Poseedor de una voz metálica muy rara -no conozco a nadie más que cante así- y de un enorme talento como guitarrista, sus dos primeros discos ("Presentación" de 1980 y "Segundos afuera" de 1983) son obras maestras que sonaron más que nada en Emisora Del Palacio y el fenómeno del Canto Popular que iba masificándose antes de la reapertura política cuando volvió el antiguo folklorismo y/o la manija sin talento.
En ese tiempo de "tuco", hubo mucho espacio para la creatividad y gente como Jaime Roos (mucho más hábil para los negocios), Dino o Los que iban cantando, por nombrar sólo a algunos, daban muestra de una creatividad y de una experimentación muy distante de la mediocridad de la música anglosajona que invadía el naciente espectro de las FM.
Después llegaría "Ferrocarriles" en 1987, pero el aire era otro y Galemire naufragó comercialmente presentando un costado más pop (aunque no era tan distinto como se dijo entonces) en un Uruguay que prefería el panfleto y el carnaval. Se fue para España por más de diez años, a diferencia de Fernando Cabrera, otro diferente que terminó haciéndose oir por persistencia.
Ahora se fue Galemire, cuando aún tenía mucho para dar y cuando quedó siempre latente que en algún momento llegara a la popularidad que sin duda se merecía. No sé si ahora que ya no está, terminará en el olvido definitivo o se valorará su aporte y se difundirán sus discos. Si los tres primeros no son masivos, los dos últimos ("Casa en el desierto" de 1991 y "Trigo y plata" de 2012) son absolutamente ignorados.
Ya había hecho una columna sobre él hace tres años, a la que se puede llegar con el vínculo de acá abajo:
COLUMNA DE 11/04/12
Y, más de la gran música que supo hacer. Buena parte de su discografía está acá. Quedo en deuda con el inhallable "Casa en el desierto".
No hay comentarios:
Publicar un comentario