JOHN FORD
Sean Feeney (u O'Fearna) nació en 1895, descendiente de irlandeses, en el estado de Maine. En su infancia se acostumbró a manejar todo tipo de embarcaciones marinas, andar a caballo y de practicar otros deportes. Uno de sus diez hermanos, Francis, consiguió trabajo en la industria de Hollywood cambiando su apellido por Ford y Sean lo imitó, haciéndose llamar primero Jack y varios años después, adoptando el seudónimo que lo hizo famoso. Realizó todo tipo de labores, incluyendo como extra en el clásico de Griffith "El nacimiento de una nación" como uno de los jinetes del KKK.
Se dice que en 1917 reemplazó a su hermano -que estaba borracho- como director de uno de los cortos que se realizaban con regularidad fordiana (de Henry Ford) en la Universal, en este caso. Realizó un promedio de 7 películas por año, incluyendo algún largometraje de menos de 90 minutos. En 1921 firmó contrato con Fox, a la que siguió ligado diez años, ya realizando sólo largos. En 1923 consigue un gran éxito con el western "El caballo de hierro", solidificando su posición en la industria. La gran mayoría de los filmes que realizó antes de "El delator" (1935) han sido olvidados, siendo difícil encontrarlos en tiendas de DVD o en Internet, con lo cual es aún incompleta una reseña del maestro.
Si bien algunos títulos le habían hecho ganar el aprecio crítico -"Tres hombres malos" (1926); "Cuatro hijos" (1928); "La patrulla perdida" y "El juez Priest", ambas de 1934- fue la historia del revolucionario irlandés que traiciona a su causa por unas monedas la que impuso su nombre. "El delator" (foto 2) es una buena muestra del estilo de John Ford: una historia interesante y emotiva, protagonizada por seres humanos con sus fortalezas y debilidades, brillantemente narrada con una fotografía y un montaje superiores pero al mismo tiempo, sin dejar nunca de estar al servicio de la anécdota.
Admirado por cineastas tan diversos como Kurosawa, Orson Welles, Renoir o Godard, la obra de Ford nunca dejó de pertenecer al más genuino Hollywood. No adhirió a vanguardia alguna ni realizó jamás ninguna película que pretendiera cambiar la historia del cine. Basta ver el video del documental de Bogdanovich incluído en esta entrada para comprobar su socarrona visión del Arte. Sin embargo, si bien no se apartó de las convenciones de la industria, innegablemente realizó mejores películas que la gran mayoría de quienes trabajaban allí, sin caer nunca en el mal gusto ni en la mediocridad rutinaria.
En 1939 las películas del Oeste -o westerns- estaban fuera de moda. Ford había realizado muchas, además de haber practicado otros géneros, incluyendo el drama histórico y la comedia. Sin embargo, generalmente se había especializado en aventuras ambientadas en comunidades pequeñas y en el pasado. En ese año realizó "La diligencia" (foto 3) con el hasta entonces actor secundario John Wayne, a partir de ahí el más importante intérprete de westerns. Sólidamente narrada, excelentemente filmada, la película incluía algo más que las simples peripecias aventureras de unos cowboys, al mostrar la cobardía y el egoísmo de gente con "prestigio" en la sociedad ante el peligro.
Wayne y -en menor medida- Henry Fonda serían en adelante casi siempre los pilares sobre los que se basarían la obra fordiana, repleta de obras maestras del cine norteamericano. Fonda trabajó por primera vez con John Ford en "El joven Lincoln", la película siguiente a "La diligencia" y continuaría con el maestro hasta pelearse definitivamente con él durante la filmación de "Mister Roberts" en 1955. De esa colaboración nacerían filmes como "Viñas de ira" (1940) (foto 4) , sobre la explotación de los granjeros durante la Depresión; "Pasión de los fuertes" (1946) sobre el famoso duelo del "O.K. Corral" y "El fugitivo" (1947).
Fragmento de "El joven Lincoln" (1939)
Fragmento de "Qué verde era mi valle" (1941)
Fragmento de "Pasión de los fuertes" (1946)
John Wayne acompañaría al maestro durante más tiempo y más títulos: "Hombres de mar" (1940) sobre relatos de Eugene O'Neill; "Fuimos los sacrificados" (1946), nada triunfalista visión de la recientemente finalizada Segunda Guerra Mundial; "Sangre de héroes" (o "Fort Apache") (1948), único trabajo de Wayne y Fonda juntos para Ford, película que iba a filmarse en la ciudad uruguaya de Minas pero Wayne se opuso; "El hombre quieto" (1952) (foto 5) , primer homenaje explícito a sus orígenes irlandeses; "Más corazón que odio" (1956), para muchos su obra maestra, donde utiliza a John Wayne en un papel mucho más ambiguo y oscuro de lo habitual y "Un tiro en la noche" (o "El hombre que mató a Liberty Valance"), brillantemente desmitificadora, entre muchos otros títulos.
La lista de grandes películas de Ford sigue, aún sin la actuación de sus intérpretes preferidos: "¡Qué verde era mi valle" (1940), la brillante evocación nostálgica que derrotó en los Oscars a "El ciudadano"; "Resplandece el sol" (1953), "El último hurrah" (1958) sobre manejos electorales, con Spencer Tracy; "El sargento Búfalo" (o "El sargento negro") (1960) sobre el racismo contra los negros; "Misión de dos valientes" (o "Dos cabalgan juntos") (1961), con James Stewart y Richard Widmark o "El ocaso de los cheyennes (1964) (foto 6), sobre el racismo contra los indios, su último y polémico western. También realizó curiosos experimentos comerciales como "Mogambo"(1953), dentro de la moda de películas ambientadas -fantasiosamente- en la selva africana con Clark Gable, Grace Kelly y Ava Gardner o la super producción en el particular formato Cinerama (tres tomas que se alineaban en la pantalla para hacer la imagen más ancha) "La conquista del Oeste" (1962), que narraba la historia de Estados Unidos desde los primeros colonos de la tierra salvaje hasta la construcción de los ferrocarriles. Ford realizó solamente el tercero de los cinco episodios de esta película plagada de estrellas pero no demasiado interesante.
Un poco chapado a la antigua y pasado de moda, insólitamente despreciado por parte de la crítica como "fascista" en los polémicos 60, viejo y con dificultades de salud Ford fue perdiendo posibilidades de financiación para sus películas y terminó su brillante carrera en 1966 con la olvidada "Siete mujeres", demasiado teatral pero inteligente obra sobre una misión americana femenina en China asediada por un ejército de bandidos, hombres por supuesto.
-Tomo un libreto y lo filmo. Así explicaba su cine, pero resulta claro que siempre había un ojo eficiente para elegir el ángulo de la cámara o el tiempo de cada toma. Si bien filmó decenas de películas y muchas son obras menores, ninguna carece de interés o buen gusto y en muchos casos, son filmes épicos notablemente narrados, llenos de emoción, con personajes humanos y complejos.
Fragmento de "Más corazón que odio" (1956)
Fragmento de "Siete mujeres" (1966)
Fragmento de "Dirigido por John Ford" (1971) de Peter Bogdanovich
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