de espectadores voluntarios a presenciar discursos y a aplaudir y cantar consignas. Cuando termina la actividad, unos revoltosos -ya sean unos desubicados o unos infiltrados- rompen unas vidrieras de comercios y roban algunos zapatos, por ejemplo. Al otro día, un diario opositor, cercano a la ideología del acto titula "10.000 personas reclamaron por un cambio" y un diario oficialista, en cambio, dice en primer plana: "Vandalismo en acto de la oposición". ¿Cuál de los dos dice la Verdad?.

En realidad los dos, sería la respuesta. Sólo que cada uno de ellos eligió cuál aspecto de verdad incluir. El problema menor es que no todos leemos los dos diarios. Pero mucho peor es que creemos ciegamente en una sóla de esas fuentes de conocimiento, olvidando que no sólo es imposible -gnoseológicamente- la verdad absoluta y la objetividad perfecta, sino que aunque estuviera al alcance de la mano, no nos la querrían dar.


Como señalé en alguna entrada anterior, hay medios de información (léase tanto diarios como informativos radiales y televisivos y portales de internet) más honestos que otros. Una buena forma -no la única- de separar las aguas es comprobar si acepta críticas u opiniones diferentes de las sostenidas por ellos. La mayoría no lo hacen, ni por casualidad. Hay una sola visión del mundo que envían. Y a la gran mayoría de la gente, éso le alcanza y sobra.

Hace más de un año, en el blog Todo por la misma plata yo mismo escribía aquí sobre el miedo que me produce la posibilidad de que el día de mañana esa devoción casi religiosa sobre la gente que sale en televisión se transforme en un respaldo absoluto e irracional hacia el poder político. Para decirlo más claro, que un Marcelo Tinelli o un Fernando Vilar se conviertan en líderes sociales con poder ilimitado. O Laura.

"El show de Laura" es un engendro mexicano emitido por canal 4 -el peor canal televisivo uruguayo en lo ideológico, en los últimos tiempos, lo cual es mucho decir- es un buen ejemplo -o un ejemplo histérico y ridículo- de lo que puede ser la manipulación emocional de lo irracional. Entre alaridos infernales, más una comparsa preparada para aplaudir ferozmente todas las intervenciones de la conductora peruana ex sostén del dictador Fujimori, Laura Bozzo emplea el 100 % del tiempo a mostrarse como varios escalones encima del resto de los mortales, siempre con la Verdad en la mano (o en la boca) dispuesta a decirnos generosamente qué es lo que tenemos que hacer. Allí simula presentar casos de abusos familiares, malos tratos de esposos y similares, donde ELLA se encarga de poner todo en su lugar (a los gritos), pero todo es claramente ficción libretada -como ha sido acusada con pruebas abundantes en su país natal- para su lucimiento personal y no para ayudar a que haya justicia para las mujeres maltratadas.

Sin embargo, creemos ver la realidad tal cual es y nos tranquilizamos de que hay alguien que nos soluciona los males de la sociedad, cuando realmente todo está por hacer. Cuando la televisión nos da un "informe" de algo, creemos que sabemos todo lo que se pueda saber sobre el tema, cuando sólo estamos recibiendo pasivamente lo que ellos quieren que veamos. Por no hablar de que no son pocas las veces que mienten descaradamente, diciendo algo que bien saben que no es así.   

Endiosamos a quienes sólo lucran -lo cual no necesariamente es deshonesto- con nuestro entretenimiento, haciéndolos ser los profetas que no pueden ser; nos cerramos al pensamiento crítico o a cuestionar lo que recibimos y nos enfurecemos si alguien osa criticar a nuestro ídolos a los que les damos carta blanca para mentirnos. Tanto los endiosamos que nada hay más importante en la vida de muchos uruguayos que las nominaciones de Gran Hermano o del programejo de Tinelli. O de quien nos coloquen los canales en su lugar.

2 comentarios:

Rodrigo Vagoneta dijo...

Muy bueno! Lo más increíble del programa de Laura es que MUCHA gente se lo cree. Podría justificar por qué es tan grotesca la mentira incluso para el televidente desinformado, pero no vale la pena (o simplemente se me cae un huevo).
Saludos!

Alvaro Fagalde dijo...

Gracias, Rodrigo.

Creo q mucha gente se cree cualquier programa. Necesita un programa de TV para creerle todo.