20 de abril de 2018

Salada la canchita: Más vale ser lindo y bueno que feo y malo (y extranjero)

La cosa comenzó, en forma más o menos masiva, en los años 60, como tantas otras cosas. Algunos intelectuales, más del Tercer Mundo que del Primero, cuestionaron la visión caricaturizada que, tanto en películas como en historietas (dos artes que nacieron prácticamente al mismo tiempo), se brindaba de nuestros países que no tuvieron la suerte de ser creados allá arriba en el Norte, donde se deciden los destinos de todo el Mundo. "Colonialismo" era la palabra clave.

El libro más emblemático que estudió este fenómeno (mejor dicho, cierta parte de él) fue "Para leer al Pato Donald", coescrito por el argentino-chileno Ariel Dorfman y el belga Armand Mattelart en 1972. Más allá del título, este ensayo en clave marxista pero bastante alejado de cualquier mandamiento partidario de las historietas del título y similares, era muy crítico tanto de la visión absurda de la familia (los personajes no tenían hijos sino sobrinos, no sea cosa que se piense que tienen sexo entre ellos) como del propio colonialismo, presentando a la sociedad (norte) americana como el Paraíso a desear y a los personajes de los países subdesarrollados como villanos a exterminar, a menos que sean buenitos -y medio giles- y sueñen con ser como los propios americanos. Es lo que algunos llamaron el "complejo Gunga Din".

Si bien parece inevitable que sus autores incurrieran en alguna (no muchas) exageración paranoica propia de los tiempos, el libro sigue sorprendentemente vigente. No sólo se descubrió tiempo después que el propio Walt Disney era colaborador entusiasta de la C.I.A., sino que una de las historietas que muestra el libro, donde el angelical ratón Mickey entrega en un país sudamericano al malvado Pete el Negro a un gobierno militar local "para que le den su merecido" y se aleja en auto mientras se escuchan los aullidos de dolor de Pete, existe y la leí en su momento, como tantos otros millones de niños a colonizar.

Vayamos ahora a"Gunga Din". Es un film dirigido por George Stevens en 1939, con el protagonismo de Cary Grant y la actuación del secundario Sam Jaffe -perseguido por el maccarthismo- como el hindú que da nombre a la película. Acusada un poco injustamente de ser "el" paradigma de film colonialista, es una aventura convencional en tiempos del dominio inglés sobre la India (que en realidad seguía vigente) en donde los héroes eran los oficiales británicos y los malvados, los seguidores de la diosa Kali de la muerte, gente muy difícil de defender.

El problema es el personaje de Gunga Din. Admirador babeante de los ocupantes, siendo su sueño el poder ser uno de ellos y no un "miserable" indio (miserable, agrego yo). Repito, no es que "Gunga..." sea el peor ejemplo de desprecio al extranjero. Sólo que la escena final donde muere para permitir que se salven esos caballeros tan blanquitos dio pie a la adopción como símbolo.

En todo caso, es indiscutible el paternalismo que mostraban muchas películas del Hollywood clásico: los primermundistas blancos y bellos eran los héroes que derrotaban brillantemente a los malos; los tercermundistas sólo podían ser unos debiluchos feos que admiraban a los buenos u, obviamente, los propios villanos. O, con mucha suerte, sirviente del propio héroe W.A.S.P., como Lotario, el morocho que acompaña a Mandrake. Si naciste por acá, lo mejor que podías hacer era obedecer al amo del Norte. 

Nunca he estado, por ejemplo, en México. Pero uno puede googlear, sin dificultad, imágenes de ciudades con rascacielos, edificaciones modernas, neón, shoppings, museos, cines, autopistas cómodas. Mis amigos que han estado allí me lo han elogiado abundantemente, aunque uno sepa que en determinadas regiones impera la violencia y escasea la justicia. Pues bien, fijénse cuál es la imagen que se ve del país azteca en los films actuales: siempre presentan aldeas miserables, incivilizadas, ruinosas, con niños descalzos y mugrientos. Para Hollywood -o sea, el cine que estrenan en nuestra cartelera- los 124 millones de mexicanos son asesinos a sueldo. Como son mafiosos, sin excepción, los 146 millones de rusos o narcos, todos, toditos los 49 millones de colombianos.    

No es que uno desconozca la existencia de mafiosos en la sede del próximo Mundial de fútbol ni de carteles en la patria de Pablito Escobar. Y que los Al Qaeda y los ISIS de este mundo no son de mentira, sean musulmanes fanáticos autóctonos o creados en un laboratorio político por la C.I.A. Pero chirria la visión tan maniquea que aún hoy se sigue teniendo de extranjeros y enemigos. Y es que poca ha cambiado desde los tiempos en que vaqueros y soldados imperiales impartían justicia en los cines de todo el mundo.    

Cuando era chico veía los dibujitos de bajo presupuesto de la Liga de la Justicia en la televisión en blanco y negro. Y también en blanco y negro eran las visiones sobre los personajes: de un lado los superhéroes, hermosos, simpáticos, amables, buena onda y muy occidentales: del otro, los malvados, feos, crueles, desagradables y, muchas veces, con un indisimulado aspecto no norteamericano. Mucha gente ve al mundo así, ciegos voluntarios ante los numerosos grises que tiene la historia de la humanidad.

Se me dirá que si yo tuviera una revista del género inventaría un personaje uruguayito que hiciera que fuera simpático a los lectores, llevándolo a que se sintieran representados por él, única forma de no fundirme hasta las patas. Tienen razón. Pero cuando veo en una película como "Enemigo invisible" (2015, con Helen Mirren y Alan Rickman) que las fuerzas occidentales vacilan largamente en atacar al enemigo porque podrían alcanzar a una niña africana, me acuerdo del tango: "-Qué querés que te diga, vos sabes que no te creo..."

En dos o tres meses, una Canchita sobre el tema de la propaganda en las guerras.  

Salada la canchita, una columna fea, mala y con cara de musulmán, hoy te trae un film que en su momento fue considerado como una culminación adulta del drama de la guerra pero que hoy habría que revisar: Un puente demasiado lejos (1976), con un elenco rutilante: Robert Redford, Sean Connery, Laurence Olivier, Michael Caine, James Caan, Liv Ullman, Dirk Bogarde, Anthony Hopkins, Maximilian Schell y siguen las firmas.  


Y de postre, una serie que creo que no llegó a la televisión uruguaya. Ni falta que hacía. Un capítulo de Capitán América y Los Vengadores, con un poco menos de presupuesto que los films actuales.



LA PROPAGANDA PEYONA DEL MES 
ACEITE SABROSÓN (ECUADOR) - Por razones que ignoro, en los últimos años el hermano pueblo ecuatoriano se ha caracterizado por presentar los peores cantantes que uno imaginarse pueda, en videos que en nada ayudaban. El caso más tristemente célebre es el de Delfín Quishpe, quien con su celebérrimo tema de las Torres Gemelas, tanto ayudó para el reclutamiento de gente para Al Qaeda.

El petizo insiste con lo que él mismo denomina "tecno folklore andino" (según Wikipedia) y nosotros, de otra manera que la censura no permite publicar. Aquí va un comercial en donde utilizó la melodía de su pesadillesco tema del 11 de Setiembre para exaltar las bondades de un aceite de mesa. El momento en que hace la caminata lunar arriba de una croqueta es una de las cumbres audiovisuales de este siglo XXI. 



Y.E.T.P.A.P.
+ STEPHANE AUDRAN - Hermosa mujer como solamente las francesas pueden serlo, Colette Dacheville se hizo famosa al protagonizar muchas películas de Claude Chabrol, con quien estuvo casada durante los 60 y 70: "Los primos"; "Estas buenas mujeres"; "Landrú"; "Las infieles"; "Un asesino en la noche"; "Niña de día, mujer de noche" y varias más.  

Luego de divorciarse, actuó varias veces más para su ex, pero antes y después estuvo en otros films importantes ("El signo del león" de Rohmer; "El discreto encanto de la burguesía" de Buñuel o "Más allá de la justicia" de Tavernier). En 1988 nos encontramos con una presencia aún interesante y con una excelente actriz en la brillante "La fiesta de Babette". Intentó entrar en el mercado norteamericano sin suerte. Hacía diez años que no trabajaba. Pero probablemente pronto tengamos novedades de ella, si se consigue terminar la edición definitiva de la película inconclusa de Orson Welles "El otro lado del viento". 

+ ISAO TAKAHATA - Si la animación japonesa contemporánea tiene alguna importancia en lo artístico, se debe en gran parte al finado Takahata y a su gran amigo, el mucho más célebre Hayao Mizayaki. Poco a poco y con el correr de los años, ambos fueron independizándose de los estudios tradicionales hasta conseguir fundar la empresa de ambos Ghibli. Todavía como empleado, Takahata tuvo dos grandes éxitos mundiales, que en su momento fueron una muestra de madurez narrativa pero que ahora nos suenan bastante cuestionables: "Heidi" y "Marco" (ésta última fue vapuleada por Galeano en "Memorias del fuego" no sin razón, pero todos sabemos que el pobre Eduardo era un poco exagerado en sus amores y odios): Estas dos series (más "Ana de las tejas verdes" que no se pasó por estos lados) desestupidizan a los niños protagonistas pero probablemente exageren en su sentimentalismo, algo que la cultura japonesa acepta mucho más que la occidental.

"La tumba de las luciérnagas" supuso otra consagración, pero más a nivel de crítica. Es la durísima historia -sorprendente para los que estamos acostumbrados a ver a la animación como sinónimo de divertimento para niños- de dos hermanos que quedan huérfanos en la inmediata postguerra, víctimas del hambre, la miseria, la destrucción y la indiferencia general. Posteriormente, Takahata se declaró harto de tanto drama y dirigió otros cuatro largometrajes, bastante más tranquilos y alegres.


+ MILOS FORMAN - A pesar de lo que reseñan varios que tocan con el oído desafinado, el checo Forman -apellido que no suena demasiado checoslovaco- no sólo hizo "Atrapado sin salida" y "Amadeus", films por los que ganó -merecidamente- los Oscars a mejor película y mejor director. 

Se había destacado en su país natal por dos comedias juveniles muy frescas ("Pedro el negro" y "Los amores de una rubia") hasta que se encontró con la invasión soviética a su país, poco después de estrenar "Al fuego, bomberos", una comedia ácida sobre el funcionamiento de su sociedad con la excusa de un baile provinciano que termina bastante mal. 

El ambiente se tornó espeso y Forman se exilió en Estados Unidos los próximos 50 años. Allí comenzó con la olvidada "Búsqueda insaciable" (buena traducción de "Taking off") y un par de films más hasta que en 1975 Michael Douglas le produjo "Atrapado...". Aclamada en su momento como una obra maestra total, un poco subvalorada después, sigue siendo un drama sólido e ingenioso, quizás la última gran película del período adulto de Hollywood antes de los Spielbergs y Lucas.

A partir de ahí su carrera se haría menos prolífica y alternaría éxitos con fracasos, aunque casi siempre tuvo mucho interés: "Hair" (1979); "Ragtime" (1981); "Amadeus" (1984, que sigue siendo mucho más que una superproducción); "Valmont" (1989, que tuvo la mala suerte de coincidir con "Relaciones peligrosas" de Stephen Frears, adaptando la misma novela); "Larry Flint" (1996); "El mundo de Andy" (1999); la inédita en Uruguay "Los fantasmas de Goya" (2006), para volver a trabajar en su país con "Un paseo bien pagado" (2009), que no parece tener demasiada importancia.

+ VITTORIO TAVIANI - A punto de cumplir los 90 años, se murió el mayor de los hermanos Taviani (en la foto, el de la derecha). Contra todo pronóstico, ambos hermanos se han mantenido trabajando juntos durante más de 50 años.

Comenzaron con el documental censurado "Italia no es un país pobre", que se creyó perdido hasta hace poco y en 1962 debutan en la ficción junto a Valerio Orsini con "Un hombre a quemar" con Gian Maria Volonté, un film sorprendentemente maduro. 

La consagración de ambos hermanos sería "Padre padrone", ganadora de la Palma de Oro en 1977. Sin embargo, varios de sus largometrajes anteriores ("Subversivos"; "Allosanfan"; "San Miguel tenía un gallo") eran realmente valiosos y removedores, tanto desde lo cinematográfico como desde lo político, conmoviendo sí, pero dejando numerosas preguntas en el espectador, como sólo sabe hacerlo el gran cine. Con "La noche de San Lorenzo" (1981) y "Kaos" (1984) los hermanos seguirían filmando a gran nivel.

Los problemas comenzarían con "Good morning Babilonia" (1987), donde se empezarían a notar las repeticiones, los amaneramientos y la intrascendencia. En los últimos años los Taviani dejarían de descollar en festivales y pasar a ser vistos como una especie de dinosaurios marxistas, cuando nunca fueron de mentalidad cuadrada. Politizados sí, pero no unidimensionales. De esta etapa posterior sólo se estrenaron aquí "El sol sale también de noche" (1990, sobre Dostoievskii); "Tu riés" (1998, sobre Pirandello, como "Kaos") y "César debe morir" (2012, con unos presidiarios reales actuando a Shakespeare), probablemente lo mejor de su última etapa. Por ejemplo, su visión del genocidio armenio ("La granja de las alondras", 2007) es, sorprendentemente blanda. Ya tendrán su Canchita propia los hermanos. ·  
 
JUNÁ QUE ESCENA, GIL
Se trata de la película animada "Shaun la oveja" (2015). La manada de los referidos coleópteros, después de desencontrarse con el Granjero, viaja a la ciudad en su busca y entran en un restaurante para comer, naturalmente, pero el problema es que las ovejas de granja no saben comportarse como los humanos. Tratando de no llamar la atención -anteriormente han robado ropa para disimular que son animales- optarán por intentar imitar el comportamiento de los demás comensales, con resultados descacharrantes. 
 


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