En el número 53 (Junio de 1996) de la muy particular revista argentina "El Amante Cine" me enteré por primera vez del tema: en 1992 el prestigioso -y polémico- crítico francés Serge Daney, fallecido poco después, había publicado un larguísimo artículo denominado "El travelling de Kapó".
"Kapó" fue una de las pocas películas que pudo realizar en 1961 el italiano Gillio Pontecorvo -más conocido por "La batalla de Argelia"- acerca de un tema muy común entre los cineastas europeos de la época: la aún reciente Segunda Guerra Mundial. En particular, este film hablaba de la prisionera de un campo de concentración nazi que aceptaba colaborar con los captores a cambio de mejores condiciones de reclusión. Vista hace un tiempo en VHS es una película sólida, inteligente, quizás impactante en su momento pero con pinta de ya vista 50 años después.
El artículo de Daney comienza citando la reseña que el luego conocido director Jacques Rivette escribía en "Cahiers du Cinema" en la época del estreno:
"Observen en "Kapó", el plano en que (Emmanuelle) Riva se suicida tirándose sobre los alambres de púa electrificados: el hombre que en ese momento decide hacer un travelling hacia adelante para reencuadrar el cadáver en contrapicado, teniendo el cuidado de inscribir exactamente la mano levantada en un ángulo del encuadre final, ese hombre merece el más profundo desprecio".
Daney le da toda la razón a Rivette y anuncia por eso que nunca vio ni verá la película. Que lo que leyó le alcanza y sobra para tener una opinión formada sobre el travelling famoso y sobre todo el filme. Siguen después miles de palabras pontificando cómo se deben representar los campos de concentración y otras desgracias históricas. "El Amante Cine" presenta este texto como "el más profundo escrito sobre cine".
Como yo pienso todo lo contrario, modestamente, que el celebrado Daney -jamás hay que opinar sobre una película sin verla- y para que cada uno pueda sacar sus conclusiones, presento la famosa escena tal cual es.
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