30 de agosto de 2011

Nostalgia: prrrrrrr

Para empezar: no estoy en absoluto en contra de la llamada "Noche de la nostalgia". Me parece como cualquiera otra excusa para salir a divertirse. Que se haga también la noche del rave, del candombe, del tango o de la tercera edad y que el que quiera ir, que vaya y que el que no le gusta, no vaya. Eso es la democracia.

La nostalgia que me molesta no sé, en realidad, si es nostalgia. Es más bien un sentimiento reaccionario que lleva a gente grande a endiosar ABSOLUTAMENTE TODOS los objetos, programas televisivos, músicas y situaciones ocurridas en su adolescencia y/o juventud, considerada la época más grandiosa y perfecta de la Historia de la Humanidad.

Uno tiene 45 años y hace ya rato que ha visto ese tipo de embobamiento pre menopáusico en gente de la edad de uno. Conozco también gente ya en la tercera edad que delira con la famosa frase de que TOOOOOOOOOOOOODO antes era mucho mejor que ahora. "Antes todos eran buenos vecinos y podías dejar la puerta de tu casa abierta". Agregue usted el delirio geronte que prefiera.

Hay quien se ha dedicado a coleccionar frases similares... desde la época de Aristóteles hasta hoy. Pasa también con los exiliados que endiosan a un Uruguay del que partieron por diferentes razones y que -para bien o para mal- siguió cambiando por su cuenta mientras ellos recordaban el que ya no era.

No se puede uno bañar dos veces en el mismo río, dijo Heráclito, pero mucha gente quiere volver a aquella agua, aunque esté estancada y maloliente. Entiéndase bien, no todo lo nuevo es mejor que lo anterior pero tampoco lo contrario es una verdad universal e inconmovible. No tiene nada de malo recordar con cariño un juguete, un programa televisivo o una canción que nos emocionó o que tiene un significado personal para nosotros. Ahora, creer que los championes Pampero eran mejores que los de hoy...

El problema de la nostalgia -a falta de un nombre mejor- es la de dejarse llevar por un esquema de pensamiento falseador, mentiroso y artificial que tiene mucho de soberbia -NUESTRA juventud fue la mejor de todas- y de reaccionario, por oponerse a CUALQUIER cosa nueva que pudiera irrumpir en el mundo, más allá de una fecha añorada en la que AHORA decimos que ésa era mejor que cualquiera que pudiera haber hoy.

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