Tres casos recientes de violación y posterior asesinato de niñas han provocado conmoción en la sociedad uruguaya y es entendible. Son crímenes horribles, sin ninguna duda y uno comprende la reacción primaria al conocer la noticia, de rechazo extremo a quien fue capaz de realizar semejante acción. Muy otra cosa son los habituales manijeos a los bajos instintos sociales, la mentira y la utilización de esos hechos para intentar sacar rédito electoral.
En uno de los capítulos de la muy exitosa película argentina "Relatos salvajes", un joven de clase alta atropella y mata a una mujer y su padre le paga a un empleado humilde para que cargue con el crimen. El final es conocido: el marido de la mujer mata al ficticio culpable, creyendo hacer justicia por mano propia.
A diferencia de lo que imaginan tantos foristas y del energúmeno que subió un video que voy a comentar a continuación, en el film citado ninguna clase (millonarios, abogados, el empleado) es ejemplar ni sale bien parado de la crítica social. La vida es complicada y no hay una verdad ùnica y simple, dice el director Szifrón, pero hay muchísima gente a la que le da harta pereza pensar.
El video en cuestión lo subió un periodista radial absolutamente desconocido
para mí y ha tenido bastante éxito. Su estilo de insulto descarado hacia una Fabiana Goyeneche ausente -alguien que no es de mis dirigentes preferidos del FA- es tìpico de quien se envalentona cuando nadie puede replicarle y muy otra sería su reacción si lo confrontaran.
Este muchacho -llamado Ianek Mudzyk- arranca mal: todo su virulento discurso troglodita es iniciado por un tweet de Goyeneche, en donde él lee no lo que ella dice, sino lo que quiere leer. El manido tweet habla básicamente de que tenemos que ver en nuestra sociedad las señales de gente, aparentemente normal, que diariamente puede ejercer la violencia sin que tomemos medidas de prevención. Mudzyk prefiere imaginar que la dirigente frenteamplista -y de paso, todo el partido de gobierno, que tanto odia- defiende a violadores y asesinos de niñas, diciendo que son gente buena. En el mejor de los casos, es un error descomunal.
Si Mudzyk es periodista, es asombrosa su ignorancia sobre todo lo que habla -o mejor dicho, grita-: Goyeneche no es legisladora, como dice él, y jamás -insisto que estoy defendiendo a alguien que no despierta mi admiración- dijo que hay que defender o concederles impunidad a los delincuentes.
Entre insultos y puteadas, el joven sigue argumentando desde su mundo en blanco y negro: para él TODOS los pobres son delincuentes, violadores, asesinos y vagos. Y no se detiene ante nada a la hora de desearles mal, por decir un eufemismo. Por supuesto, hay varias alusiones -con gruesas simplificaciones, faltaba más- al argumento manido de la derecha, importado directamente de Brasil: nosotros (la gente bien) mantenemos a los asesinos, a quienes el gobierno, aparentemente, les regala fortunas un dìa sì y otro también. A ellos, contrapone a los laburantes que se esfuerzan -por supuesto, las palabras de Mudzyk son mucho más ordinarias- por progresar.
Pone como uno de sus ejemplos de gente buena a los taxistas, quienes no son precisamente los más sumergidos de los obreros. Tengo malas noticias para nuestro justiciero: el asesino (y violador) de la niña Brissa es un taxista que no vivía en los barrios que odia el periodista ni recibía, por cierto, subsidio alguno del MIDES. En el Uruguay real -que Mudzyk conoce muy mal- hay gente de clase baja trabajadora, decente y hay delincuentes detestables. También en las clases medias y altas. Hay taxistas excelentes personas y otros, deshonestos.
Uno de los más desafortunados momentos del video es cuando -como tanta
gente antes- este periodista afirma que no dudaría en atar a los delincuentes y torturarlos hasta cansarse y que después seguiría su vida tranquilo, lo que demostraría que no es un nazi, según se ataja. La verdad es que es precisamente lo contrario, justamente eso demuestra que sería fácilmente reclutado por un partido admirador de Hitler. Exactamente así eran sus jerarcas. Un buen libretista habría agregado al video a un actor con una máscara con la cara de alguno de esos despreciables violadores, a ver si se mantiene la valentía de Mudzyk.
Pero dejemos a estos neonazis de café, lo preocupante no es que salga algún oligofrénico a buscar quince minutos de aplausos, sino los muchos que acompañan el volumen de sus puteadas más que sus argumentos. Cualquiera puede ver en las redes sociales a empeñosos justicieros que con tres palabras y en dos minutos solucionan lo que las más avanzadas sociedades del Primer Mundo no han conseguido desde hace siglos.
Lo peligroso no es un par de estupideces dichas sin ninguna lógica, sino que se
instale en la sociedad la violencia irracional del linchamiento. Asombra que un discurso tan pobre, tan primitivo y tan mentiroso haya conseguido tantas adhesiones a partir de vociferar que hay que castigar a los malos. En algunas de las instancias de la investigación del primero de los tres casos referidos -en Rivera- un montón de gente salió a reclamar "justicia" y un policía salió herido, cuando pudo haber terminado mucho peor. El delincuente estaba identificado y encarcelado, a la espera de la sentencia. ¿A qué organizar una marcha violenta para exigir lo que ya estaba conseguido?.
Los disparates sobrevuelan el paisito. Para muchos, desde sus teclados, pensar es igual a defender asesinos de niños. Paga mucho más la demagogia medieval de imaginar castigos y torturas. No es que me interese el bienestar de quien fue capaz de realizar actos tan aberrantes, me preocupa que -ojalá me equivoque- algún día pueda pasar lo que muestra tan lúcidamente "Relatos salvajes".
P.D.: El tercer caso mencionado arriba fue el de un hombre que mató a su mujer, violó y ahorcó a su hija pequeña y después se suicidó. Como fue un caso de violencia doméstica -léase femicidio- no hubo ni por casualidad tanta gente enfurecida. Da para pensar, también.
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