Luis Alberto Spinetta (o simplemente "El Flaco") se murió y su música parece que va a ser olvidada y abandonada en el ostracismo que lo condenó su éxito inicial y no recorrer a partir de ese suceso comercial, el camino que hacen todos de andar desesperados atrás de esa canción fácil que todas las radios difundan para que se repita hasta el hartazgo, sin importarle a nadie si eso sirve para algo o es sólo mercadería barata.
No, el Flaco hizo siempre lo que quería hacer. Creía en su camino y no se apartó de él nunca. Tocó lo que quiso, lo que sentía y no aceptó encasillamientos.
Almendra, Pescado rabioso, Invisible, Jade, Los socios del desierto, son los nombres de las bandas que creó, además de sus numerosos discos solistas. Toda esa música fue bastante difícil de encontrar en las disquerías de nuestro país y aún hoy no es tan fácil descargarla.
Desconocida o conocida a medias, excepto por algunos fanáticos que parecieron dispersarse rápidamente, Spinetta fue un tipo incomprendido, de culto malgré moi y poco estudiado como músico. Todavía queda mucho por disfrutar de sus discos, ahora que ya no está para seguir sorprendiéndonos con caminos nuevos.
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