Normalmente se considera a la época inmediatamente anterior a la Segunda Guerra Mundial

Dos divas europeas se disputaron el estrellato como nunca antes lo había tenido una actriz en Hollywood: una fue la sueca Greta Garbo (foto 1) -"Reina Cristina" (1933), "Anna Karenina" (1935), "La dama de las camelias" (1936) y "Ninotchska" (1939)- comedia

Fragmento de "Capricho imperial" (1934) de Josef Von Stenberg
Fragmento de "Ninotchska" (1939) de Ernst Lubisch
Mientras tanto, las presiones de organizaciones puritanas e iglesias habían determinado que dentro de la industria se instalara un comité de censura en 1934 que regulara que no hubiera escenas "lascivas" (incluyendo a un matrimonio durmiendo en la misma cama) o que incitaran al delito (todos los delincuentes tenían que terminar mal, por lo menos en la cárcel). Ello no impidió el florecimiento de algunos géneros comerciales que podían lidiar bien con tales trabas: la comedia musical, el western (sobre todo después del gran éxito de "La diligencia" del maestro John Ford), el policial negro (sustituyendo al de gangsters) y la comedia brillante.

Ernst Lubitsch (foto 3) -otro alemán- fue el rey indiscutido de éste último género con su ingenio, ironía y sutileza típicamente europeas en películas como "La octava mujer de Barba Azul" (1938) o "El bazar de las sorpresas" (1940). En la referida "Ninotchska" y en "Ser o no ser" (1941) ajustaba cuentas con el stalinismo y el nazismo, respectivamente, sin perder el humor inteligente. No fue el único nombre destacado en el género, por cierto, y muchos filmes siguen pareciendo graciosos tantas décadas después. Por ejemplo: "La pícara puritana" (1937) de Leo Mc Carey y "Domando al bebé" (1938) de Howard Hawks.
Otros grandes nombres de la época fueron el ya estudiado aquí John Ford, que reimpuso el western y siguió haciendo más obras maestras en otros géneros como en "Viñas de ira" y "Hombres de mar" (ambas de 1940) y "¡Qué verde era mi valle" en el 41; el francés William Wyler y el italiano Frank Capra.
Fragmento de "Domando al bebé" (1938) de Howard Hawks
Fragmento de "La diligencia" (1939) de John Ford
Wyler se distinguió mayormente como sólido adaptador de novelas y obras teatrales. Sus mayores éxitos fueron con películas protagonizadas por la emergente Bette Davis -"Jezabel la tempestuosa" (1938), "La carta" (1940), "La loba" (1941)- además de la discutidamente fiel

Capra se hizo famoso por sus comedias progresistas y optimistas a favor del New Deal llevado adelante por el presidente Roosevelt. Los malos toman conciencia y corrigen sus errores y cualquier pobre infeliz puede llegar a triunfar en el universo capriano. "El secreto de vivir" (1936), "Vive como quieras" (1938) -Oscar a mejor película-, "Caballero sin espadas" (1939) o "Y la cabalgata pasa" (1941) retratan su estilo con Gary Cooper o James Stewart dando vida con gran éxito al héroe americano, simple y de buen corazón. Posteriormente dirigiría y supervisaría la formidable serie "Por qué combatimos", de propaganda oficial en la Segunda Guerra Mundial.
Fragmento de "La loba" (1941) de William Wyler
Fragmento de "Caballero sin espada" (1939) de Frank Capra
Como siempre en su historia, Hollywood también buscó el éxito en grandes producciones. David Selznick consiguió igualar el récord de taquilla que había conseguido 20 años antes "El nacimiento de una nación" con otra obra curiosamente también basada en la Guerra Civil norteamericana
Por raro que parezca, otra superproducción del mismo año que se convirtió en un gran éxito y en un clásico fue también comenzada a dirigir por Cukor y terminada por Fleming: "El mago de Oz" (foto 5) con una muy joven Judy Garland, estrella del cine musical que nunca se llegó a estabilizar del todo, fundamentalmente por problemas personales.
Fragmento de "Lo que el viento se llevó" (1939) de Victor Fleming
2 comentarios:
Películas fabulosas y estrellas fabulosas, difíciles de empardar.
Muy buena la crónica, ilustrativa.
A medida que iba leyendo, pensaba en las pelotudeces que mayormente nos manda Hollywood hoy en día.
Me parece que, aún lidiando con códigos molestos, era mejor cine el de entonces.
Gracias, Phil. Continuará.
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