10 de agosto de 2009

Un cuento mío de 1991

AUTOCRÍTICA CHINA

¿EN CUANTO ESTIMA, SEÑOR FAGALDE, QUE HA INFLUIDO EL ALCOHOL EN SU PENSAMIENTO POLITICO?

Desde hace un tiempo, no observo en ningún momento el cuerpo de las mujeres con las que me acuesto. Los detalles que siempre me habían fascinado y había coleccionado en mi memoria, comparando a Silvia con Alicia y a Nancy con Nelly, se me olvidaban antes de verlos: el color y tamaño de la selva de pendejos y la longitud y profundidad de la raya del culo, fundamentalmente. Tenía, como es lógico, un ranking de preferencias. Tenía, como todos, mujeres a las cuales volver periódicamente, ajustando después de un par de regresos el mecanismo de santo y señas para volver a sus cuerpos, para dedicar una noche del semestre a ellas. Mentirles lo que quieren oir y aceptar el ritual mentiroso ajeno.
Pero ahora sólo me interesa verles la cara, me obsesiona verles la cara. Es lo único que consigo verles durante la penetración. Me encanta verlas desnudas pero conservando los lentes permanentes o que me la muerdan las dientudas. Es cuestión de poder sacarse las ganas, de hacerse los gustos. Es increíble el poder que confiere la fama, la popularidad, el ascendiente que provoca en la cama el premio Planeta, la autoridad que da el Cervantes que hace que se violen apenas con la complicidad de mi poronga.
Yo sé que mi primera mujer era buena tipa y mejoraba su cuerpo con el tiempo. Era una buena compañera y confieso que fui el único culpable del divorcio con mis continuas infidelidades. Pero Cecilia debería haber comprendido que no podía negarme a todas las jovencitas y veteranas que se me regalaban a cada lugar al que yo iba a dar mis conferencias. Ella no comprendía cómo podía yo seguirla queriendo mientras le eyaculaba en la cara a una periodista de la que me había olvidado inmediatamente el nombre.
¿No comprendés, Cecilia, que no hay otro objetivo en esta sociedad que el éxito?. ¿Que hay que derrotar al fracaso, aunque sea tragando el semen de un exitoso?. Pensar que mi papá decía que si seguía escribiendo iba a terminar puto. ¿No comprendés, papá, que la sexualidad es la única manifestación mía de normalidad?. Acepto las reglas de juego, hago lo que tengo que hacer, es envidia lo que tenés, Cecilia, no te animás a lo que yo puedo. Te animaste poco antes y durante la luna de miel; después te aburrí como me aburriste vos. ¿De qué te quejás si sólo cogés cuando no aguantás más el cuero?
Me miro al espejo: no valgo mucho pero el tiempo me dio canas y arrugas como para dibujar un poco de expresión en mi cara, un poco de confianza en mi vida. Miro en pose bien estudiada al auditorio de esta ¿conferencia de prensa?, ¿presentación de qué libro?, ¿debate de qué mierda? , y me excito pensando a cuál me voy a levantar. Es casi poner el ojo y poner la bala porque van para eso.

Me despierto. No puedo creer que no sea cierto; parecía tan real, parecía tan lógico, parecía que siempre era lo que yo quería que fuera. Tengo miedo de abrir los ojos. Hace años que Cecilia no está en Uruguay. Frente a mí, la espalda desnuda de Jodie Foster, mi segunda esposa. Ronca suavemente en inglés. Quiero recordar cuando fue la última vez que le fui infiel, pero sólo recuerdo a los periodistas llamando a cualquier hora, consiguiendo incansablemente el número de teléfono que incansablemente cambiamos.
¿No es una renuncia a mis ideas de izquierda el haberme casado con una estrella de Hollywood?. ¿Seguiré criticando al imperio yanqui ahora que soy ciudadano yanqui?. ¿No me importa la película no sé cuál mierda en la que mi esposa interpreta tórridas escenas con el galancito me cago en el nombre?. ¿Qué le pareció a ella el Uruguay y su gente?. ¿Se siente ella una nueva Ingrid Bergman y yo un nuevo Roberto Rosellini?. ¿Me molestaron los cuplés de Los Saltimbanquis y La Gran Muñeca sobre nuestra relación?. ¿Dónde preferimos que nazcan nuestros hijos?.
Acomodo mi cara sobre el arco de la espalda de ella. Le encanta despertarse sabiéndome en búsqueda de su calor. Me encanta oler su piel tan pálida. Siempre me asombró la contradicción entre la resistencia al sexo en la vida diaria y la fogosidad al excitarme. Me siento realmente feliz en los momentos posteriores. Todo ha salido bien y ella me lo hace notar. Se acurruca felinamente y me dice las cosas más dulces que haya aprendido en castellano. Siempre coincidieron en que yo era muy cariñoso.
Aparentemente, los hombres no suelen serlo.

¿USTED SE DEFINIA EN 1984 COMO REVOLUCIONARIO, MAS ALLA DEL SECTOR AL QUE PERTENECIERA? A LA LUZ DE LOS SUCESOS DE EUROPA DEL ESTE, ¿MANTIENE ESA DEFINICION?

Hablamos mal el idioma natal y el del otro para entendernos. Siempre lo consideré como una ventaja y me negué a perfeccionar mi inglés más allá de lo que ella me enseñaba. Que sólo supiéramos lo que necesitábamos decirnos. Que sólo supiéramos decirnos lo que sentíamos. Que no hubiera palabras entre medio de los dos.
Suena mi despertador. Ella se despierta y sonríe al descubrir mi posición. La beso. Pienso: desayunar, pensar cómo llegar al viernes si hoy es martes y teníamos sólo dos notitas de morondanga en el semanario del cual soy secretario de redacción, escribir para el diario la crítica de la película que vi anoche.

Me despierto. No puedo creer que me haya sentido tan bien antes. No puedo ni moverme del dolor de cabeza. Trato igual de incorporarme. Me sorprende comprobar que no era tan difícil como parecía pero me caigo. Me doy contra las paredes. Arrodillado, acorto mi agonía metiéndome los dedos en la garganta. Vomito lenta y dolorosamente.
Nadie me supo explicar nunca por qué tomo tanto si vomito tan fácilmente. No tomo para olvidar. No vomito para olvidar. No tengo nada que olvidar.

¿SOBRE QUE PERSONA DE LA VIDA REAL ESTA BASADO EL PERSONAJE DE MELISSA BAZAN?

Sé que estoy absolutamente impregnado del olor a soledad. Que no hay perfume que lo saque y que todo el mundo se da cuenta. Por eso me emborracho, para tener el olor de mamado que encuentro más digno. Para oler a etílico culto, a Bukowski, a bohemio iconoclasta.
No me reconocen por los concursos ganados cuando meo en Colonia y Eduardo Acevedo, buscando un boliche abierto a las tres de la mañana. No me cuentan que me hayan leído cuando no doy el asiento en el 145. No entiendo cómo pude haber soñado que me había casado dos veces. Sigo soltero, cogiendo a cholulas literarias no siempre jóvenes con las que trato de que sea un desastre. En realidad, sólo me interesa manosear a esas grupies. Atribuyen al alcohol el que me duerma prematuramente con ellas. Un día me presenté a una entrega de no sé qué premio con un vaquero y una camiseta de Racing. Todos me aplaudieron. No entendí nada. Me dejaron pasar al salón sólo porque era el homenajeado, pero siento que los defraudo si voy bien afeitado.
Es fácil tomar cuando se está en la margen de los privilegiados, de los que tienen la vida resuelta. Yo escribo al mamarme. No me animo a hacerlo si no tengo el cerebro embotado.

Me despierto. Me duele la cabeza. No entiendo que hayan tantos sueños uno adentro del otro. No he abierto todavía los ojos. No recuerdo dónde puedo estar, qué día es hoy, qué altura del día.
-¿Se siente bien?.
-Sí, ya pasó- contesto. Escucho algo como que ya podemos empezar, está todo bien.
No se ve prácticamente nada. Sólo algunas de esas luces azules para dar color. Es un lugar, por lo tanto, que cree ser importante. Todos visten impecablemente. No puedo ver cómo estoy yo. Ojalá esté desnudo.
Me suben por unas escaleras que adivino y subo como puedo. Compruebo que nadie ve los escalones. ¿Está bien? me preguntan. Miento.
Me prenden las luces en la cara cuando iba a ponerme a gritar que lo hicieran. Es violentísimo. Creo que me despeinan tantos reflectores apuntándome al mismo tiempo. Sigo sin ver nada. No sé si debo improvisar unas palabras o contestar preguntas.
No sé si debo improvisar unas palabras o contestar preguntas, no reconozco mi voz en el micrófono moléstenme de la forma que les apetezca. Se ríen. Me aplauden. Uno grita: !genio!.
-¿No cree que fue demasiado duro con el representante del movimiento católico que explicó los motivos de la censura a su novela sobre Jesús?.
-Creo que fui demasiado suave.
-¿Pero usted es consciente que ha molestado a muchos católicos?.
-Sí, además pude averiguar que la Iglesia Apostólica Romana ha puesto precio a mi cabeza. Pero no teman: me protege el servicio de inteligencia iraní.
-¿Por qué mantiene la actitud anticuada de no hablar de su vida íntima?.
-Porque no me creerían. Pensarían que estoy fanfarroneando.
-¿Qué opina del destino de la humanidad?.
-Nada.
-¿Podría explicar el sentido último del cuento del puré de boniatos?.
-Sí.
-¿Piensa escribir sus memorias?.
-¿Y usted?.
-Yo no soy importante.
-Y yo menos.
-¿No cree contradictorio ser de izquierda y exigir hasta el último peso de sus derechos de autor?.
-Sería contradictorio si fuera de derecha y no exigiera hasta el último peso.
-¿Por qué cree usted que no le han dado aún el Nobel?.
-Porque esperan que agonice de cirrosis y dármelo de una vez y no tener que premiarme cada vez que publico algo.
-¿Es cierto que su esposa le abandonó por su alcoholismo?
-No, en realidad fue por descubrirme manoseando a mi suegra inválida.
Me piden mi opinión sobre el futuro del posmodernismo, el racismo europeo, Carver, la garra charrúa, Clinton, Onetti, Pablo Dotta, el minimalismo, el Frente, Tarkovskii, Fukuyama, Racing, la generación del 82.
No contesto a nada seriamente, demás está decir.
Nadie escucha mis respuestas, demás está decir.
-¿Qué es lo que más admira de Philip K. Dick?.
-Que no iba a conferencias de prensa.
-¿Qué opina de la infidelidad?.
-No sé, nunca fui ni me fueron fieles.
Iba a contestar que sólo existe el miedo o el amor. Pero no lo habrían aceptado. Hubieran evitado publicar esta respuesta. Me hubieran meado.
No me preguntan por qué escribo sobre la miseria y jamás doy un peso en la calle.
No me preguntan por qué ataco al machismo y le pegué a todas mis mujeres.
A nadie le molesta la pose.

Me despierto.
No sé si abrí los ojos o no. Nunca vi una oscuridad tan absoluta.
Abren la puerta.
Me golpean, me escupen, me arrastran.
El foco en los ojos, el agua fría que quema como el ácido.
Y la picana.
No puede ser, quiero gritar. Se derrumbó el comunismo, terminó la guerra fría. El fin de la historia. El plan Brady. Cien años de democracia.
Ni me doy cuenta cómo se estremecen mis piernas y mis brazos.
¿Cómo pueden haber sobrevivido algunos a ésto?. No les deben haber dado tanto como a mí.
Yo siempre dije que era terco como una mula, porfiado como un vasco.
Pierdo el sentido del humor.
Les canto todo.
No me preguntan nada, pero canto todo.
Me prometo nunca más meterme en política.
No sé si ésto va a terminar algún día.
Grito desesperado. Se ríen de mí.

Me despierto. No sé dónde estoy pero sí que espío a la selección canadiense de rugby cuyos integrantes se están bañando o esperan, desnudándose, el turno.
Me molesta el haberme escondido tras la persiana del vestuario y seguir observando sus cuerpos.
Me voy a retirar cuando veo que sobre la entrada al vestuario algo pasa. Algunos comentan algo o chiflan.
Al ver, comprendo. Entró Silvia, mi ex exposa o ex prostituta hogareña, como prefieran. La única mujer que me fue públicamente infiel.
Al acercarse todos los hombres, sonríe. Se saca entonces la camisa y el pantalón y queda únicamente vestida con sutién blanco y bombacha y portaligas negros.
Los canadienses estrechan el círculo. Apenas puedo ver cómo la manosean totalmente.
Cuando la dejan totalmente desnuda, se aparta, se arrodilla en un banco largo exactamente frente a mí y les va entregando, de a dos, su boca y su culo a todo el equipo.
Lo hace con detenimiento, con concentración.
Cuando todos han hecho las dos filas, la dan vuelta, la ponen boca arriba. Ella abre totalmente sus piernas, apoyando ambos pies en los estantes y la cabeza en el piso. Me mira a mí.
Cuando se han cansado, sacan sus cámaras fotográficas y ella posa.
Sin atinar a otra cosa, he arruinado mi vaquero eyaculando infinitas veces.

Me despierto.
En la televisión surge mi vieja declarando que "al Mario siempre lo vimos como algo especial. Siempre supimos que iba a ser alguien importante. Le voy a reconocer una cosa. Siempre fue rebelde; fue rebelde y porfiado de chico, pero lo quiero igual. Lo queremos a pesar de lo que es y de lo que piensa."

SEÑOR FAGALDE, ¿USTED SIGUE SIENDO ANTIRACISTA A PESAR DE LA CAIDA DEL SOCIALISMO?.

Suspiro implorando para que no ubiquen a la directora de la escuela que dijo que yo llegaría a presidente por lo brillante.
No, señora Aída, es todo lo contrario.
Soy el tema del momento. Hay polémicas, mesas redondas. Me invitan a montones de programas que no conocía y no me interesan.
Me han dicho, no sin razón, que es una buena oportunidad para llamar la atención sobre determinados temas de la cultura y la libertad de expresión.
Tanta efusividad por un cuento donde Jesús aparece crucificado y torturado hoy. ¿Qué pasaría si manifestara lo que pienso sobre Artigas, sobre el armamentismo, la homosexualidad, las drogas, los palestinos?. Sobre el estalinismo ya puedo opinar lo que quiero.
Toda esta parafernalia, esta pirotecnia no oculta la realidad que más me duele.
Soy un escritor del montón. Soy uno más que ha publicado, como tantos.
Aunque haya ganado el concurso de Banda Oriental (x), no soy el escritor que creo merecer ser.
Pero lo que más me duele, lo que más me duele, es aprender que no vamos a perdurar más allá de la muerte, no nos van a recordar más que unos pocos años más.
Me recuesto en un sillón. Me sirvo un whisky, dejo apenas la luz del video donde paso sin mirar el casette de mi boda ya arruinada.

Me despierto. Estoy sentadito en el water dudando que alguna vez me pueda volver a parar del mareo que tengo.
Todos comentan y fabulan sobre mi alcoholismo e imaginan vicios peores. ¿Por qué no hablan sobre la incontenible gula que arruina casi todas mis intervenciones en reuniones sociales?
Si se tienen que reir de algo, por qué no se ríen de ésto. Si con el alcoholismo gano fama de temperamental, con la panza me veo reducido poco más que a un impotente. Un impotente temperamental.
-You're fine, honey?
-Sí... sí, guacha, sí.
-Remember, you promess listen me.
-Oká.
Mi amiga Jodie Foster quiere contarme sus problemas afectivos tan particulares. Cree que yo también fui un niño prodigio y se me pegó a mí desde que vino a filmar al Uruguay.
Sólo un amigo para todas. A menos que necesiten urgentemente, impostergablemente, un par de polvos. Después tratar de convencerme que mejor dejarlo como un buen recuerdo y seguir como buenos amigos como si antes lo fuéramos.
Así pasan diez, veinte, treinta hombres o mujeres en sus vidas no dejando nada más que el vacío absoluto, divertido, gritón, bien pensante pero un vacío tan grande y tan cobarde como el de sus poemas, diciéndose al oído mentiras tan evidentes y tan aceptadas como los elogios que publicarán mañana del libro de cualquiera de ellos.
Salgo del baño. Debí suponer que los demás estarían tan mamados como yo, pero lo disimulan un poco mejor. Todos parecen ser escritores y/o periodistas. Todos han estado casados con alguno de los otros invitados. La mayoría me desprecia como escritor y los otros como persona. Cuanto más conozco a los escritores más quiero a mis tortugas Goya y Picasso.
Jodie se me acerca. Nunca la vi tan escotada. Hay una gordita divorciada que se quiere acostar conmigo y yo con Jodie y Jodie con un cuarentón profesor del IPA y así todo. ¿Por qué es así todo, yanqui?. Vos sos misterio para mí. Y quien dice misterio, amaga decir poesía, J.F.
Me acerco al barcito. Me bajo de la botella un monje recién abierto. Casi me muero. Me da más ganas de cagar que otra cosa, pero prefiero en la calle. Algunos me miran, no todos. Me acerco a la puerta, pasando al lado de una conocida novelista cuarentona con una de las caras de divorciada más calentona que yo haya visto en mi vida. La abrazo y la chuponeo abierta, babosamente. No puedo saber si se resistió o no. Abro la puerta, definitivamente, cantando la retirada del 32.

Me despierto.
Tengo los ojos cerrados.
Tengo miedo de abrirlos.


FIN


( x ) EL CHISTE RADICA EN QUE ESTE CUENTO FUE PLANEADO PARA SER PRESENTADO PRECISAMENTE EN EL CONCURSO DE BANDA ORIENTAL, AUNQUE FINALMENTE, NO LO PUDE PRESENTAR. QUISE HACER UNA ESPECIE DE METALENGUAJE. O METACONCURSO.

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