El Frente Amplio, no sin dificultades, decidió realizar la elección de su presidencia a padrón abierto, a diferencia del anterior presidente, Jorge Brovetto, impuesto a dedo por Tabaré Vázquez. El resultado de la elección no fue demasiado reñido: de entre los cuatro candidatos, que no eran de primerísima línea dentro de los dirigentes de la coalición, salió netamente preferida la senadora Mónica Xavier, del Partido Socialista.
En primer lugar, cabe constatar que la masa frenteamplista eligió muy diferente de lo que se ve reflejado en las integraciones de delegados de bases y similares, dominados por siempre por las estructuras del PCU y de lo que ahora se llama MPP. Máxime si tenemos en cuenta que Enrique Rubio de la Vertiente votó bastante bien. Recuerdo cuando determinada gente "ultra" exigía la ida del FA de Astori, el Ministro de Economía "neoliberal", sin darse cuenta que era respaldado por muchos más frenteamplistas que a ellos mismos.
Si bien Xavier es dirigente del PS, no parece que vaya a ser una mera empleada funcional a los intereses de Vázquez. La ascendente senadora forma parte de una generación de dirigentes de la izquierda de mediana edad (sólo en Uruguay un cuarentón o cincuentón puede ser considerado "joven") a los que no se les ha dado ninguna facilidad para acceder a puestos de decisión en la cúpula frentista, cada vez más gerontocrática. Gente mucho más moderna, más apegada a la planificación efectiva del futuro y menos a las épocas sesentistas, a las asambleas retóricas interminables y a las culturas de contestaciones y oposición. Generación en la que entrarían Rubio, Daniel Martínez, Sendic y otros.

Un amigo -frenteamplista, por cierto- decía frecuentemente que si nosotros hubiéramos nacido 10 o 15 años antes de lo que lo hicimos, hoy seríamos meramente un cartel en una manifestación. ¿Y para qué?- agregaba. Vemos ahora que los que dijeron que lo importante no eran los cargos, se atornillan a ellos aunque estén en edad de jubilación y nuestro mejor candidato a presidente supera los 70 años. Los ministerios y demás se negocian por cuota partidaria, igualito que como lo hacían blancos y colorados y se siguen defendiendo a mediocres y corruptos, por el sólo mérito de ser del mismo grupo.