Lo habían avisado pero como uno vive en Uruguay, pensó que se iba a realizar treinta años después. Cinemateca Uruguaya estaba en crisis terminal en su función de exhibidora y más que complicada para mantener su archivo fílmico, en tiempos de bajadas internéticas y streamings varios. Se había informado que el Estado le había conseguido tres salas nuevas y que iba a colaborar económicamente con la otra función, luego de algún emprolijamiento de administración.