27 de diciembre de 2014

This is Spartaaaa...!

Cuando yo era chico Maracaná, el triunfo más conmemorado del fútbol uruguayo, era aún relativamente reciente. Todavía la inmensa mayoría de periodistas y aficionados se regodeaban en nostalgiar un pasado reciente donde la celeste era LA SELECCIÓN CONSAGRADA en el mundo y otros mundos por descubrir. Veníamos, sin embargo, deun desastre en el Mundial de 1974 y las soluciones aportadas entonces sonarán como familiares a lectores más jóvenes: dejar de lado a los “repatriados”-futbolistas que no jugaban en nuestro país, que hace cuarenta años eran una pequeña minoría- porque al ganar fortunas en el exterior no se esforzaban por defendernos y, ya que estamos, futbolistas que jueguen en cualquier lado pero que METAN. Que no hagan otra cosa que meter.

En el caso concreto de aquel Mundial de Alemania en épocas de dictadura, la prensa de la época antes de ese desastre era unánime en opinar que nosotros nunca podíamos perder ese título. El argumento principal era que veníamos de salir cuartos en el Mundial anterior (más bien a los tumbos, la verdad sea dicha) y con el refuerzo de la joven estrella Fernando Morena nada ni nadie nos podían impedir volver a la gloria.

Aún recuerdo a un veterano promotor de domas y tablados devenido en comentarista tenerle lástima a nuestro primer rival, un país sin historia ni glorias como nosotros. Que,lamentablemente para nuestros intereses era la Holanda de la “Naranja mecánica” de Cruyff, Neskeens y compañía. Claro, como no se había inventado aún “Rojadirecta”, nuestros especialistas en el balompié ignoraban que la selección de los  Países Bajos tenía la base del Ajak tricampeón de Europa, en aquella época en que los campeones de lo que ahora se llama Champions League tenían planteles con muy pocos extranjeros o ninguno. El resultado lógico de enfrentar a una selección como la nuestra (improvisada, poco trabajada, con jugadores veteranos que se reunieron unos pocos días antes del campeonato) contra un equipo joven, afiatado y al que no le importó que no tenía antecedentes en su historia ni glorias que homenajear, es recordado y es demoledor. Debió haber sido una goleada record.

Hoy, sin ir más lejos, cuando un club –o la propia celeste- anda mal, los hinchas no suelen reclamar por un mejor juego o por futbolistas más habilidosos. Toodo se limita a exigir “hambre”, “actitud” o “poner lo que hay poner”. Tener huevos  parece ser la solución mágica a ese mediocampo que no sabe hacer tres pases seguidos. Todo parece ser muy obvio para gente que es filmada para la previa de “Pasión” o que comenta en redes sociales y, lo que es peor, también para periodistas profesionales con causal jubilatoria que siguen influyendo en los anteriormente mencionados: alcanza y sobra con “meter”, entendido esto como prepotear a rivales y árbitros,  pegar patadas abiertamente, y si esto no alcanzara, tirarle desde la tribuna alguna baldosa apuntándole a algún nervio craneal significativo. 

Sin embargo, la cosa nunca pasa por ahí. Si organizáramos un amistoso entre el Real Madrid con todas sus figuras y el Salus de Nuevo Paris, el resultado es fácil de adivinar hasta para el “Sordo” González: goleada obvia de los galácticos españoles. ¿Aman más a su camiseta, tienen más virilidad o más valentía?. No, nada me asegura que si se armara una gresca generalizada, los madrileños le darían una paliza a los nuestros y no al revés. Simplemente juegan mejor y están entrenados superiormente. Por eso ganan títulos más frecuentemente que otros equipos más metedores.

( NOTA REDACTADA PARA "BRECHA", QUE DESISTIÓ DE PUBLICARLA)