14 de julio de 2013

A contracorriente: John Wayne

Aclaración: Si opino sobre un actor no lo hago dependiendo de su posición política. Hay gente que tiene opiniones totalmente compartibles pero que no trago. Se me ocurre un Roberto Begnini como ejemplo. Hay otros, en cambio, que están (o estuvieron en vida) en las antípodas de mi pensamiento y me encantan. Gary Cooper, sin ir más lejos. 

John Wayne fue un actor políticamente muy conservador, como tantos otros, pero con la característica de tener un pensamiento fácilmente caricaturizable, patriotero y chillón como el de muchos norteamericanos. El hecho de que durante toda su carrera fílmica repitiera ese esquema casi sin variaciones, lo hace carne fácil de cañón.

Para mi gusto, los mejores actores y actrices son los que saben desempeñar varios papeles diferentes, huyendo del encasillamiento. Wayne -como Sean Connery, otro recordado en esta serie pero peor- siempre hizo el mismo papel sin tener el menor interés de cambiar. Y probablemente, sin capacidad de hacerlo.

Invariablemente era el más vivo de la película, era el que más sabía de todos y el que le enseñaba a buenos y malos lo que tenían que hacer. Aún viejo y gordo, siempre era el más duro, el más rudo y el más temible. Nadie podía soñar con empatarle siquiera, aún si fuera otra estrella -Henry Fonda y James Stewart son los primeros que me acuerdo que compartieron cartel con él- a ellos siempre les faltaba algún vintén pal peso y terminaban "rindiéndose" al "number one".

Probablemente se la creería, pero me gustaría decirle que no basta con hacer -siempre- papeles de crack para ser crack. Así como no basta con contratar actores secundarios que se dejen pegar para ser un guapo. Osvaldo Soriano en su primeriza "Triste, solitario y final" (1973) lo caricaturiza acertadamente como un matón cobarde y agresivo, que golpea innecesariamente al protagonista.

Mucha gente aún lo considera como uno de los grandes actores (actor es algo muy diferente que estrella, lo cual indudablemente era) del cine clásico, afirmación con la que me permito discrepar. Indudablemente, tenía eso difícil de definir que se podría nombrar como "presencia cinematográfica", cosa que la gran mayoría no tiene pero un buen actor...

El tema es que su obtusa, fanática y un poco infantil ideología personal impregna toda -o gran parte- de su filmografía. Nunca hizo en sus películas de otra cosa que de John Wayne, desconociendo cualquier noción de composición de personajes, en aras de escupirnos su discurso patriotero y payasesco de imperialismo guerrero. Nunca dejó de hacer de super héroe a quien todos le debíamos devoción pero, por lo menos, dirigido por algún artista serio como Hawks o Ford, pudo integrarse positivamente en más de una obra maestra sin estropearla.         



"La diligencia" (su consagración como actor, dirigido por el señor director John Ford)

"Los boinas verdes" (JW quiere ganar él sólo VietNam, dirigido apenas por él mismo)

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