
En el caso concreto de aquel Mundial de Alemania en épocas de dictadura, la prensa de la época antes de ese desastre era unánime en opinar que nosotros nunca podíamos perder ese título. El argumento principal era que veníamos de salir cuartos en el Mundial anterior (más bien a los tumbos, la verdad sea dicha) y con el refuerzo de la joven estrella Fernando Morena nada ni nadie nos podían impedir volver a la gloria.
Aún recuerdo a un veterano promotor de domas y tablados devenido en comentarista tenerle lástima a nuestro primer rival, un país sin historia ni glorias como nosotros. Que,lamentablemente para nuestros intereses era la Holanda de la “Naranja mecánica” de Cruyff, Neskeens y compañía. Claro, como no se había inventado aún “Rojadirecta”, nuestros especialistas en el balompié ignoraban que la selección de los Países Bajos tenía la base del Ajak tricampeón de Europa, en aquella época en que los campeones de lo que ahora se llama Champions League tenían planteles con muy pocos extranjeros o ninguno. El resultado lógico de enfrentar a una selección como la nuestra (improvisada, poco trabajada, con jugadores veteranos que se reunieron unos pocos días antes del campeonato) contra un equipo joven, afiatado y al que no le importó que no tenía antecedentes en su historia ni glorias que homenajear, es recordado y es demoledor. Debió haber sido una goleada record.
Hoy, sin ir más lejos, cuando un club –o la propia celeste- anda mal, los hinchas no suelen reclamar por un mejor juego o por futbolistas más habilidosos. Toodo se limita a exigir “hambre”, “actitud” o “poner lo que hay poner”. Tener huevos parece ser la solución mágica a ese mediocampo que no sabe hacer tres pases seguidos. Todo parece ser muy obvio para gente que es filmada para la previa de “Pasión” o que comenta en redes sociales y, lo que es peor, también para periodistas profesionales con causal jubilatoria que siguen influyendo en los anteriormente mencionados: alcanza y sobra con “meter”, entendido esto como prepotear a rivales y árbitros, pegar patadas abiertamente, y si esto no alcanzara, tirarle desde la tribuna alguna baldosa apuntándole a algún nervio craneal significativo.
Sin embargo, la cosa nunca pasa por ahí. Si organizáramos un amistoso entre el Real Madrid con todas sus figuras y el Salus de Nuevo Paris, el resultado es fácil de adivinar hasta para el “Sordo” González: goleada obvia de los galácticos españoles. ¿Aman más a su camiseta, tienen más virilidad o más valentía?. No, nada me asegura que si se armara una gresca generalizada, los madrileños le darían una paliza a los nuestros y no al revés. Simplemente juegan mejor y están entrenados superiormente. Por eso ganan títulos más frecuentemente que otros equipos más metedores.
( NOTA REDACTADA PARA "BRECHA", QUE DESISTIÓ DE PUBLICARLA)