30 de agosto de 2015

Huelgas y torturas postmodernas

Antes de 2005 la cosa era más sencilla e indudable: blancos y/o colorados eran gobierno y la izquierda y las organizaciones sociales -que eran diferentes pero confluían- estaban en la contra. Al asumir el primer gobierno del Frente Amplio, las barreras se hicieron más difusas y comenzamos a ver el espectáculo de mucha gente -ya sea dirigentes como en el llano- que de un lado criticaban lo que siempre habían aceptado y del otro, que justificaban lo que hasta hacía poco creían inaceptable.

Durante varios años algunas organizaciones sociales habían denunciado largamente la política de malos tratos bastante graves que se han producido sistemáticamente en las dependencias del INAU que albergan a menores con delitos importantes. Que yo sepa, el semanario "Brecha" fue el único órgano de prensa convencional que se había ocupado del tema e, incluso, repudiado la reciente designación del Secretario General del sindicato correspondiente, el ahora famoso "Joselo" López, como vicepresidente de la central de trabajadores. 

Bastó que un video que reproduce una golpiza -que ni siquiera sería la peor que se registró ese mismo día- se mostrara en canal 10 para que muchísimos uruguayos se despertaran a la realidad de que en nuestro país, permanentemente, se producen excesos contra la población carcelaria juvenil. No conozco a ningún periodista que haya preguntado a ninguno de los políticos que se indignaron con esta violencia que ahora descubrieron, si éso no es lo que en realidad pregonan a diario, incluyendo propuestas de bajas en la edad de imputabilidad y manos duras contra la delincuencia.

Quienes trabajan en los centros de menores riesgosos del INAU son agentes represores y deberían tener un protocolo (o como se llame) que delimitara claramente cuándo y de qué forma debería usarse la fuerza para contener y disciplinar a jóvenes que ya han sido condenados por la justicia, a veces por delitos muy graves. Está bien -me parece- que se evite la arbitrariedad y la violencia excesiva pero de ahí a tipificar "tortura" en la paliza de un agente represor del Estado, me parece un exceso, cobrando al grito después de un video mostrado enfermizamente en los canales de aire. 

Más asombroso es para mí ver a Lacalle Pou, un representante tan paradigmático de la derecha más oligarca y antisindical, diciendo medio de cotelete que los reclamos de los maestros son justos. Hacía décadas que los partidos tradicionales no dejaban de estar visceralmente en contra de cualquier reinvindicación gremial. Pero todo vale si hay que estar contra el gobierno.

Por otro lado, mucha gente de izquierda -repito, ya sea dirigentes o simples votantes- ante el conflicto en la educación repiten argumentos que siempre habían sido del otro lado: que los paros no se justifican, que los chicos pierden clases, que hay que seguir trabajando para que esto siga. Antes de 2005, eran argumentos del otro bando.

Los sindicatos estatales -o similares- suelen ser los más radicales en sus reinvindicaciones, llegando frecuentemente a la intransigencia total. Claro que ésto solamente molesta ahora, que "somos" gobierno. Me parece que poca gente se ha puesto a razonar concretamente si están bien o mal los reclamos de los gremios de la educación (quienes distan de ser un bloque monolítico) y que más bien lo único que importa es en qué bando político partidario estoy.

Ex dirigentes sindicales que son jerarcas; dirigentes de la oposición que tienen que aprender a ver a los nuevos gremialistas como si también fueran seres humanos; políticos que apoyaron explícita o implícitamente la dictadura, aplaudiendo fallos tipificando "torturas" o ex torturados justificando un procedimiento represor abusivo.

El mundo del revés o cada uno quiere sacar su tajada. Me parece que las prioridades deberían ser cómo se deben tratar a los menores delincuentes, tratando de rehabilitarlos en lo posible y de qué manera podemos mejorar de una vez por todas la educación que se le da a los jóvenes que no internamos en el INAU. Lo otro, parece politiquería barata. 


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