HOLLYWOOD CONSOLIDADA COMO INDUSTRIA SONORADespués de las primeras
dificultades, el sonido consiguió imponerse
definitivamente entre el público y, rápidamente, todos los estudios en
Hollywood -y las salas controladas por ellos- comenzaron a adecuarse para realizar y proyectar las películas con la no

vedad.
Después de dos o tres años, la técnica mejoró
sensiblemente y, como veremos en algunos ejemplos en esta entrada, las voces se escuchaban bien, con perfecta sincronización. Las cámaras se hicieron progresivamente más livianas y se conseguían
insonorizar con rieles adecuados. Pronto se pudo filmar con sonido en exteriores, aunque ello obligara a que los actores doblaran sus parlamentos en estudios. Sin embargo, la grabación de ruidos y de música (junto a las voces, los tres componentes fundamentales de la banda sonora, registrados por separados y mezclados posteriormente) se incorporó progresivamente y durante mucho tiempo se filmaron películas donde sólo se escuchaban cuando eran imprescindibles. En el
video de "
Drácula" aquí presentado podemos
oír solamente los diálogos de los actores, algo que parecía muy normal a los espectadores de la época pero que a nosotros nos parece artificial porque estamos acostumbrados a que una escena así nos presente los ruidos hechos por los pasos de los personajes además de una música adecuada.
Si bien los inconvenientes de los primeros tiempos del sonoro (escasa movilidad de la cámara, aumento de los costos para rodar, deficiencias y poca naturalidad de

l sonido resultante) dieron pie para las quejas de muchos detractores que seguían defendiendo que el cine fuera mudo -entre los más famosos:
Chaplin,
René Clair y
Eisenstein- por
considerarlo un arte de la mímica y la expresión visual, lo cierto es que el sonido permitió una mayor naturalidad al suprimir los
intertítulos -que a veces eran
molestamente numerosos- y más expresividad al
oír directamente las palabras de los actores.
Como ya se ha dicho, mucha gente tuvo
dificultades con este cambio, empezando por actores extranjeros que hablaban con pésimo acento el inglés, o quienes sin tener
problemas con el idioma tenían una voz inadecuada o una dicción poco profesional. También quedaron sin empleo los músicos particulares de las salas, incluyendo en Japón -un dato ignorado en ese momento en el extranjero- a los
benshis, quienes tenían la curiosa función en las proyecciones mudas niponas de decir los parlamentos de todos los personajes, incluyendo la producción de los ruidos. Por otra parte, la adopción del sonido obligó a la contratación de libretistas y directores de teatro acostumbrados a las
representaciones con diálogo e incluso de
foniatras y profesores de declamación que ayudaran a las estrellas con problemas.
Fragmento de "Scarface" (1932) de Howard HawksFragmento de "King Kong" (1933) de Cooper y SchoedsackFragmento de "Lo que sucedió aquella noche" (1934) de Frank CapraOtra de las consecuencias fue la creación -o
revitalización- de algunos géneros. Uno muy obvio es el cine musical, que se desarrolló con gran éxito,
probablemente porque mucha gente quería ir al cine para evadirse, en un momento trágico por la Depresión de 1929. Uno de sus más curiosos
cultores fue "
Bubsy"
Berkeley con sus formaciones coreográficas
(f
oto 1). El cine de aventuras no dejó de ser rentable sino todo lo contrario, incluyendo el subgénero de
gangsters a partir de "
Scarface" (1932), dirigida por el experto en acción
Howard Hawks, que se basaba sin mucho disimulo en la vida de Al Capone, recién encarcelado. Las ametralladoras disparando y los automóviles persiguiéndose eran un espectáculo excitante para las multitudes. También el terror tuvo su primer período de auge con las versiones iniciales de "Drácula", "Frankestein", "El hombre invisible", etc.
En cambio, varios de los cómicos mudos vieron complicada o arruinada su carrera.
Prácticamente, los únicos que hicieron la transición sin problemas fueron
Oliver Hardy y
Stan Laurel,
(foto 2) conocidos entre nosotros como "El Gordo y el Flaco", básicamente porque su comicidad no dependía ni de la palabra ni de una exagerada mímica. En
contrapartida, tuvieron una carrera exitosa a partir del sonoro W. C.
Fields -un veterano que hacía
reir con su verborragia nihilista-,
Mae West (foto 3) -una comediante picante y censurada, aunque nunca se desnudó ni nada que se le parezca- y los Hermanos
Marx, que venían de una larga carrera en el
music hall de
Broadway y tenían por un lado a "
Groucho", que hablaba sin parar y a "
Harpo", que hacía de mudo, pura mímica.
A cambio de la desaparición del
slapstick se produjo -no siempre como mejora- el surgimiento de la comedia sofisticada, basada en gran parte en los diálogos y ubicada sobre todo en ambientes

adinerados, continuación de la comedia pícara que con gran éxito había realizado
frecuentemente Cecil B. de
Mille antes de embarcarse en
superproducciones espectaculares. Este director tuvo dos sucesos históricos con un poco de escándalo con "El signo de la cruz"
(foto 4) en 1932 -sobre la época en que los romanos perseguían a los cristianos- y "
Cleopatra" (1934), ambas protagonizadas por la sofisticada
Claudette Colbert. Esta actriz francesa, junto al ascendente
Clark Gable eran la pareja despareja de "Lo que sucedió aquella noche", una de las escasas comedias que ganaron el
Oscar a mejor película. En este caso, también lo consiguieron ambos intérpretes y el director, algo que ocurría por primera vez y que sólo se repitió dos veces hasta hoy. Poco después la censura complicaría mucho las cosas.
El problema más serio era el público de otros países que no hablaba inglés, o en general, las películas sonoras que se vendían a mercados que tenían otro idioma, problema mucho más fácil de solucionar en el cine mudo. Una primera solución que se adoptó durante varios años fue filmar versiones en otro idioma,
generalmente después que terminaba el rodaje de la versión principal y realizadas por directores, técnicos y actores poco conocidos -y cotizados- aprovechando los escenarios y vestuarios originales. Este sistema bastante engorroso fue
abandonándose en primer lugar por el doblaje -enviando la banda sonora con ruidos y música pero sin diálogos- o con el
subtitulaje, tal como se realiza hasta hoy.
Fragmento de "Dracula" (1931) de Tod BrowningFragmento de "Soy un fugitivo" (1932) de Melvin Le RoyFragmento de "Una noche en la ópera" (1935) de Sam Wood