20 de mayo de 2018

Salada la canchita: 2001, año de monolitos

Aún hoy puede parecer muy extraño que una película sin actores conocidos, con mínima cantidad de diálogos y con una trama ambigua, haya podido ser un éxito de público que se mantuvo en varios reestrenos, cambiando radicalmente la percepción que se tenía de la ciencia ficción como género cinematográfico y transformando definitivamente a su director, Stanley Kubrick, como uno de los grandes nombres del cine mundial.

En 1968 se estaba en un período muy especial -casi irrepetible- de la industria cinematográfica. El sistema clásico de producción de Hollywood, donde un estudio tenía bajo contratos a directores y actores por años, había terminado definitivamente y no se sabía muy bien cómo se reemplazaría, mientras las viejas estrellas envejecían notoriamente o, directamente, se morían. Por otro lado, la competencia de la televisión ponía en peligro -parecía- la existencia misma del cine y la juventud norteamericana -mayoritariamente, la porción de población que seguía aún yendo a salas- exigía a gritos películas más audaces, más frescas, más modernas, en consonancia con el cine que se veía en el resto del mundo y que llegaba en cuentagotas a su país con creciente éxito.

Como se ha dicho aquí, la ciencia ficción en cine había sido mayormente un género de
producciones muy baratas bastante infantiles, con monstruos berretas y héroes de una sola pieza. Sin embargo, en literatura, la SF tenía una madurez (y calidad) muy superior. Muchas obras habían planteado, incluso, críticas directas a determinados problemas políticos y sociales de actualidad, sin olvidar algunos autores que se habían animado a discutir temas filosóficos como, por ejemplo, la dificultad para conocer la realidad, el origen del Universo y de la especie humana y la existencia o no de dioses. 

De "2001, odisea del espacio" puede decirse que cayó en el momento justo. 1968 fue un año muy especial y mitificado (*) en el que en el arte y en la vida había mucha gente que quería demoler lo existente y crear algo totalmente nuevo. Kubrick era un director exitoso ("Espartaco", "Lolita", "Doctor Insólito") pero tampoco era un gran nombre. Pero en aquel momento había mucha gente dispuesta a pagar su entrada para ver algo diferente y no le molestaba si era un film donde no hubiera una nítida y obvia caracterización de buenos y villanos.

La historia de "2001..." es conocida pero la voy a narrar muy resumida: comienza con unos primates que descubren un extraño monolito negro y luego, de alguna manera, aprenden a usar armas para defender sus pertenencias (un territorio con agua, en este caso), matando a sus enemigos si es necesario. Aquí está, con la famosa "Así habló Zaratrusta" de Richard Strauss:


 
Una insólita elipsis conecta a un hueso lanzado al aire con una nave espacial yendo -como sabremos después- a la Luna. El primate ha evolucionado bastante. Ya en el satélite se encontrarán con el descubrimiento de otro monolito igual al anterior -pero, claro, no tienen noticias del primero- de obvia manufactura artificial. Cuando lo comienzan a querer desenterrar, se escucha un sonido insoportable -casi como Mónica Farro cantando- y de ahí a otro viaje espacial.

En éste último dos astronautas mantienen en funcionamiento la nave junto a la
computadora HAL (su nombre proviene de las letras anteriores a IBM), sin conocer exactamente el propósito de su misión. HAL comete un error inexplicable -teóricamente es perfecta- y los dos humanos discuten su desactivación. Ella -¿se puede decir "ella"?- lee sus labios y contraataca. Como maneja todos los dispositivos de la nave, mata a los astrounautas hibernados y a uno de los despiertos pero el otro, Bowman, consigue apagarla. Ve el mensaje donde se explica que su misión es llegar hasta un satélite de Júpiter de donde se originó la transmisión del monolito ubicado en la Luna. Cuando Bowman llega a ese tercer monolito, es arrastrado a través del espacio-tiempo (una escena lisérgica como pocas) y encerrado en algo parecido a una pieza de hotel, ubicada andá a saber en qué parte del Universo. En su vejez aparecerá en su lecho de muerte un cuarto monolito -todos idénticos entre sí- y a partir de allí, nacerá un nuevo hombre, una nueva especie que esperemos que se desarrolle un poco mejor que ésta.

Lo trascendente de "2001..." no es la anécdota sino la forma: como pocas veces, asistimos a
una narración donde todo puede ocurrir. La música, particularmente bien seleccionada -Ligeti, el mencionado Richard y el no mencionado aún Johann Strauss (h) sólo quedó afuera Pink Floyd que no pudo participar-, la imagen -ese estilo frío, simétrico, con una pensada paleta de colores, con cuidadísimos encuadres-, el enfoque casi documental, donde el perfeccionista Kubrick intentó ser lo más riguroso posible con la tecnología mostrada (**), la narración de la película casi exclusivamente por medio de la imagen, nos lleva a aceptar que estamos a la puerta de grandes revelaciones.

Kubrick, un pesimista de aquellos, cree que nuestra civilización comenzó cuando aprendimos a romperle la cabeza al otro. Cuando nuestros conocimientos científicos nos permiten comenzar a explorar -y quizás a colonizar- otros mundos, la divinidad o raza superior que a través del monolito famoso nos permitió avanzar de nuestro estado animal, considera que ya hemos llegado demasiado lejos y procede a crear otra especie.  

"2001, odisea del espacio" impactó en su momento -aunque muchos dijeron no entender
nada- pero no dejó escuela. Tres años después los soviéticos estrenaban "Solaris", del enorme Andrei Tarkovsky y la publicidad la presentó como la respuesta a la de Kubrick, pero no tenía nada que ver;  más bien que Tarkovsky aprovechó la bolada para poder hacer el film que tenía en mente y consiguió el apoyo oficial que muchas otras veces le faltó, con la excusa de competir con la película norteamericana.

Si bien hubo otras distopías que se basaban más bien en dar un mensaje de que si no aflojamos con la contaminación, este mundo se va al descenso, la aproximación que "2001..." dio a la gran literatura de SF no fue continuada, incluso cuando se adaptó a los grandes nombres del género (sector del que, por cierto, Arthur C. Clarke, autor del cuento original y de la posterior novela llamada como la película, no forma parte). Hoy vemos a algunas aventuras más bien rutinarias, plagadas de efectos especiales por CGI. sin demasiada imaginación y sin el menor interés cinematográfico.

Salada la canchita, una columna escrita por un Neandertal poco evolucionado, hoy te trae un video no demasiado brillante con curiosidades sobre el tema de este mes, pero con algunos detalles bastante interesantes.     


(*) Hace unos meses hice una columna sobre los 50 años de 1968. Este mes, Cinemateca presenta un ciclo sobre el cine latinoamericano de ese año y reitera la foto principal y algunos conceptos de un servidor.Ya que también se celebran 25 años de que me fui de allí, podrían llevarme de vuelta.
(**) La buena colaboración de Kubrick con la NASA dio pie a las versiones de que la misión del Apolo XI en 1969 nunca existió y fue filmada por el propio Stanley. No sé nada, pero ni en el año 2001 ni ahora andamos paseando por los planetas del Sistema Solar. 

Y.E.T.P.A.P.
+ NELSON PEREIRA DOS SANTOS -  Hay quien dijo que Nelson -como lo conoció siempre todo el mundo- había inventado tres veces el cine brasilero. Y aunque la afirmación suene exagerada, sí es cierto que muchas cosas cambiaron con él. 

En 1955 introdujo a las clases populares con "Rio 40 grados" filmando en las calles, con una inmediatez y una espontaneidad poco común hasta entonces. En 1963 adaptaría por primera vez al escritor Graciliano Ramos con "Vidas secas", brillante ejercicio de "Cinema novo" en otro ambiente inédito en el cine de su país: el nordeste tan pobre y olvidado. Finalmente, en 1974 con "El amuleto de Ogum" y en 1977 con "Tienda de los milagros", consiguió llegar a una contundente síntesis de cine moderno, acercamiento popular (sin vanguardismos estériles) y mensaje social, sin paternalismos. 

Posteriormente, realizó la más convencional "Memorias de la cárcel" (1984), un gran éxito en su país pero un fracaso en el nuestro, probablemente porque mucha gente la asoció con las torturas y vejaciones de moda que no estaban allí. Fracasó con la ambiciosa "Jubiabá" (1987), sobre Jorge Amado y fue cayendo en una leve decadencia.

+ ERMANNO OLMI - Ya había sido reseñado en esta columna el formidable realizador nacido en la provincia de Bérgamo (por no llamarlo bergamasco). Dueño de un estilo muy particular, Olmi desarrolló su carrera bastante por fuera de la industria italiana, para poder desarrollar libremente sus ideas. Si bien es un cineasta de inspiración católica, su religiosidad siempre es más de preguntas que de respuestas, más popular que de cúpulas. 

No conozco su obra de ficción de los últimos 25 años, que poco ha circulado lejos de Europa o en festivales. Pero llama la atención que luego de un éxito más que apreciable en nuestro país con la notable "El árbol de los zuecos", Palma de Oro de 1978, nunca se haya vuelto a estrenar nada de Olmi, incluyendo films contemplativos pero nada áridos como "Larga vida a la señora" (1987) o "La leyenda del santo bebedor" (1988), celebradas en todo el mundo. Inquisitivo, exigente, un poco adelantado a su tiempo antes y, quizás, un poco pasado de moda últimamente (lo intuyo, repito que no he visto nada de lo último que filmó), permanecerá como uno de los más grandes directores italianos, aunque no tenga la fama de Fellini, Antonioni, Pasolini o los Taviani. 

+ MARGOT KIDDER - En lo estrictamente físico, era un caso extraño: podía salir realmente hermosa en una foto y en la otra, como una simple flaca narigona. 

La canadiense Margot Kidder será siempre recordada como la Luisa Lane de los cuatro "Superman" con Christopher Reeve. También estuvo en algunas con su ex pareja Brian de Palma y en una película de terror no muy memorable pero bastante exitosa llamada "The Amityville horror", en Uruguay bautizada como "Aquí vive el horror". Fue tan poco trascendente lo que hizo después de la de superhéroes (mucho antes de la moda actual), que posteriormente a "Superman 4" sólo se estrenó aquí una película más con ella.

En los últimos años se intensificó, lamentablemente, su trastorno bipolar y, si bien trabajó fundamentalmente en televisión, no la pasó bien.     

JUNÁ QUE ESCENA, GIL
Apuesto que si menciono a "Salvando al soldado Ryan", la gran mayoría de ustedes la recuerdan por su brillante escena del comienzo, concretamente el desembarco aliado en Normandía. Y seguiría apostando que pocos podrían decir gran cosa del resto del film de Spielberg, salvo que unos cuantos soldados mueren por rescatar al mentado Ryan (Matt Damon), quien ha quedado como el único sobreviviente de cuatro hermanos soldados. ¿Alguien se acuerda que actúan Vin Diesel y Bryan Cranston -antes de Breaking bad, obvio-?.

Aquí está la batalla, aunque sin subtítulos, pero no importa porque como pocas veces, Spielberg confía en su material audiovisual. No sólo la acción bélica es impactante -bueno sería en una superproducción hollywoodense...- sino que también tiene constantes hallazgos, imaginación, originalidad y un comentario que surge naturalmente de lo que se ve. Cualquiera puede poner mucha plata para tener buenos efectos especiales, pero hace falta un gran director (y a veces, Spielberg lo ha sido) para filmar una larga escena como ésta. 





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