EL CONFLICTO EN SÍ
Ya lo vimos cuando hubo enfrentamientos callejeros en Venezuela no hace mucho (¿quién se acuerda de ellos hoy?): en Facebook y similares, llovían "pruebas" de que un bando -y sólo un bando- era violento y el otro, apenas una víctima inocente. La agresividad, la virulencia y la sinrazón llegaron a niveles apocalípticos, seguramente porque nadie le rendía cuentas a nadie de lo que decía.
Muchas veces en la historia de la humanidad la indiferencia -y una supuesta "objetividad"- puede ser el más cobarde de los crímenes y una indigna complicidad con los prepotentes. Pero parece que, invento de las redes sociales mediante, tendremos que resignarnos a ver fanatismos de uno y otro lado, blanco y negro sin ningún matiz de honestidad o duda. ¿Tendremos que limitarnos a preferir entre un bando bueno a más no poder y otro bando villano por puro vicio ante cualquier conflicto cercano o lejano o deberemos intentar escondernos, pretendiendo que ninguna de esas complicaciones llegue nunca a golpear a nuestra puerta?.
Lo que opino específicamente de esta ya larga lucha entre judíos y árabes en Palestina ya lo dije en la columna citada más arriba. El episodio actual es uno de los más violentos y arbitarios: el ejército israelí -que desde siempre ocupa vastas zonas palestinas destruyendo casas, encarcelando y asesinando a sus habitantes- se ha ensañado en una operación de venganza por esos tres jóvenes compatriotas tristemente muertos. Que parece ser la chispa que varios estaban buscando para hacer explotar a la región.
Estas polémicas me suelen hacen acordar a cuando se juntan a discutir sobre Peñarol y Nacional algunos periodistas partidarios -o dirigentes- acerca de cuál equipo es más grande. Uno dice -por ejemplo- que su cuadro ganó el primer clásico y el otro se hace el gil con el argumento y responde otra cosa, por ejemplo, que tienen el clásico con más diferencia de goles, razón que también ignorará su adversario. Ambos pretenderán que su club es el único grande, que el otro no existe, buscarán cuanto mérito puedan encontrar de ellos mismos y se callarán con los méritos ajenos.
Varios uruguayos han publicado -o compartido- día tras día en Internet supuestas pruebas de que Hamas, el gobierno palestino o quien sea utiliza hospitales y escuelas con escudos humanos para generar víctimas cuando las Fuerzas Armadas israelíes se ven "obligadas" a bombardearlas. Ergo, los responsables son los mismos bombardeados y no el ejército cruel. Lástima que las fuentes sean de las mismas F.F.A.A. judías.
Nadie en su sano juicio se va a poner a defender a quienes lanzan misiles contra la población civil israelí ni a sus líderes. Tampoco es honesto hacerse el desentendido contra la existencia de un gobierno palestino corrupto como pocos.
Pero eso no legitima a un ejército que se dedica a exterminar a un país extranjero, ocupado por la fuerza y condenado a la inviabilidad por el saqueo permanente de su territorio y su agua. El odio está instalado fuertemente y en ambos bandos. Los judíos también odian irracionalmente al otro e, incluso, así lo enseñan en sus colegios en un lugar tan lejano como Uruguay.
Muchos compatriotas -algunos que conozco y considero inteligentes- se están ensuciando de sangre diariamente sus manos defendiendo con argumentos penosos los bombardeos salvajes israelíes -por ejemplo, la situación en Siria o en Egipto- y la palabra "antijudío" está a la orden del día como si la política de un gobierno fuera lo mismo que un pueblo. Defienden, incluso si ello importara, a un país que en realidad no es el de ellos. Es como si mañana el ejército español invade un país del norte de Africa y yo pretendiera que la culpa no es de quienes bombardean poblaciones civiles indefensas sino de esos mismos negros que pretenden emigrar a mi madre patria.
Algún día se arrepentirán cuando comprendan lo que verdaderamente es un hospital bombardeado. Que nadie se insensibilice y olvide a lo que nos puede llevar un nacionalismo fanático y mal entendido.
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