5 de septiembre de 2010

Sobre persecuciones y discriminaciones

En mi trabajo alguien compra "El país" todos los días y lo suelo aprovechar en el almuerzo, a pesar de que considero que es un pésimo diario. Por eso leo solamente el suplemento deportivo "Ovación" -que tampoco es gran cosa- y pispeo alguna noticia de espectáculos a ver si informan de alguna nueva película o algo así. Aclaración: no creo que sea un mal diario porque su línea política sea diferente -y bien que lo es- de la mía, sino porque considero que no tiene la menor seriedad informativa y una parcialidad que tiende a la deshonestidad. Algún día escribiré sobre la prensa partidaria del paisito, seguramente en una serie que va a salir en un par de meses llamada "El Uruguay que nos mienten".

Una buena manera de comprobar la honestidad de un medio de prensa -entiendo el término "honestidad" en este caso como el intento de reflejar la realidad con un perfil propio, sí, pero sin tratar de forzarla con mentiras y ocultamientos, permitiendo la duda y escuchando opiniones diferentes- es ver si publica cartas de los lectores que discrepen con informaciones u opiniones del medio. Es obvio que si el medio es conservador la gran mayoría de las cartas enviadas van a ser de gente que tiene esa misma línea pero yo me refiero a aquellos medios que no tienen problemas en permitirnos leer misivas discrepantes. Pues bien, no se esfuercen: en "El país" jamás las encontrarán. Tampoco en "Últimas noticias" ni en "La república". Sí en "Búsqueda", en "Voces" y en "Brecha". Dejo afuera "El observador" y "La diaria" porque hace tiempo que no tengo acceso a ellos. A veces, incluso, algunos hacen una pequeña trampita: publican cartas en contra, sí, pero tan tontas y bestias que hasta un bebé de pecho las podría retrucar. Cartas que suenan a invento.

Todo esto surge por una carta -o mail- dirigida por un señor llamado Roberto Mandracho al diario de la plaza Cagancha el 24 de agosto. Justo ese día se me dio por leer todo el diario y me detuve en esa carta. En ella este corresponsal afirma que por fin terminó la época de persecución que siempre vivieron los votantes de los partidos tradicionales, por no ser de izquierda y ser vistos como un foco de corrupción. Ahora -o sea, con el caso Gonzalo Fernández- blancos y colorados no serán ya perseguidos -aunque estoy citando de memoria insistió varias veces en su torpe redacción con ese término- porque quedó demostrados que los frenteamplistas son iguales a ellos. Lamentablemente, el señor Mandracho no aclara cuál fue la persecución que han sufrido tanto colorados y nacionalistas y no pude abrir en Internet la versión impresa de ese día del matutino.

Si consiguiera el correo de este hombre le invitaría amablemente a que siga la serie de entradas de este blog referidas antes, aunque no puedo anticiparle en cuál de ellas trataré el tema de las elecciones de 1971, la formación del FA, el golpe de estado y la vuelta a la democracia porque no soy tan metódico. Ahí tendré bastante material para escribir sobre el gobierno de Pacheco, la militarización de los empleados públicos y la violencia en las calles permitida y patrocinada por la policía.

Cuando alguien habla de persecución política en este país supongo yo que se refiere a los miles de destituídos -públicos y privados- por ser militantes, adherentes o simples votantes conocidos del Frente Amplio, una organización ni más ni menos legal que los partidos Colorado o Nacional. O quizás, de los muchos que fuimos discriminados en democracia -públicos y privados- en nuestro trabajo por no tener "padrino" político, por ser conocidos izquierdistas o (¡pior!) ejercer los derechos sindicales que consagra la Constitución de la República.

Probablemente al señor Mandracho le guste el tango. Si es así, llamaré a "Aquí está su disco" -es casi seguro que escuchará radio Montecarlo- y le dedicaré "Qué me van a hablar de amor".

P.D.: las fuleras implicancias de los doctores Fernández y Shalom con los Peirano no serían los primeros casos de corrupción en filas del FA. Ya estuvieron los casos Coitiño-Liberoff, Nicolini, Arean y Bengoa. Así que ni esa embocó mi amigo Mandracho. ¿Si hubieran sido blancos, los hubiera denunciado "El país"?.

(todas las fotos son de la campaña electoral de 1971)

3 comentarios:

andal13 dijo...

La persecución de la que han sido víctimas algunos militantes de los partidos tradicionales en ciertos ámbitos (en los que es notorio que la mayoría de la gente es de izquierda) es que se produce un silencio cuando lo hacen público, o que se esboza una sonrisita socarrona, o cosas igualmente peligrosas.

andal13 dijo...

Ah, y por supuesto que en el FA también hay corrupción, y malas gestiones, y promesas incumplidas, y etcétera. El que crea en la inmaculada concepción de los frentistas merecería la medalla de oro a la ingenuidad (sólo que descubriría que era enchapada!)
Pero en el FA también hay gente honesta, capaz y competente; sólo que décadas de gestiones desastrosas no se arreglan en 5 años y medio.

Alvaro Fagalde dijo...

Obvio, Andy, que hay corrupcion en el FA y hay gente que llegada al poder hace lo contrario de lo que decía.
El problema -y a lo que me refería- son los Mandrachos de todos los partidos que sólo ven los chanchullos en el ojo ajeno. Un Bengoa no justifica, por poner un ejemplo, la delictiva venta del Banco La Caja Obrera que hicieron los blancos.