El tradicionalmente aislacionista Estados Unidos ingresa finalmente en la Segunda Guerra Mundial luego del ataque -sin declaración bélica- de Japón en diciembre de 1941 en la base de

Como se había comprobado muy tempranamente, el llamado "séptimo arte" podía ser un medio muy eficaz de propaganda en ocasiones como ésta. Por lo cual, un porcentaje importante de las producciones de Hollywood se dedicaron de un día para el otro a levantar el ánimo de una población que -a diferencia de las europeas y asiáticas- no veía la contienda en su propio territorio pero sí la sufría por los soldados que partían con destino incierto o por las propias restricciones económicas que traía el esfuerzo bélico al país. El momento era serio y por lo tanto, algunos géneros "frívolos" (musicales y comedias mundanas) fueron relegados en beneficio de la actualidad.

En el caso de la gran industria americana, hablar de realismo es siempre muy relativo. Por un lado, abundaron las aventuras bélicas, que se limitaban a tomar un escenario de la guerra para entretener a las audiencias con tramas de acción como las de siempre. Lo único era que nadie quería ver otra ambientación que la de los sucesos del momento, en películas que esquivaban todo cuestionamiento ni mirada crítica al fenómeno de la matanza, ni dejaba ver flaqueza alguna en sus héroes aliados. Aunque la mayoría envejecieron inmediatamente, algunos de esos films eran realmente talentosos y se mantienen hoy con interés, como por ejemplo "Contra el sol naciente" (o "Air Force") hecha en 1943 por el maestro Howard Hawks (foto 1); "Aventuras en Birmania" de Raoul Walsh y "Treinta segundos sobre Tokyo" de Mervin LeRoy. Los mencionados son todos films hechos por la gran industria y dirigidos por artesanos veteranos y confiables. Curiosamente, dos películas inofensivas, realizadas para aumentar la estima hacia uno de los aliados en la guerra como la U.R.S.S. terminaron con demenciales acusaciones en la posterior Comisión de Actividades Antinorteamericanas ("Misión a Moscú", de Michael Curtiz (foto 2) y "La estrella del Norte, de Lewis Milestone, ambas de 1943)

Junto a la cinta de guerra propiamente dicha, también se realizó una serie de obras donde se retrataba el heroísmo de la sociedad civil que mantenía en alto el ánimo pese a las dificultades, de la cual el exponente más exitoso fue "Rosa de abolengo", dirigida por William Wyler, ganadora del Oscar a mejor película en 1943, en ceremonia donde su protagonista -también premiada- Greer Garson realizó un discurso de aceptación de una hora. En realidad, estas películas eran adaptaciones a las necesidades de la época del viejo drama sentimental o familiar, más adecuado para plateas femeninas que el vibrante drama bélico.
Fragmento de "Rosa de abolengo" (1942) de William Wyler
Fragmento de "Aventuras en Birmania" (1945) de Raoul Walsh
Fragmento de "Treinta segundos sobre Tokyo" (1944) de William Wellman
No todas las películas tenían que tratar directamente el drama cotidiano de la Segunda Guerra Mundial. Uno de los géneros que vivió un período de auge -probablemente porque la seriedad del momento así lo permitía- fue el llamado cine negro. El éxito económico de "El halcón maltés"

Fragmento de "Pacto de sangre" (1944) de Billy Wilder
"Ders Fuehrer's face" (1942) de Jack Kinney
Sin embargo, también hubo comedias. Quizás las más exitosas fueron la serie "Camino a..." protagonizadas por el cómico Bob Hope y el cantante Bing Crosby, que evitaban toda

No sin dificultades, pese al derrumbe del imperio nazi, en 1945 finaliza la cruenta Segunda Guerra. El saldo es terrible: una cifra de por lo menos 50 millones de muertos,

Fragmento de "Lo mejor de nuestras vidas" (1946) de William Wyler
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