20 de junio de 2018

Salada la cancha de fútbol

Rudo y Cursi
Hace unos 25 años aquí en Uruguay alguno tuvo la idea de hacer los mismos alfajores de siempre pero ponerles en el envoltorios motivos de Peñarol o de Nacional, confiado en que la popularidad de ambos equipos grandes multiplicaría sus ventas. Fue un fracaso, principalmente porque el producto era berreta, pero también porque la gente consideró una terrajada el comerse ese masacote, simplemente porque tuvieran el escudo de su club.


Actualmente, vivimos en una sociedad que hace rato está enormente futbolizada y el merchandising es, progresivamente, un item fundamental para la subsistencia de cada equipo. Ya tenemos una cadena de tiendas no sólo de camisetas oficiales, sino también de banderines, lapiceras, tazas y hasta objetos para niños con los colores de nuestros amores. Este mes comenzó el Mundial de Rusia y todo es fútbol. No te vayas a quedar afuera de la locura general.

Pelota de trapo
Una historia de las películas sobre el deporte es desalentadora: se ha filmado poco sobre un juego que tanto gusta en todo el mundo y la gran mayoría de ese poco que se hizo es rematadamente malo. Un pelotazo a las nubes, realmente.

Un subgénero que ya podríamos borrar de un plumazo de cualquier reseña seria es el de ese tipo de documentales que se limitan a ilustrar la pasión del hincha. Cosas como "Manyas, la película" (2011, de Andrés Benvenuto) no son más que la incesante repetición de ciertas consignas que quieren convencernos la maravillosa singularidad de ser hinchas de determinado cuadro, junto al exhibicionismo del fanático que quiere ilustrar los disparates que son capaces de hacer por ese club. Por ahora, en nuestro país, Peñarol es el único que ha merecido algún film de este tipo.

Ha habido algún documental que pretendió entender el fenómeno inglés de los hinchas violentos, allí llamados hooligans y algún otro que siguió alguna campaña al estilo reality, cuyo ejemplo rioplatense es "La pasión" (2009, Alejandro Encinas, sobre Gimnasia y Esgrima de La Plata).  También hay un curioso film holandés llamado "La otra final" (2002, Johan Kramer) que documenta el partido amistoso que jugaron las dos peores selecciones según el ranking FIFA: Bután y Montserrat.

Uruguay, país que ha tenido mayormente más documentales que ficciones, tanto en cantidad como en calidad, tiene en Santiago Benardik y Andrés Varela a los autores de una trilogía destacable de los triunfos internacionales de la selección celeste, sin soslayar los aspectos más discutibles -especialmente en la primera de las películas, "Mundialito"- con un enfoque más que atendible. 

Si algunas películas sobre fútbol tuvieron éxito, éstas fueron de ficción. En el Río de la Plata, aún se recuerda "Pelota de trapo", dirigida en 1948 por Leopoldo Torres Ríos (padre de Leopoldo Torres Nilsson) protagonizada por un ya treintañero Armando Bó, antes de conocer a Isabel Sarli y que terminó con una curiosa consecuencia: el club ficticio donde el protagonista sueña con triunfar terminó existiendo poco tiempo después realmente, el Sacachispas Fútbol Club. También se puede agregar que en esta película actuó como extra una quinceañera que vivía en la calle y que pasaría a la fama como "La Raulito".
El penalti más largo del mundo

Otra película que tuvo un estimable éxito de taquilla, limitado a su país de origen fue "El penalti más largo del mundo" (2005, Roberto Santiago), seguramente debido a la calidad del material original, un cuento del talentoso escritor argentino Osvaldo Soriano. 

Muchas veces un film tiene alguna escena de fútbol en el medio de la trama ("El secreto de mis ojos") o se usa a este deporte como excusa para comedias ("El fútbol o yo", con Adrian Suar, "Rudo y Cursi", de Carlos Cuarón) o alegatos ("Offside", del gran Jafar Panahi). También hubo algún panegírico a lo bien que se vivía en la Argentina de Videla, usando al más que polémico Mundial de 1978 ("La fiesta de todos", de Sergio Renán).

Quedan afuera no sólo los documentales oficiales de cada Mundial, sino varios otros filmes que contaban la manida historia del niño que sueña con triunfar (incluyendo la particularmente estúpida serie "Goal"); alguna que intentó denunciar los trapos sucios del profesionalismo (la pésima "Poker de fútbol", 1988, polaca; la atendible "El ingeniero" (2012, de Diego Arsuaga, con Jorge Denevi haciendo de una especie de Tabárez) y algunos títulos ya mencionados en otras Canchitas: las dos películas serbias sobre el Mundial de 1930 en Montevideo y "Pasiones unidas", la historia de la FIFA, financiada por la misma entidad.         

LA PROPAGANDA PEYONA DEL MES
-ASSIST CARD - Un turista se está haciendo el cancherito en una lancha -o algo así- hasta que se va de jeta, reapareciendo en la superficie con un aguaviva triple pechuga de sombrero. Por si fuera necesario, pone cara de boludo. Su acompañante femenina, muy vistosa pero bastante limitada como actriz, apenas consigue esbozar la seña del 5 de la muestra mientras le saca una foto. 

En otra escena, otra viajera en tierras extranjeras anda en moto hasta que ve a un rubio aparentemente tan apetitoso, que sigue como tres cuadras mirándolo sin prestarle atención a lo que se pueda venir. Corte a dos tipos que la llevan con una pierna fracturada hasta donde estaba el rubio, que parece estar ahí sólo para hacer eschachar a las mujeres necesitadas de cariño. Ya junto a él, la tipa comienza a hacer lo que todos hacemos cuando nos enyesan: ponerse a bailar -es un decir- quizás con la intención de conseguir sexo por lástima.   

Si tenía ganas de hacer turismo, se me fueron por el resto de mi vida.

Y.E.T.P.A.P.
+ KIRA MURATOVA -Nunca se estrenó ninguno de sus films en Uruguay y poco y nada se comentó sobre su obra en este país tan poco enterado de lo que se ve en todo el mundo.

Filmó cuatro largometrajes hasta que en 1987 cayó la censura en la URSS y Muratova pudo comenzar a hacerse conocer, más o menos, en Occidente, especialmente a partir de "El síndrome asténico", realizada en 1989. Como tantos otros cineastas prohibidos bajo el régimen comunista, no fue directamente una disidente política, sino más bien una artista experimentadora. No he podido ver nada de ella pero la crítica internacional la destaca como una adelantada a su tiempo, focalizada sobre todo en las relaciones familiares, narradas en forma no cronológica, con estilos poco realistas.

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